En la vida a veces pierdes. Incluso cuando crees no merecerlo. Te rechaza la persona de la que estás enamorado. Te suspenden en un examen importante. Te echan del trabajo. Una enfermedad acaba con sueños o esperanzas. No logras concluir un proyecto en el que habías puesto mucha ilusión... Hay tantas posibilidades de derrota en cada camino…

La derrota es mucho más maestra. Te recuerda que a veces, por muy bueno que seas, la suerte no acompaña. O que hay alguien mejor que tú, y eso no es drama, sino perspectiva. Enseña que los resultados requieren tiempo, esfuerzo y perseverancia. Si lo has ganado ya todo a los 20, tal vez creas que la vida es más fácil de lo que es. O pierdas alicientes para pelear de verdad por alcanzar objetivos que te vayan construyendo por dentro.

José María Rodríguez Olaizola, sj

¿Qué recuerdo tienes de los fracasos en tu vida? ¿Qué has aprendido de esas situaciones?

Esta semana se nos ha invitado a mirar con especial cariño a María, madre de Jesús. Una de sus mayores virtudes fue saber esperar y acoger todo lo que venía con ilusión y agrado. Hoy le pedimos a ella que nos enseñe a acoger incluso nuestra derrota y nuestras debilidades, para así poder crecer más y entregar al mundo nuestra mejor versión.

TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS