Estas tres imágenes podrían representar cómo la fe, es decir, Dios, actúa en nosotros cuando somos capaces de abrirnos (cabeza y corazón) a su Misterio.

• Como una planta marchita vuelve a brotar. Al ser regada, la planta recupera su vitalidad y transmite vida. 

• Como un bebé aprende a levantarse y ve el mundo desde una altura distinta, ganando en perspectiva y descubriendo nuevos lugares.

• Como una persona aislada en sí misma, que al salir de su burbuja cambia de aires y se encuentra con otras personas.

En muchas ocasiones, así se nos aparece Dios en nuestro interior: 

• con ilusiones y deseos que nos dan alegría y ganas de vivir.

• Con la apertura de descubrir nuevos horizontes y perspectivas.

• Con el encuentro de los demás que nos hacen salir de nuestro pequeño mundo.