La vanidad

Érase una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir al original de la reproducción.


Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.


Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema. Regresó de nuevo y dijo: “Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto”.


El científico pegó un salto y gritó: “¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?”


“Justamente aquí”, respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo.


Anthony de Mello. “La oración de la rana (1o tomo)”, p. 18

¿En qué soy vanidoso en mi vida?

TODO ESTO DIOS, LO PONEMOS EN TUS MANOS