Propósito para este año: menos queja y más gratitud

"...No me gusta. Ya no aguanto más. Tengo derecho. Me lo he ganado. Siempre me hacen la misma. Ya está bien. Si me hicieran caso. El colegio debería..."

Y así podemos seguir durante un buen rato. Porque hay a quienes nos va la queja. Que no es una cosa buena, pero oye, como que da gustito. Y uno sabe que la cosa terminará mal, que te deja un regusto desagradable y de pérdida de tiempo. E igualmente sucede con la queja: sabes que terminarás amargándote más y siendo injusto con la realidad, incluso haciendo daño a alguien. Y, con todo, le damos rienda suelta. Que ya llegará el momento de parar, arrepentirse y cambiar de actitud.

Normalmente lo que nos saca de una espiral de queja es el tirón de orejas que algún amigo, compañero o familiar nos da. O Dios. Tirón que nos hace caer en la cuenta de algo por lo que dar gracias; agradecimiento que, cuando lo reconocemos, nos hace ver con una nueva luz todo aquello de lo que nos quejábamos. Y no era para tanto, nunca lo es. Cómo cambia la cosa cuando uno empieza por dar gracias y luego ve las cosillas que se pueden mejorar. En eso consiste gran parte del examen ignaciano...

Así que, para el próximo año, esperamos poder ahorrar a los otros la tarea. Me bastaré yo mismo para darme esos tirones. Y Él, claro. Lo dicho, el próximo curso, me propongo quejarme menos y comenzar antes por ser agradecido.

Todo esto Dios, lo ponemos en tus manos