"El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre:

-Para andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o los de la izquierda, los de delante o los de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por qué?

-Cuando quieras andar, hijo mío -le respondió la madre- deja de cavilar y... anda”.

Muchas veces, ante algo que nos parece difícil empezamos a darle vueltas, preguntándonos cómo hacerlo, cómo empezar, temerosos de no conseguirlo... No nos damos cuenta de que es tan sencillo como ponerse a ello. Que como el ciempiés, tenemos los recursos y la capacidad para andar, por muy complicado que parezca.

Hay que tener la fuerza y el coraje para darnos cuenta que mucho depende de nosotros, de que tan sólo es cuestión de empezar a andar... ¡de hacerlo!

Y pedirle a Dios que él nos levante cada vez que nos caemos o desanimamos. Como le dijo Jesús al paralítico: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Mc 2, 11.

Todo esto Dios, lo ponemos en tus manos