Como punto de partida, creo que todo docente debe ser, ante todo, un aprendiz; alguien dispuesto a reconocer que no sabe y a querer saber; alguien que se arriesga y que, superando el miedo, se equivoca para aprender; y sobre todo, alguien que considera que el proceso de enseñanza-aprendizaje es una carretera de dos sentidos, donde todos aprendemos de todos.
¿Qué es importante para mí como docente?
- Establecer una relación cercana con el alumno individual y con el grupo basada en la honestidad, la comunicación y la justicia. No se puede enseñar lo que uno no cree.
- Dominar la materia y actualizarse.
- Predicar con el ejemplo. Los alumnos ven mucho más allá de nuestras palabras. Si tú eres incapaz de ponerte de acuerdo con tus compañeros para realizar un proyecto común, difícilmente podrás ayudarles a trabajar de manera cooperativa.
- Aceptar que no todos aprendemos igual ni al mismo ritmo y valorar los logros de cada individuo dentro de sus capacidades.
- Arriesgar con nuevas metodologías aprovechando los conocimientos y las experiencias previas que han demostrado ser eficaces.
- Considerar el error como un método de trabajo. Si no te equivocas, no aprendes.