195 HNO BERNARD ALPHONSE Régis Aguste Grousset 1908 +12 IX 1986
Biografía del Hno. Bernardo Alfonso Grousset Vialette realizada por el Hno. Víctor Bertrand Rangel, Pág. 9-30
PRIMEROS AÑOS DEL HERMANO BERNARD ALPHONSE GROUSSET
En la carta que dirigió al Hermano Agilbert-Marie, Visitador General, solicitando recibir el Hábito de los Lasallistas, resume los primeros años de su vida.
"Nací en Mendigoules, Tence, en el Alto Loira, Francia, el seis de octubre de, 1908. Mi padre, Auguste Grousset, terrateniente, era impetuoso y tierno; abnegado, colérico y violento pero que rápidamente perdonaba y olvidaba. Mi madre, Marguerite-Marie Vialette, de bondad innata y a toda prueba. Fui el tercero de la familia Grousset con nueve hijos, seis varones y tres mujeres".
"Desde los cuatro años me llevaban a casa de una señorita que me enseñó el Catecismo y me preparó a la Primera Comunión que recibí a los siete años. Luego, no dejé de asistir a la lección diaria de Catecismo y recibí ejemplos imborrables que mi catequista; imprimió en mi alma. Sobre todo, su bondad cuando nos reprendía y lloraba por los pecados que algunos cometían".
"A los nueve años principié a estudiar con un institutor laico; durante el verano cuidaba las vacas de mis buenos padres; seguía yendo dos horas diarias al Catecismo. Los domingos asistía a Misa de seis de la mañana en Tence, recorriendo cuatro kilómetros; por la tarde jugaba a los bolos con mis hermanos"
"Me confesaba y comulgaba todos los meses. No sé si realmente me conservé totalmente puro durante mi infancia; pero no había en mis culpas todas las condiciones que se necesitan para pecar mortalmente. He conservado, en consecuencia, la pureza y estoy resuelto a conservarla cueste lo que cueste, con el auxilio de la Buena Madre".
"Por inspiración del Hermano Alphonse de Jésus, pasó por mi casa el Hermano Eugenio; visitó a mi familia durante el mes de julio de 1920. Era la primera vez que veía yo el Hábito de los Hermanos de las Escuelas Cristianas; esta visión causó en mí una verdadera felicidad y dije para mis adentros: "Yo, personalmente, revestiré ese Hábito".
"Efectivamente, después de reiteradas visitas del Hermano Eugenio, ingresé en el Noviciado Menor de Vals el 13 de noviembre de 1920. Más tarde mi hermano menor, Marius, seguirá mis pasos. Durante ocho meses permanecí en esa bendita casa; fui seducido por la Sagrada Eucaristía. La comunión era para mí el gran momento de la gracia; no poco me ayudaron los "Rayons Eucharistiques".
"Reinaba gran espíritu de familia, vida metódica y laboriosa y, sobre lado, vida espiritual de calidad En estos ocho meses no tuve más que una falta: durante un paseo bebí dos vasos de agua y solamente permitían tomar uno; eso me revela que soy muy sensual, lo que perdura en mí, he combatido fuertemente esa sensualidad".
"Algunas amistades particulares y ciertas preferencias que mis profesores tuvieron conmigo, tampoco contribuyeron mucho a mi formación".
"A mediados de agosto de 1921, con unos cuarenta compañeros, pasé al Noviciado Menor de Buzenval bajo la dependencia del Hermano Visitador General Agilbert Marie. Éramos como cien Novicios Menores de trece a dieciséis años, distribuidos en cuatro salones de clase; estudiábamos para ser maestros, en previsión de pertenecer al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Usted supo bien cómo me porté, ya que me conoció mejor que yo mismo".
"Subí al Noviciado de Hal en julio de 1924. Para mí fue el gran consuelo y el momento del sacrificio plenamente paladeado. Me encuentro muy bien, con la intención de ser un buen hijo de San Juan Bautista De La Salle; me aplico con fervor a seguir muy bien mis obligaciones y ejercicios, pese a mis pequeños fracasos".
"La oración está bastante bien; de vez en cuando me invade la distracción, pero la venzo casi siempre. Comulgo diariamente. Rezo el Rosario, mañana y tarde, pero debo progresar en esto. Me aplico al recogimiento, al Espíritu de Fe, al silencio y a la castidad".
"Desde 1921 tengo la idea de ser Hermano Misionero; si este ideal mío se realizara, pienso que yo sería el más dichoso de los hombres".
"En vista de mis buenas disposiciones y del gran deseo que abrigo de ingresar al Instituto, Carísimo Hermano Visitador, le suplico que me admita a la Toma de Hábito del 7 de septiembre de 1924".
"Soy con un profundo respeto, Carísimo Hermano Visitador, su muy humilde y obediente inferior".
Grousset Régis.
Con ocasión de los sesenta años de su consagración definitiva como "Misionero" escribió su "Magníficat" en una de cuyas estrofas dice:
"Porque religiosa vida sedujo mi alma desde temprana edad
cual potente faro que atrae los barcos en los océanos".
ALGUNOS DATOS GEOGRÁFICOS SOBRE EL TEATRO DE ESTOS PRIMEROS AÑOS
El Alto Loira es un Departamento que ocupa la región central de Francia; debe su nombre al río Loira que lo atraviesa de sur a norte; pertenece a la región conocida como el Macizo Central, meseta que ocupa la sexta parte del país.
Tiene una elevación media de novecientos metros sobre el nivel del mar; es un conglomerado de rocas graníticas y exhibe numerosos volcanes hoy extintos que se van repoblando de vegetación; está surcado por numerosas gargantas y barrancos; en general, su clima es frío.
Regado por numerosos ríos, afluentes del Loira, nos interesan Le Lignon y la Sérigule que abrazan a la población de Tence.
Este poblado de entonces, 4,500 habitantes, está asentado en una colina que domina numerosos y risueños valles; uno de ellos, a cuatro kilómetros de Tence, se llama Mendigoules, fue el caserío donde nació el Hermano Bernardo.
TOMA DE HABITO EN EL NOVICIADO DE HAL, BÉLGICA
"El domingo siete de septiembre de 1924, el Carísimo Hermano Visitador General Agilbert-Marie, tuvo la dicha de revestir con el santo Hábito, a cincuenta y cuatro postulantes en el Noviciado de Hal".
"Bella y consoladora ceremonia, esos postulantes provienen de cinco Distritos: de París, Le Puy, Le Mans, Cambrai, y Saint-Omer".
Así queda consignado en el Bulletin del Instituto (octubre de 1924), este acontecimiento que concierne a nuestro biografiado.
El Hermano Bernardo conservó, mimeografiada, la lista de los componentes; copiada en 1956, habían muerto en el Instituto cuatro, veintidós' vivían fieles, ocho de ellos eran directores, y el H. Bernardo, Visitador del Distrito de México. Anotaba con santo orgullo que el' índice de perseverancia se acercaba al 50%, treinta y dos años después.
El ferviente Novicio escribirá al, cumplir sus sesenta y cinco años, estas bellas anotaciones que se refieren a los años que nos ocupan; cincuenta de Profesión Perpetua:
"Puedo resumir el trayecto de mi vida en estas realidades":
• Fui elegido: es un hecho que ahora compruebo con precisa claridad; sin saber nada ni comprender nada, Jesús pasó, a los 12 años de edad, muy cerca de mí. Yo no estaba presente, pero mis queridos padres dijeron (al Hermano Eugenio): "Te lo entregamos gustosos, si él quiere".
• "En 1920, en octubre, dije "sí" pero sin comprender, como los Apóstoles que siguieron a Jesús de Nazareth. En Vals, el 13 de noviembre y en Buzenval el dos de octubre, vi; y luego comprendí el "sí": fui literalmente seducido por Él. En 1923 quise (entonces sí fui yo quien escuchó la llamada) ser misionero, darlo todo al TODO".
• "La toma de Hábito y el Noviciado me hundieron más profundamente en el océano de amor por Jesús y por las almas. No se puede imaginar lo que entonces viví durante dos o tres años; era la embriaguez producida por el amor a Jesús".
"Nada, pero nada, podía detenerme: había que darlo todo, ofrecerlo todo, todo el ser, toda la vida, y sin ánimo de "retomar" nada. El, entonces, se apoderó de mí para nunca jamás soltarme: ¡GRACIAS!"
"Estos son mis setenta y cinco años, no son más que eso, solamente eso.
En Nuestra Señora de las Nieves, 17 al 23 de julio de 1983.
Así las cosas, no nos extrañará que el ferviente Novicio apuntara su generosidad tan alto: "ser misionero".
Con razón, el padre Jean Digonnet, del grupo "Fidel Donum", radicado en Colombia como misionero, comprende la actitud de su pariente político y pronuncia en la Hornilla de la Misa, celebrada el cuatro de octubre de 1986, esta elocuente alocución:
"El Hermano Grousset había tomado al pie de la letra esta afirmación de Cristo: El que pierda su vida por Mí, la salvará".
"Evangélicamente impulsado, respondió a la primera llamada del Señor, llamada a la vida consagrada, lo que le hizo dejar a Mendigoules para ir a Vals, cerca del Puy, después para trasladarse a Buzenval, cerca de Paris, y luego partir a Bélgica". En este último lugar concretizó la llamada aún más exigente: "Deja tu patria, cruza los mares..." El paso de un Hermano que volvía a México decidió la orientación definitiva de su vida. No tenía más que diecisiete años y, partir, era partir para siempre sin esperanza de volver. Lo sabían igualmente sus padres. Escuchemos cómo lo aceptaron.
Cortaremos aquí la Homilía del Padre Jean, que cita un simple renglón de las dos espléndidas cartas del papá; preferimos darlas a conocer "in extenso", aunque algo largas, pero cuyo contenido nos dará razón de la vida de su familia, de sus labores agrícolas, del ambiente católico del lugar, cristianísimo en esa época, y que cuenta en la actualidad con más de ciento sesenta misioneros originarios del Alto Loira, esparcidos en cincuenta naciones fuera de Europa; este dato está en un folleto de Maurice Dechaud, que él declara "incompleto" y lanza una invitación para que sea revisado y puesto al día. Tiene fotos, lista de los 160, etc... Claro, es un poco antiguo, pero demuestra un movimiento al que se enrolará el Hermano Bernardo.
El Hermano Bernard Alphonse debía recabar el permiso para ir a "las misiones", solemne, como era costumbre, ante la imagen del Sagrado Corazón, enciende más y más su propósito: así es cómo el 8 de septiembre de 1985, al cumplir sesenta años de su toma de Hábito, escribirá un "Magníficat y dice en una de sus estrofas:
"Porque su amor inflamó la llama de mis ideales:
dejar el hogar, la Patria, los mares surcar lejanos, llegar a enseñar su Nombre"
Cuando pronuncia sus primeros Votos, el proyecto se torna inmediato, total, definitivo. "La pureza del corazón permite a la voz de Dios resonar libremente en el alma", dirá un autor al que otro le hace eco: "La adolescencia es la única edad para optar con radicalidad".
Durante su Segundo Noviciado en Roma (1946), escribirá: "Mi ida a México fue efecto de puro amor, como lo juzgo yo ahora. Yo me sentía capaz de todo".
Pero ya es tiempo que leamos las cartas que escribió a sus padres. O, mejor dicho, las respuestas a sus cartas, que no conocemos, para pedirles la autorización de ser "misionero".
Mendigoules, el 9 de agosto de 1925.
Mi querido hijo:
Por favor, perdona el pequeño atraso de esta carta; no te preocupes, pues es que estábamos cosechando con la máquina desde el lunes, y cuando recibimos tu carta andábamos ocupados desde la mañana hasta lb noche recogiendo el trigo y haciendo gavillas; puedes creernos que, a pesar de nuestra voluntad, no pudimos proceder en otra forma.
Hacer rendir a la máquina nos llevó a organizarnos en cuatro equipos unidos de modo que en la semana logramos de nueve a diez gavillas, todo ligado y molido. Pensamos que obtuvimos un rendimiento suficientemente bueno en grano y en paja.
Todavía no podemos sembrar el trigo, pero no tardaremos, pues ésta es la época de sembrarlo aquí; pero terminemos ya de charlar de eso y hablemos de lo tuyo, un poco contigo.
Nos dices en tu carta que te encontraste con tus cohermanos que se habían quedado en París; seguramente eso te emocionó mucho, sobre todo con Digonnet seguramente, pues tú lo conocías muy bien.
Ahora, mi querido hijo, veamos cómo nos vamos a poner de acuerdo sobre tu petición que vuelves a renovar en tu carta que acabamos de recibir. Si es como aseguras, que lo has reflexionado mucho y que desde 1922 lo piensas, concluimos que eso está firme en tu cabeza y que no harás servicio militar ni en Francia ni en ningún otro lugar. Creemos que también se presentarán otros problemas que yo no te puedo explicar.
Este sacrificio que tú nos solicitas nos ha inquietado mucho; hemos hablado con tu tía religiosa sobre tu asunto; ella nos consoló mucho y sencillamente nos aconsejó que te dejemos ir, pues seguramente Dios te llama a esos países lejanos.
Pues bien, los dos, con lágrimas en los ojos, te decimos: "sí" vete, y tú serás nuestra dicha; nosotros no queremos oponernos a tu felicidad ni hacer fracasar tu vocación; no podemos oponernos, si tú sientes que Él te llama allá. Pero te repito todavía una vez más, piénsalo antes de desterrarle, reflexiónalo bien.
Les pedimos a tus profesores y a ti, que antes de irte, vengas al menos a dar una vuelta a tu familia; y que vengas antes del 16 de noviembre, pues en esta fecha Régis ingresará en el Regimiento. Le pido al buen Dios que al menos una vez más en la vida, volvamos a vernos todos en familia.
Termino, querido hijo, con el fuerte abrazo de todos, sobre todo de tu papá y de tu mamá a quienes les causas un gran dolor; pero, es que así lo quiere Dios.
Grousset - Vialette
¿Y cómo se desarrollaron los acontecimientos después de ser autorizado para salir como misionero? Dejemos que él mismo nos lo diga bajo un título bellísimo que copiaré en otra página.
UN GRAN ACONTECIMIENTO EN MI VIDA
(Apunte de su Retiro de 1925 en Hal ).
"Quiero referirme a mi partida a las misiones mexicanas: de eso quiero hablar. Desde 1922 suspiré por salir al extranjero para ejercer mí apostolado en favor de los niños abandonados. Este deseo se acentuó durante mi Noviciado. No pudiendo ya resistir a ese atractivo, lo comuniqué al Carísimo Hermano Asistente Adrien en una cuenta de conducta que tuvo lugar al principio del año de 1925. Su respuesta fue bastante alentadora; me dijo que lo reflexionara todavía mucho... Le formulé la misma petición cuatro o cinco veces en ese año. Su respuesta era siempre: "Veremos".
"Por fin, el 28 de septiembre, el buen Hermano Bertaud vino a Hal y me anunció la buena noticia que yo iría con él a México el 5 de noviembre. Mi emoción fue grande, viendo que Dios había intervenido. En seguida me dirigí a Él y le expresé un "gracias" como, yo creo, nunca lo hice antes. Sentía una gran confusión al darme cuenta de que Él era quien me había escogido a mí, a pesar de mi gran indignidad, para darle a conocer en un país que casi no sabe de Él".
"Permanecí en estos pensamientos y disposiciones hasta el 22 de octubre, fecha en que pronuncié mi Consagración de Misionero con un entusiasmo no conocido antes; me acompañaban en esa Consagración otros dos compañeros".
"El viernes 23 de octubre, dejé la hermosa casa de Hal con el corazón muy oprimido: en ella Dios me concedió gracias inapreciables; en ella pasé mi mejor año de vida religiosa: el año de mi Noviciado; era natural y legítimo que la dejara con los ojos arrasados en lágrimas. Además, me separaba de cohermanos que mucho estimaba por sus sólidas virtudes, por sus buenos ejemplos, y por sus palabras que produjeron en mí un inmenso bien".
"Dejaba también a dos directores a quienes quería como un hijo ama a su padre: al Hermano Gélase-Marius que lo había sido durante un año y al hermano Andelin-Joseph, durante algunas semanas".
"La visita a la familia fue de corta duración: cuatro días; se realizó en muy buenas condiciones y la separación, el 31 de octubre, no fue demasiado desgarradora. El jueves 5 de noviembre, con el Hermano Bertaud, el trasatlántico "Cuba", a las tres de la madrugada, nos llevaba al hermoso México. Los otros dos viajeros no acudieron a causa de circunstancias imprevistas".
Reproducimos el "Canto de Despedida" que se entonaba cuando los que salían fuera de Europa y que les llamaban "misioneros" entonces se consagraban al "Apostolado Lejano", hay que recordar que los conocimientos geográficos, en general, no eran tan exactos; entre nosotros el refrán: "Fuera de México todo es Cuautitlán", no es exacto; aún ahora existen inexactitudes europeas con respecto a la "geografía", pese a que los mejores iniciadores de esta ciencia fueron franceses (Elisée y Onésime Reclus, Vidal de Lablache, Lapparent, Vallaux) y a que las Universidades de Lieja y de Gante fueron las primeras en otorgar el título de "Doctor en Geografía" desde 1904; la Antropología, Sociología, Misiología en sus aspectos auxiliares de la Geografía Humana, son posteriores...
LE CHANT DU DÉPART des Frères des Écoles Chrétiennes MISSIONNAIRES
II faut quitter le vieux sol de la France,
Où les méchants ont brisé votre espoir ;
Vous qui voulez combattre l'ignorance
Soyez partout les soldats du devoir.
Malgré Satan, dont la rage impuissante
A répandu ses poisons meurtriers,
Le Christ appelle à sa moissante,
Vaillants et forts de nombreux ouvriers.
Entendez-vous les plaintes douloureuses
De "ces enfants qui demandent du pain ?"
Laisserez-vous tant d'âmes malheureuses
Mourir de misère et de faim ?
Affrontez donc les hasards du voyage ;
Terre entière appartient au Seigneur.
Sur le navire au fugitif sillage,
Vous emportez tous nos vœux de bonheur.
Dans vos travaux pour l'école chrétienne
Songez á ceux qui demeurent ici ;
Que le Seigneur par sa vertu soutienne
Et votre ardeur, et nos rêves aussi.
Si la distance, une heure nous sépare,
Restons unis d'un fraternel amour.
Pour nous déjà la palme se prépare
Au sein du céleste séjour.
VIAJE A MEXICO DEL HNO. BERNARD-ALPHONSE GROUSSET COMO MISIONERO.
En sus últimas palabras transcritas el Hermano Bernardo "se pinta" al comentar con un juicio benigno, bondadoso, que excusa la ausencia de los otros dos que lo iban a acompañar: "Uno no pudo obtener el consentimiento de su mamá; el otro no tuvo tiempo suficiente para tramitar su pasaporte".
Siguiendo el escrito que narra su viaje, tropezamos con la nota heroica: "Yo soy el único: "tout seul"… pero eso no cambia en nada mi resolución; el viaje de París a St. Nazaire, quinientos kilómetros, se realizó muy bien y no faltó nada".
Era el 5 de noviembre de 1925 cuando se embarcó en el vapor "Cuba" de la "Compagnie Générale Transatiantique". Tenía diecisiete años y un mes y medio. Su "Diario de Viaje" consta de cuarenta páginas pequeñas. Lo dirige cariñosamente a sus papás y es minucioso en las descripciones que va haciendo, fruto de sus observaciones:
"El Loira, río que pasa por Tence, tiene quinientos metros de ancho en su desembocadura". "El barco parece un castillo flotante, muy lujoso, provisto de muchas comodidades: agua caliente y fría, alfombras, sillones, muchos vasos".
"Las diversas horas para las comidas se anuncian con redoble de tambor, el comedor con sillones, innumerables copas y vasos; un mesero retira cada vez el plato y los cubiertos usados, trae otros platillos servidos "avec un tas de cérémonies qui m'émotionnaient" es decir, con tantas ceremonias, que me emocionaban".
Sus impresiones son fuertes a la hora de zarpar el navío; pero más cuando pierde todo contacto con Francia y se encuentra rodeado por el mar, contemplando la inmensidad del océano. La tempestad en el Golfo de Vizcaya o de Gascuña ocurrida el día anterior, perdura por el fuerte viento y vaivén que lo marea. Puede desayunar, pero no baja al comedor a medio día; tampoco el Hermano Bertaud, ni muchos otros pasajeros. Pasa el resto del día acostado en su camarote y se queda sin cenar.
La llegada a Bilbao y las maniobras en el puerto ocasionan que su segunda noche a bordo sea tranquila y duerme espléndidamente; desayuna muy bien y trata de pasar el día sin aburrirse, contemplando las montañas españolas, las aves que siguen al navío; y almuerza algo.
El 10 de noviembre, ya repuesto del fuerte mareo, desayuna "con un buen apetito" y luego "devora el periódico" el Diario "L'Atlantique", casi totalmente en español. No comprende gran cosa, pero con la ayuda del Hermano Bertaud, logra enterarse casi por completo. Asiste al concierto que dura hora y media, y a las ocho de la noche se va a dormir "sin ver el cine" que proyectan a bordo.
El día once el tiempo es espléndido; contempla una de las islas del archipiélago de las Azores que le recuerda los paisajes del Alto Loira; la calma del viento y de las olas le permiten gozar del concierto. Escribe en su Diario:
"Como si estuviese en una hermosa casa, pero funcionando ya los ventiladores pues se sentía calor; hubo cine y baile para festejar el Armisticio firmado hoy en 1918... Iluminación feérica con doscientas cincuenta luces eléctricas de cuatro o cinco colores; banderas y gallardetes en las paredes, colocando la de Francia en medio de ellas. ¡Gran placer me produjo por estar alejado de mi querida Patria!".
El doce, después de Misa, un suculento desayuno y la lectura de "L’Atlantique" fue una lección más de español en un ambiente caluroso de 26'; comida muy bien sazonada (avec la bonne cuisine française), concierto y fiesta en, la que, no sintiéndome en mi ambiente, salí a contemplar el mar. La noche con sólo las sábanas, sin cobijas, dormí muy bien, pero sudé copiosamente".
"El trece, tuve la dicha de comulgar en la Misa a la que asistieron los Oficiales Segundo y Tercero; tarea de traducción de los artículos del Diario, Estábamos a la mitad de nuestra travesía; en la comida nos sirvieron el vino con cubitos de hielo para enfriarlo; tuvimos una lluvia torrencial durante tres horas y otra a las cinco de la tarde. Asisto al concierto; en la cena el apetito me siguió acompañando".
"La Misa del quince se celebró con la asistencia del Comandante en Jefe y de todos los Oficiales; ese día me trajo la sorpresa de los peces voladores, pero el mar se puso inquieto, a danzar, y yo a perder el apetito: me estaba mareando, por lo que me fui a la cama antes de que pasaran cosas peores".
"Me despertó el sudor que bañaba con gruesas gotas, mi cara; salí a recibir el aire sobre el puente que lavaban en ese momento los marineros; durante la Misa el mar estuvo tranquilo, pero después el viento azotó con abundante agua la cubierta, por lo que bajaron las cortinas”.
"El buque comenzó su danza; los sillones y mesas del comedor estaban sujetos, pero un hombre perdió el equilibrio y cayó al suelo; una muchacha dejó caer una botella de vino sobre la mesa y manchó todo el mantel; al final de la comida, otro señor se cayó con todo y silla, cubiertos, plato... el barco se balanceaba furiosamente. Comí muy bien, sin preocuparme del mareo, pues no lo sentí mucho; a pesar de la inestabilidad, hubo fiesta a beneficio de las viudas de los marineros; los boletos costaban cinco francos. Parece que siguió el baile; y, después de mi buena cena, me fui a la cama".
"Ese día, el diecisiete, debimos llegar a la Habana, pero la tempestad retardó dos días la travesía. El dieciocho, Misa, Comunión, desayuno con muy buen apetito, clase de Español; hacia las once vi otro navío y luego tierra: casi todos los pasajeros miraban, era una isla, pero desde las Azores, no habíamos visto más que cielo y mar; después de este espectáculo, el redoble de tambor llamó para la comida, a la que acudí gustoso. Por la tarde contemplé otras islitas, faros que anunciaban que la Habana no estaba lejos. Concierto, baile, pero yo prefería la cama".
"Diecinueve de noviembre: los mismos acontecimientos y el anuncio de que llegaríamos a la Habana a las diez. A esa hora, el buque hizo sonar la sirena: era para llamar al Práctico o piloto del Puerto, quien acudió y ejecutó las maniobras de entrada. Pequeñas embarcaciones llegaron a saludar al navío francés lanzando cohetes. A las doce y media atracamos en el muelle, lo que nos dio tiempo de bajar al comedor y tomar nuestros alimentos; lo mismo hizo mi guía. Esperamos todavía una hora".
"Un automóvil nos llevó a la Comunidad de la Academia "De La Salle" en la Avenida de Carlos III. Bello edificio con escaleras de mármol. Nos ofrecieron un gran vaso de cerveza que me cayó muy bien, pues hacía gran calor".
"Tomamos luego un tranvía que nos llevó al gran Colegio del Vedado; nos hicieron visitar lodo: es verdaderamente hermoso, educa a 1022 alumnos; soberbia Capilla con altar de mármol que costó un millón de francos".
"A las cuatro salimos para la casa de campo del Colegio; durante media hora no vi más que cosas novedosas para mí: casas soberbias, verdaderos palacios; árboles diferentes, a los que hay en Francia: palmeras, cocoteros, y tantos otros cuyos nombres he olvidado; hay caña de azúcar y bananeros".
"La propiedad tiene cincuenta y dos hectáreas, muy hermosa. Hicimos un pequeño recorrido, aunque ya oscurecía; yo estaba maravillado de lo que veía. Luego fuimos a cenar, lo que hice sin temor al mareo; yo sudaba y los Hermanos decían que hacía frío".
"Luego hicimos algo de recreación, después la oración de la noche en español, me dieron un cuarto para pasar la noche; dormí bien a pesar del calor".
"El veinte de noviembre, no oí la campana, vino un Hermano a despertarme para asistir a la Misa; la Capilla con todas las puertas abiertas, cuatro de cada lado, y no tenía frío... Estaban en la Misa diez Hermanos, y once Novicios Menores cubanos".
"Después del desayuno organizaron un paseíto por la propiedad; me hicieron comer caña de azúcar, vi muchas palmeras, me ofrecieron un coco; no me gustó esta primera vez que lo probé. A las ocho nos vinieron a buscarnos en automóvil y nos llevaron otra vez al gran Colegio".
"Allí comimos con gran apetito; a las tres vinieron por nosotros para llevarnos al vapor "Cuba". Subieron con nosotros cinco compañeros que iban también a México; eran tres cubanos, un español y el Hermano Visitador que se dirigía a México para presidir los Retiros; es parisiense".
"El buque permaneció todavía tres o cuatro horas; llevaba una buena impresión de todo lo que vi; el tiempo bueno para nosotros dos, para los demás hacía algo de frío. Yo me creía en pleno verano de la Haute-Loire."
"La Habana es una ciudad muy hermosa, como París, aunque las casas no son altas, pero sí muy hermosas; es rica, pero no muy religiosa: en la isla de Cuba casi no hay religión. Dinero, más dinero, es su máxima. Bajamos a cenar y en eso salió el barco. Eran las nueve de la noche y se veía la ciudad hermosamente iluminada".
Interrumpimos un momento el Diario del Hermano Bernardo para citar una carta del Hermano Luis Pi, que era uno de los Novicios Menores que iniciaban esta etapa del viaje hacia Veracruz; escribe:
"Nos reunimos con ellos Gerardo Moré, Luis Pi, Ricardo Betancourt, y Enrique Roca: éramos cuatro Novicios Menores que íbamos a México para hacer nuestro Postulantado allá y luego el Noviciado en "San Borja". A mí me llamó mucho la atención, la seriedad y compostura del Hermano Bernardo".
“El veintiuno”, prosigue el Hermano Bernard-Alphonse, "estuvo el mar poco agitado; uno de los cubanos no lo resistió y se fue a acostar; por la tarde vi saltar los delfines, el mar estaba ya en calma; durante la cena tres Novicios Menores estaban con nosotros. Fui al cine, porque pasaban el Congreso Eucarístico de México; me pareció bastante bien; a las nueve me fui a acostar. La noche fue excelente a pesar del calor".
"El veintidós, la Misa fue armonizada; asistieron todos los Oficiales y casi todos los pasajeros; el mar estuvo calmado y el enfermo se sentía mejor; a medio día bajé gustoso al comedor, pues el apetito se me había abierto otra vez. A las tres de la tarde, me vacunaron, pues ese certificado era necesario para entrar a México".
"Veintitrés de noviembre: muy temprano tocaron para el desayuno, eran las seis y no hubo Misa; subí al puente y contemplé la tierra mexicana, no lejos ya. Poco tiempo después el buque llegaba a Veracruz, término del viaje".
En su hoja de servicio anota:
Veintitrés de noviembre de 1925, "Volontaire pour le Mexique". "Bajamos después de haber cumplido con diversas formalidades; pasamos la Aduana donde nada incómodo nos sucedió. Tomamos un poco de reposo y comimos en un hotel restaurant; pagamos diecisiete pesos por los siete, es decir unos doscientos francos".
"El calor no fue tan pesado; durante la tarde escribí a la tía religiosa y a la prima; hice un paseíto por la orilla del mar, otra vez miré el barco que me trajo hasta aquí, contemplé el ocaso que fue bello como de costumbre, en este espléndido país".
"Regresé al restaurant con mi conductor de viaje, consumimos una buena cena, nos paseamos por la ciudad que es muy agradable, el calor disminuyó mucho, tomé mi descanso sobre un lecho mexicano y en la noche tuve un poco de filo".
En su "Magníficat", sesenta años después, rememora así su llegada: "Gloria da mi alma al Señor porque en la edad de las ilusiones, Mexicana tierra hollé. Siendo al mismo tiempo conquistado por su belleza y su Fe".
"Veinticuatro de noviembre: nos levantamos a las cuatro y media; a las cinco y media desayunamos, y a las seis tomamos el tren hacia México; el viaje fue de lo más agradable y, a medio día, ya estábamos a dos mil metros de altura".
"Esta primera parte del viaje fue extremadamente amena; vi toda clase de árboles, a excepción de los de Francia: naranjos, palmeras, que ni yo ni ustedes conocemos (recordemos que este Diario lo dirige afectuosamente a sus papás). Si en la Haute Loire hay montañas, aquí en México hay más: no se ven más que montañas escarpadas; por largo tiempo vi altos volcanes: el Pico de Orizaba y el Popocatépetl que todavía lanza bocanadas de humo. Estaban cubiertos de nieve".
"A medio día paramos en un lugar para que los pasajeros comiéramos; fue rápido, pero bueno, el tren se puso en marcha a las 12:20 pues debía llegar a su destino a las seis".
"Esta segunda etapa no careció de interés, vi muchas tierras, pero incultas. A nuestra llegada, varios Hermanos nos esperaban, mi Conductor se dirigió a su Comunidad; yo, con el Hermano Visitador y los cuatro Novicios Menores, subimos a un automóvil para ir al Escolasticado de San Borja".
"Allí llegué no muy cansado, sano y salvo después de los numerosos viajes. Ahora, queridos Padres, después de haberles narrado mi viaje, les pido que no se preocupen por mí. Estoy, ciertamente, bien. No he languidecido ni un solo momento; mis nuevos cohermanos mexicanos hablan el francés. Encontré aquí a Monchat y Vacher que están felices y gozan de muy buena salud".
"Adiós, pues, saluden a todos mis conocidos. Su hijo que los abraza fuertemente. Por favor no pongan mi nombre de Hermano en la dirección"
San Borja, el 26 de, noviembre de 1925".
CENTROS DE FORMACIÓN EN QUE ESTUVO EL HNO. BERNARDO.
El por qué de la creación de los Centros Juveniles:
Después de la supresión del "Noviciado Menor" por el Santo Fundador, habrá que esperar hasta 1835 para que resuciten los centros de formación para adolescentes.
El primero en proponer su reapertura fue un joven sacerdote, el Padre Teysseyre quien consiguió becas para futuros sacerdotes; su muerte prematura aplazó el proyecto.
En 1818, el Abate Marduel, párroco de San Roque en París, pidió y obtuvo del Rey Luis XVIII, a favor de esa idea, el inmueble situado en el número 165 del barrio de San Martín. Allí funcionará el Gobierno del Instituto, un Noviciado y un Noviciado Menor.