EL DÍA DE LA PAZ

Tierra Santa, Ucrania y Medio Oriente. Sudán del Sur, Myanmar y Etiopía. El Sahel, Haití y Armenia y la región de Taiwán. Pero no sólo están las guerras abiertas que desangran a la Humanidad. También está el terrorismo en sus múltiples maneras y la violencia que hace de este mundo, como diría el papa Francisco, una «III Guerra Mundial a pedazos». Una violencia que se extiende a nuestras sociedades y que la podemos comprobar cada vez que vemos el telediario, e incluso cuando miramos nuestras aulas y nuestras propias familias, demostrando que el mal existe y que ninguna violencia puede ser justificada.

Hoy, muchos de nuestros colegios celebran el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Una jornada para celebrar los logros y hacernos más sensibles y conscientes de que la paz es tarea de todos. Sin embargo, no podemos quedarnos sólo en pancartas y en discursos bonitos. Las guerras, el terrorismo, las dictaduras y los totalitarismos no vienen de la noche a la mañana. Es imprescindible crear sociedades sólidas y con raíces profundas donde, a fuego lento, se cultive el respeto por la dignidad de cada vida humana, la cultura democrática, la misericordia hacia el dolor ajeno, la vivencia plena de las religiones, la justicia social que ponga freno a la desigualdad creciente y que tantos odios genera, el amor por la verdad y, sobre todo, el deseo de fraternidad entre todos los pueblos de la tierra.

La paz se construye poco a poco, y a su vez es excesivamente frágil. Y a veces sólo se valora cuando no la tenemos. Por eso es necesario trabajarla día a día, y recordar que no compete solo a los políticos, sino a cada uno de los ciudadanos de cada país y de cada sociedad. Ojalá seamos capaces de soñar un mundo justo y fraterno, donde todos los pueblos y religiones puedan convivir en paz, donde todos nos sintamos hijos e hijas de Dios, y por tanto vivamos como hermanos en esta gran familia que formamos como Humanidad.

TODO ESTO DIOS, LO PONEMOS EN TUS MANOS