Hace ya casi dos años hemos podido seguir a través de los medios las terribles imágenes de la guerra en Ucrania. Víctimas civiles, miles de refugiados, familias separadas, niños heridos, miedo, incomprensión...

Es en estos momentos en los que nos gustaría que Dios pudiera intervenir. ¿Por qué permite que un loco pueda causar tanto daño? ¿Por qué tantas veces parece que triunfa el mal?

Pero Dios sigue hablando en el corazón de los hombres y mujeres. En cualquier lugar y situación tengamos siempre presente que el amor es más fuerte que el odio. Que la esperanza gana a cualquier desesperación. Que la vida, aunque a veces no lo parezca, es más fuerte que la muerte. 

En Ucrania se han quedado sin escuela más de 5 millones de niños, pero siempre hay iniciativas de personas, como los voluntarios de Cáritas, que se sienten transmisores del Amor de Dios.

Dios nos regala una libertad que está en nuestra mano utilizar. 

Pedimos con fuerza por la PAZ. Pedimos porque nuestras palabras no generen tensiones o rabia, que nuestros gestos sean de acogida, que nuestra actitud sea de encuentro y reconciliación.  Pedimos para que seamos hombres y mujeres constructores de paz y de un mundo mejor, muchas veces sin hacer tanto ruido, con sencillez y buen ánimo.

TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS