HERMANO ALCIMO MARIA Louis Beyla.
8 III 1883 3 + IV 1973
II Hermano Visitador de Antillas México durante diez años, Procurador General del Instituto que volvió a México a terminar sus días en servicio a las Hermanas Guadalupanas de la Salle.
Nace el Hermano Alcimo María. Louis Beyla el 8 de marzo de 1883, en Saint Maurdes Fosse, en los contornos de Paris. Hijo único de una familia acomodada, tuvo la pena de perder a su mamá a la edad de seis años y a su papá cuatro años más tarde. Así el niño quedará marcado de por vida por la falta de un hogar con todas las implicaciones que esto comporta. Es obvio que su sensibilidad llevará esas huellas durante toda su existencia. Muchas veces se hablará de él como un hombre reservado, distante, poco comunicativo, algo misterioso.
Él mismo escribirá: “en mí, la sensibilidad predomina, mi alma vibra a la menor impresión, una muestra de afecto me conquista, me encabrito frente a un reproche, me emociono, me exalto con la lectura de una hermosa página literaria y la audición de una bella música.
Esta sensibilidad exagerada me perjudica fácilmente.” El también hubiera podido suscribir lo que uno de sus colegas romanos escribió de sí mismo: “Tengo una sensibilidad casi femenina, esto es lo que me obliga a retenerme para no abandonarme a mi emotividad; por ello parezco frio” (H Aristide Léonce). Allí tenemos la predominante de su vida entera. Para contrarrestar tendrá que desarrollar una fuerte voluntad, cierto voluntarismo. Pero sólo así pudo llegar al dominio de sí mismo de todos admirado. Si agregamos sus aptitudes artísticas entenderemos a este personaje en sus conquistas dolorosas, calladas y sin tregua y más de alguna vez muy cerca de una depresión nerviosa.
Privado de su mamá a temprana edad, el papá creyó conveniente buscar educadores afamados para el niño de siete años, y los encontró en el internado del colegio de San Nicolás de Vaugirard en el corazón de Paris. Un centenar de lasallistas lo atendían con total entrega. Allí encontró Luis durante once años su verdadero hogar… hasta su entrada al noviciado a los 18 años.
Su niñez, adolescencia y juventud ahí transcurrieron, se forjaron y enfilaron su vida hacia rumbos no soñados, tal vez. Pero él también hubiera debido repetir el verso de Saint Exupery en la “Cidatelle: Je vais, rameur infatigable, vers où je vais” (Seré un remero incansable, hasta llegar donde quiero). No sabe a dónde va pero algo le dice en su interior que no está abandonado. Una anécdota, al mes de su entrada, nos lo pinta a lo vivo. Probablemente el Hermano acaba de leer la liturgia del día de Todos los Santos sobre los 144 000 elegidos. El niño contesto: Yo seré de los 144 mil, relatado por el mismo. Sale a flote su emotividad y su espontaneidad lo mismo que la generosidad de su corazón.
Los años de internado se deslizaron entre alegrías, penas y luchas. Entre las primeras, además de su formación intelectual se encuentra el desarrollo de sus cualidades musicales, al formar parte de la orquesta de la cual llegó a ser el mejor instrumentista en 1899; esto le valió una medalla de oro. Durante los tres últimos años de su escolaridad frecuentó los talleres mecánicos como aprendiz. Las largas horas de taller le inculcaron la precisión, el método, el rigor del trabajo bien hecho y el sentido de la realidad que formaron parte de su personalidad.
Pero las penas y luchas no escasearon, se acentuaron en su juventud. La primariedad de su carácter lo volvió un líder temido por los encargados de disciplina que espiaban y sospechaban de cada uno de sus ademanes … atravesaba una crisis moral excepcional, a los 17 años temía o creía haber perdido la fe … estaba en rebeldía contra la autoridad[1]. Dios le ofreció un padre espiritual en la persona del Hermano pro Director Basile Joseph Levesque[2]. Según expresión suya, la gracia de esos once años, fue excelentemente este encuentro con el “Padre de su alma”. A él le atribuye además la gracias de su vocación religiosa.
En el seno de la familia lasallista:
Llegaba Luis Beyla al final de sus estudios en St Nicolás, y aún no se vislumbraba nada en su futuro; en todo caso no había por de pronto indicios de su vocación religiosa en este joven más bien revoltoso, inquieto y un tanto rebelde a la disciplina. Como era costumbre, los finalistas iban a tener un retiro de encierro en Athis y Luis no apareció en la lista. Como explicación oyó estas palabras de su padre espiritual; “No puedo admitir en el retiro un elemento de desorden y disipación. Súplicas y promesas de parte del candidato consiguieron la autorización para entrar a los ejercicios espirituales. Su testimonio es patente: “El día mismo de la apertura de los santos ejercicios el llamado de Dios se dejó oír en mi alma”. Cuatro meses más tarde, acompañado del Hermano Basile Joseph, entraba en el Noviciado de Paris.
Aparentemente la decisión fue fruto de un entusiasmo pasajero. Pero la vida entera del Hermano Alcimo María probó que no lo fue. La gracia había trabajado en la hondura del alma de este joven honrado, servicial y de buen corazón, según era catalogado por sus compañeros. Tuvo la gracia también de encontrar al Hermano Basile que lo supo comprender con solicitud extrema. En la vida del Hermano Alcimo encontramos varias amistades tan profundas, tan íntimas y tan constantes que sólo existen cuando Dios las construye. Tres Hermanos fueron sus auténticos padres. El primero es al parecer el Hermano Basilio José, que lo guió en los años decisivos de su juventud. El segundo que lo marcó para toda su existencia, fue su director de Escolasticado, el Hermano Anthime Louis. Veinte años seguidos será su maestro venerado, luego su compañero y amigo de una fidelidad a toda prueba. La muerte del Hermano Anthime Louis, que había llegado a ser Asistente General, lo dejó huérfano nuevamente, pero Dios ya le había proporcionado otra amistad entrañable en la persona del Hermano Adrien, Asistente y luego Superior General, amistad que duró hasta la muerte del Superior en 1936, fue su confidente y guía durante el período de sus primeras y grandes responsabilidades. Estos tres hombres de gran valor colaboraron asidua y fraternalmente a labrar la personalidad extraordinaria del Hermano Alcimo María. Fueron faros de luz y de esperanza de toda su vida.
Con su toma de hábito del 26 de octubre, acompañado de 46 compañeros; Luis entró a formar parte de la familia religiosa de San Juan Bautista de La Salle, que supo honrar y defender durante 70 años.
Al siguiente año pasó al Escolasticado donde fue recibido por su Director el Hermano Anthime Louis de 35 años de edad y responsable de 104 escolásticos y 12 profesores. Como queda dicho anteriormente el nuevo escolástico supo reproducir la fisonomía moral y espiritual de su director: el gusto por el voluntarismo, austeridad en el tren de vida, atención a Dios, aplicación a la oración, manera de programar y controlar todo. Fue más que todo esto; fue un verdadero modelo su “prefiguración”, según el biógrafo Maurice Auguste.
Un año de escolasticado y pasa a ser profesor del mismo. En 1904, recibe su obediencia para su antiguo internado de San Nicolás de Vaugirard. Durante cuatro años consecutivos se hizo cargo de una clase de pequeños.
Maestro y Militar.
1903 – 1905, fueron años negros para las Congregaciones religiosas en Francia, como lo sabemos. Tienen que vivir en la clandestinidad o expatriarse para ser fieles a su conciencia. El Hermano Alcimo va a vivir un torbellino doloroso, preludio de otros venideros. Al terminar su retiro de agosto de 1904 tuvo el valor de escribir: “Acabo de terminar este retiro con un gran punto de interrogación. ¿Qué será de mí dentro de un mes? ¿Cómo haré mi retiro el año que viene?... He aquí que ha llegado el tiempo de prueba. ¡Jesús ven en mi ayuda¡ ¡María sé mi auxilio¡ Todo a Jesús por María ¡Adelante¡
Antes de las grandes decisiones, llega otra prueba, el servicio militar de tres años seguidos. Acaba de terminar su retiro de treinta días el 16 de septiembre de 1905 y pocos días después ya con uniforme militar está en el cuartel a treinta kilómetros de Sedan, llevando la vida de soldado en un regimiento de infantería.
¿Cuál será su actitud durante tantos meses? La de un religioso bajo un capote militar. Sus dos confidentes el Hermano Adrien y el Hermano Anthime Louis estuvieron en continua correspondencia con él, como lo demuestra el legajo de cartas clasificadas por el soldado religioso. ¡Admirable amistad que sabe estar al lado del amigo probado! Fue ascendido primero a Cabo y después a Sargento, nos dice que tuvo que hacer grandes esfuerzos para conservarse como religioso.
Su decisión no ha cambiado, al año de servicio militar, después de un retiro pronunció sus votos trienales a pesar de sentir angustias que se amontonaban sobre su familia religiosa con el cierre de centenares de escuelas y la secularización o expatriación de algunas de sus amistades; la incógnita que hay en su horizonte al terminar su servicio. No importa, el proclama que quiere ser fiel al llamado de Dios y perseverar como hijo de San Juan Bautista de La Salle.
Concluidos los tres años de servicio militar se reintegró a su comunidad, que aún no ha recibido el decreto de clausura. Pero el drama interior continúa ¿Qué hará cuando tenga que optar?
En el mes de agosto de 1909 hace su segundo retiro de treinta días. Al final escribió en su cuaderno de notas sus resoluciones que traducen su decisión asumida ya: “He aquí el momento de tomar alta mar, este mar que no he recorrido, me ofrecerá más riesgos que el de San Nicolás” ¿En qué mar piensa? ¿Del mar material o del mar de la existencia? Lo cierto es que el 18 de septiembre de 1909 el Hermano Alcimo llegó a Caluire con el fin de prepararse para atravesar el Atlántico al final del año. México lo necesita, Querétaro lo recibe en diciembre de 1909.
El expatriado:
Cuando llega a México tiene 26 años, pero ha acumulado ya mucha experiencia que le da madurez y le ha dejado algunas cicatrices. Los cinco años que va a pasar en Querétaro en medio de sus alumnos de Comercio lo enriquecerán aún más. Su confidente, el Hermano Anthime será su visitador durante cuatro años y fue el instrumento para que pudiera llegar a tierras americanas, lo seguirá muy de cerca. El discípulo será siempre muy digno de su amistad. Lo prueba tal vez el siguiente episodio que también va a demostrar los quilates de este joven religioso que no tiene aún votos perpetuos. El Hermano Visitador ha planeado un Noviciado en México. Todo está preparado pero falta completar el pago. Al conocer la situación, el Hermano Alcimo María ofreció casi la totalidad de su herencia de 33 000 francos oro para completar el pago. El Hermano Allais Charles, asistente, al admirar el desprendimiento de su inferior le contesta: “para usted, hijo mío, he dudado, he reflexionado aún; aún he orado también con el fin de conocer la santa voluntad de Dios en esta ocasión… Me parece que debo atender a sus razones… y será absolutamente sin reserva… hijo del Instituto… Gracias mi muy amado Hermano en nombre de la Congregación y de México.
Pero el país se ve conmocionado socialmente. Una revolución sangrienta estallará pronto. Las obras de Dios van a naufragar. Así fue como los Lasallistas se ven obligados a cerrar sus clases en agosto de 1914.
Refugiado en la Isla de Cuba:
La expulsión de Querétaro llevará a los refugiados a la Habana atravesando el sur de la Unión Americana, para tomar el barco en Nueva Orleans; así inicia una larga permanencia en Cuba que le proporcionará el contacto con el dolor o más bien con la depresión nerviosa: neurastenia o anemia cerebral.
Un trabajo intenso en México, las zozobras de los dos últimos meses en Querétaro y una aclimatación difícil debilitaron a su constitución física. Hasta 1918 su salud exigió atenciones continuas, reposos y tiempos de descanso. A pesar de esto siguió dando clases en la Escuela de San Diego de los Baños, recién organizada. En 1919 se halla como titular de los alumnos mayores de comercio en la Academia de La Salle de la Habana.
Agosto del mismo año marca el inicio de una carrera administrativa que proseguirá hasta 1963. Son 44 años de importantes responsabilidades que se estrenan con el directorado del colegio habanero, 300 alumnos, 13 religiosos. Del Hermano Asistente Adrien recibe los consejos siguientes: “Sea muy bueno y paternal…Trate de hacer todo con calma y con plena serenidad; esto favorece la vida interior sin la cual no se puede hacer nada profundo para las almas…” Consejos que practica y que nunca echará en saco roto.
Al año siguiente toma una resolución que será su regla como superior. “Hacerme una ley el callar sobre lo que hacen o dicen los Hermanos” siempre fue muy discreto en todas sus acciones.
La función directoral le da la ocasión de adquirir experiencia de trato con el mundo y con las personas, medio en el cual se va a mover en adelante.
En 1922, recibe con alegría la noticia de que los Superiores le ofrecían la gracia del Segundo Noviciado de cien días, como se llamaba entonces al de tres meses de renovación espiritual. Por razones de prudencia no tuvo la dicha de pasar por Paris, puesto que no había participado en la guerra que había terminado hacía dos años. Vivió por primera vez en la casa Madre de Lembecq que será su residencia dentro de once años.
Tres meses de intensa profundización sobre el Fundador, de interiorización y de su plan de vida expresado así: “Regular mi voluntad sobre la voluntad de Dios y hacerla más fuerte y más estable. Tomar como vía espiritual al Espíritu Santo y su divida Jesús y María. Por lo visto no fue letra muerta; al contemplar la actuación del Hermano Alcimo en los años venideros: voluntad decidida y serena, motivos de conducta inspirados en Jesús y María.
Provincial errante:
Apenas tuvo tiempo de volver a ocupar su puesto en la Habana y Dios le hace otro llamado de valor y entrega. La responsabilidad de un Distrito muy extenso le incumbe; Distrito Antillas México. Va a tener el cargo de México en tiempos muy difíciles: volver a pisar sus playas que contempló por primera vez en diciembre de 1909. Aunque parezca extraño, en una carta del 6 de octubre de 1924 entrega sus sentimientos más bien pesimistas sobre esta parte al decir: “en lo hondo de mi alma no tengo entusiasmo por esta porción del Distrito; si no fuera por las casas de formación vería allá el limbo del visitorado. Hay horas en que los resortes brincan en mí y entonces soy de una pusilanimidad vergonzosa. Vivo una atmósfera grisácea.
Constituye su Distrito dos partes muy diferentes: Cuba y México que se reconstruye poco a poco. El Golfo de México los separa y 48 horas de barco se necesitan para enlazarlas, más 14 horas de tren para llegar a la Capital mexicana.
Su nombramiento lo hacía responsable de 164 Hermanos con 4 casas solamente en México y 9 en Cuba. Si México aparece como el sector pobre, era, con todo, la esperanza y el foco generador del Distrito por las casas de formación: Noviciado Menor, Noviciado y Escolasticado. Razón tenía el nuevo visitador de mirarlas con afecto.
Al querer presentar un esbozo de sus actividades como Superior basta pensar en sus dos fundamentales obligaciones: La de presidir los retiros y efectuar la visita de cada casa dos veces al año.
Son más o menos seis meses que destina a cada sector. Para México, mayo y junio son destinados a las visitas regulares, luego noviembre, diciembre, enero y parte de febrero para los retiros. En Cuba su permanencia es en julio, agosto, septiembre y octubre para los retiros y su primera visita de las comunidades. Luego, marzo y abril para las segundas visitas.
Durante exactamente diez años el Hermano Alcimo va a surcar el golfo y recorrer la sabana cubana y ascender a la altiplanicie mexicana. Diez años con sus grandes alegrías y sus lotes de interminables penas y zozobras. Diez años que lo adiestraron en hallar solución a las dificultades y que le ayudaron a transformarlo en un verdadero jefe y un superior excepcional, “lleno de dignidad que inspiraba respeto, prudencia y sagacidad, dominio absoluto de su mismo y un carácter enérgico, de exterior reservado y corazón extremadamente sensible. Fue para todos un Buen Samaritano” [3]
Y aún más, para los Hermanos jóvenes todos los testimonios son unánimes para reconocer la superioridad del Hermano Alcimo. Los Hermano cubanos y mexicanos confiados a su cuidado lo vieron al pie de la lucha y pudieron apreciar su valor, su ecuanimidad, su sangre fría, su entrega a las obras, así como su esmerada y fina educación que hicieron de él un perfecto gentleman.
La presidencia de los retiros lo absorben mucho, porque son retiros de ocho días en cada sector. Varias veces retiros de treinta días. Las visitas a las comunidades lo enfrentan a los problemas diarios e inherentes a las épocas más o menos turbulentas.
En los 15 primeros capítulos de la historia de La Salle en México II se describieron las situaciones angustiosas por las cuales pasó la obra lasallista en México. Su responsabilidad directa estuvo siempre enfrentada con problemas y aparentemente sin solución. Pero supo hallar caminos y sostener mil buenas voluntades para capotear las tormentas. Pero quién dirá las preocupaciones que lo persiguieron día y noche, por tierra y por mar. Sólo una fe inquebrantable pudo sostenerlo. México fue su crisol. Cuba no se quedó atrás durante los tres últimos años con la revolución larvada que desembocó con la caída violenta del General Machado en agosto 1933.
Otra inmensa pena lo embargó cuando en agosto de 1929, tuvo la noticia cablegráfica del asesinato del santo Hermano Emilio. Presidía entonces el retiro en Guantánamo; su serenidad y su espíritu sobrenatural impresionaron fuertemente a todos.
Penas más íntimas brotadas de incomprensiones e infidelidades, se aunaron a enfermedades y muerte de dos Hermanos jóvenes en Cuba. Resume en unos apuntes personales: “mes penoso; cierre del noviciado menor en Cuba, accidentes, enfermedades, cambios, contradicciones y críticas de mi conducta, (Vedado sep. 1930)
Las alegrías no escasearon por otra parte. Entre ellas destaca la visita del Hermano Superior General Allais –Charles a México y Cuba en 1925, luego su paso por Cuba en 1927 rumbo a Panamá. Su elección como delegado al Capítulo General de 1928, que le ofreció grandes satisfacciones. De este Capítulo escribió entre líneas enigmáticas: “He prometido y renuevo mi promesa de callar lo que pasó a mí respecto al Capitulo”
Siguieron después dos retiros de Visitadores de América Latina en Panamá, 1930 y 1932 que lo pusieron en evidencia y renovaron sus energías. Las mayores alegrías surgen del contacto con los Hermanos; las casas de formación le dan plena satisfacción a pesar de la turbulencia que reina en México. Hay trigo que crece en los semilleros vocacionales: 45 Novicios Menores, 16 Novicios y 24 Escolásticos al final de 1932, tres meses antes de que el Hermano Visitador se despida de las obras: “en las cuales he trabajado, de las almas que he conocido, animado o que han sido para mí modelo de virtudes durante 24 años” [4]
[1] Apuntes personales del Hermano Alcimo María
[2] En la biografía del Hermano Basile Joseph “un hijo espiritual” sin nombrar al Hermano.
[3] Testimonio del Hermano Delmas.
[4] Pág 118 Biografía del Hermano Alcimo María por F:A:M Hermans. Roma
Belga y Romano:
Casi un cuarto de siglo en que la subida audaz del Hermano Alcimo se efectuó en tierras americanas. Ahora son otros climas y otras responsabilidades la que le esperan. A principio de abril de 1933, el Hermano Alcimo debe despedirse de la Habana para embarcarse y estar al fin del mes en Lembecq
para el retiro de los Hermanos Visitadores. Al final del Retiro recibe la obediencia como Visitador General y Director del Segundo Noviciado. Son dos puestos claves, para los cuales su consejero por largos años, el Hermano Superior Adrien, lo designa. Recibe tres consejos de él muy juiciosos: “Cada alma tiene su espiritualidad… que los inferiores sientan que se les quiere, que se les trata como a hombres… no violentar, no ponerse nervioso, pero guardar una tenacidad dulce… [1]
[1] Idem pág 119
He aquí un campo maravilloso en el que se dan sus discípulos por medio de sus impecables conferencias, en las conversaciones particulares, recreos, paseos y en el continuo contacto con ellos. Bélgica fue su sede durante tres años y Roma lo será un año más. La Casa Generalicia se trasladó al centro del catolicismo en 1937, con todos sus organismos. Allí el Hermano Alcimo va instalarse pues no pudo prever que su permanencia durará por más de veinticinco años.
El año 1936-37, marca un año de prueba agotadora. Él mismo escribe: “Año muy penoso, no se parece en nada con lo que había sucedido anteriormente…” Se siente incomprendido de sus Superiores y en 1937 menciona la depresión moral. Fue necesario, y la atención médica… La dirección del Segundo Noviciado pasa al Hermano Gordien Desiré y el Hermano Alcimo continúa con su labor de Visitador General de las casas de formación. Unos meses después la Providencia le abría senderos de nueva subida, inesperado como son los caminos de Dios.
Se trata del cargo de Procurador General ante la Santa Sede, algo así como embajador en el Vaticano. Su sorpresa tuvo que ser grande porque nada lo había preparado a este puesto de importancia: italiano, latín, derecho canónico, apenas en nociones más que elementales; ignorancia total de expedientes a causa de la muerte inesperada de su predecesor. Razón tenía al escribir al Hermano Superior General unos años después…”tuve un período de iniciación muy laborioso y sembrado de innumerables tropiezos” Pero sí su aprendizaje resulto difícil, fue excelente. Sus 25 años frente al cargo dan fe de ello.
Sus colegas Procuradores de otras Congregaciones lo atestiguaron en la despedida que le hicieron en 1962: “Usted fue durante largos años el decano de nosotros; decano querido, sonriente y venerado… todo eso hizo de usted un Procurador ejemplar y de quien procuramos y procuraremos inspirarnos,,,” [1]
1946 y 1956 fueron momentos cruciales para el Instituto; dos Capítulos Generales en los cuales el Hermano Alcimo jugó un papel de primer plano por su experiencia, sus convicciones y su amor al Instituto. Nadie se extrañará que en la primera votación su nombre apareciera como candidato a ocupar el primer puesto de la Congregación. Preparado para esta eventualidad, pudo presentar opiniones médicas para eliminar esta responsabilidad.
En 1962 obtuvo un sucesor ya preparado a su lado. Se retiró a Athis, cerca de Paris, para revivir recuerdos lejanos, en particular “los de la tarde del 31 de marzo de 1901, cuando me tocó la gracia de la vocación”. Estancia corta de un año. Luego a México durante tres meses. Retorno a Athis, con el fin de poner en orden sus papeles y asuntos y regresó definitivamente a México el 8 de enero de 1964.
Le quedaban once años que supo gastar hasta el último momento, principalmente al servicio de las Hermanas Guadalupanas de la Salle. Su salud se fue debilitando cada vez más: operaciones, disminución de la vista y el cáncer final de garganta que agotó su organismo. El martes 3 de abril de 1973 entregó su alma a Dios a quien sirvió con tanto fervor.
Queda una pregunta sobre los motivos que lo indujeron a escoger a México como terminal de su larga vida. Necesidad de actividad, radicalidad, de servir a su Congregación y sobre todo a las Hermanas, algo del subconsciente por las decisiones tomadas en 1909 y 1911 con su despojo de su herencia a favor de las vocaciones mexicanas; Dios supo inspirarlo.
Hasta el último momento fue un hombre siempre en tensión hacia lo más perfecto. En lo humano: hombre de gran distinción, pulcritud, de trato fino, sonrisa perene, lenguaje culto y pulido, trabajo esmerado, impecable, documentado. Conferencista notable: perfección en la claridad de conceptos, la lógica y la doctrina. Lo más asombroso la duración era invariablemente de treinta minutos.
En lo religioso: hombre de fe profunda, delicadeza, fidelidad, de sacrificio. Sus numerosos apuntes de los retiros y de las recolecciones mensuales, demuestran su sed de elevación sobrenatural, de unión con Dios, de fidelidad a su santa voluntad y de piedad filial a la Santísima Virgen.
Hombre de Instituto que sirvió con fervor, amor, con pasión durante más de 50 años. Hombre de Iglesia, amante de Roma, de sus directrices y de sus Papas. Hombre de Dios en quien buscó sostén, consuelo, fortaleza. ¡Soy todo suyo¡, Suyo. No hacerme esclavo de un superior, de un hermano, de un niño, de un proyecto, de un trabajo…seo sería desviación de mi consagración absoluta y universal al Único Maestro.
Biografía redactada por el Hermano Bernardo Alfonso Grousset, basada en la biografía del Hermano Alcimo redactada por Procuradores Generales de varias Congregaciones.
[1] Pág 202 Biografía del Hermano Alcimo María por F:A:M Hermans. Roma