FACTORÍA EL PROGRESO
Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron grandes avances técnicos e industriales lo que provocó, entre otras cosas, que una clase social en concreto capitalizara este desarrollo: la burguesía.
Estos avances, sin embargo, no fueron iguales para todos. La nobleza y la alta burguesía controlaban el poder político y económico, mientras que el campesinado y los proletarios de las grandes ciudades vivían en condiciones miserables.
El arte en general quiso reflejar esta realidad tan contrastada de la manera más fiel posible. Nace entonces el Realismo, corriente estética que abarca la segunda mitad del siglo XIX.
En el terreno científico se producen grandes progresos, tanto en la investigación como en la aplicación de los conocimientos que se van adquiriendo. Los avances tecnológicos que se dan en Europa a principios de siglo (ferrocarril, teléfono, alumbrado...) llegan a España a mediados del siglo XIX.
El optimismo y la confianza generados por dichos avances explican la aparición del positivismo (Augusto Comte). Esta corriente de pensamiento defiende la observación y la comprobación empíricas y rechaza todo aquello que no pueda contrastarse a través de la experiencia.
Al calor de todo lo anterior, aparecen dos teorías científicas que transforman la visión del ser humano. Por un lado, el evolucionismo que defiende que los seres vivos son el resultado de un proceso evolutivo (Charles Darwin) y, por otro lado, el determinismo que pretende explicar el comportamiento del ser humano como una consecuencia de la influencia de la herencia y del entorno.
Pues bien, teniendo siempre presentes toda esta variedad de circunstancias, ha llegado el momento de empezar un nuevo viaje por parte de este siglo XIX tan convulso, pero tan apasionante también.
Jardin du Luxembourg
París, 1887. Albert Edelfelt
El Cuarto Estado
G. Pellizza da Volpedo
Une soirée
París, 1878. Jean Béraud
El vagón de tercera clase
Honoré Daumier
Nivel: 4º ESO
IES Juan Carlos I
Murcia
Autora: Pepa Botella