Para hacer un mundo mejor,

no tienes que hacer cosas extraordinarias,

sino hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien.

Si no estamos atentos, corremos el riesgo de dejarnos llevar por la inercia y vivir «a medias». Uno puede instalarse a la orilla de una playa o embarcarse mar adentro; puede acomodarse en la ladera de un monte o escalar hacia la cumbre de la montaña; puede mirar el mundo desde una ventana o bajar a la calle e ir a la plaza...

Un rasgo inconfundible del espíritu ignaciano es este deseo de “ir a más”, de tomar la iniciativa, de ser actor y si es posible protagonista, (de “patear adelante” diría el Papa Francisco) de mi propia vida y de nuestra común historia. Sólo quien desea “ir a más” en cada momento y en cada circunstancia puede crecer sin instalarse en el conformismo de “lo que todos hacen o piensan”, y sin entretenerse entre los vaivenes de “lo que a mí me apetece ahora”.

"Magis" es una palabra típica de la espiritualidad ignaciana que significa "más". Pero no un "más" de cantidad sino de calidad. Un "más" de excelencia, generosidad y amor. Un "más" de ser tú mismo donde Dios quiere poniendo lo mejor de ti al servicio de los demás. Se trata de descubrir que la vida no es hacer y hacer, sino descubrir su sentido más hondo deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin al que hemos sido creados.

¿Cuánto magis hay en tu vida?

Todo esto Dios, lo ponemos en tus manos