SANTA MISA
Vigilia de Pentecostés
Vigilia de Pentecostés
LITURGIA DE LAS HORAS
I Vísperas
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
HIMNO
(latín)
Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum. Amen.
(español)
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
SALMODIA
La Asamblea se sienta y se divide en dos partes para leer los parroafos.
Ant. 1. Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. Aleluya.
Salmo 112
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. Aleluya.
Ant. 2. Los apóstoles vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, y se posó encima de cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Salmo 146
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los apóstoles vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, y se posó encima de cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Ant. 3. El Espíritu que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
Cántico
Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
ORACIÓN
Concede, Dios todopoderoso,
que resplandezca sobre nosotros el fulgor de tu gloria,
y tú, luz de luz, mediante la iluminación del Espíritu Santo,
reafirma los corazones de quienes, por tu gracia,
renacieron a una vida nueva.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amen.
Queridos hermanos: Hemos iniciado ya la celebración de la vigilia de Pentecostés imitando a los Apóstoles y a los discípulos que, con María, la Madre de Jesús, perseveraban en oración, aguardando la venida del Espíritu Santo, conforme a la promesa del Señor.
Escuchemos ahora la Palabra de Dios, con profunda atención. Meditemos los prodigios que hizo Dios a favor de su pueblo y pidamos que el Espíritu Santo, que el Padre envió como primicia para los creyentes, lleve a plenitud su obra en el mundo.
Un lector sube al ambón a proclamar la Palabra.-
PRIMERA LECTURA
Se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor las lenguas
de todos los hombres.
Del libro del Génesis 11, 1-9
En aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras. Al emigrar los hombres desde el oriente, encontraron una llanura en la región de Sinaar y ahí se establecieron.
Entonces se dijeron unos a otros: “Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos”. Utilizaron, pues, ladrillos en vez de piedra, y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: “Construyamos una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo para hacernos famosos, antes de dispersarnos por la tierra”.
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo y se dijo: “Son un solo pueblo y hablan una sola lengua. Si ya empezaron esta obra, en adelante ningún proyecto les parecerá imposible. Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se entiendan unos con otros”.
Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres y desde ahí los dispersó por la superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA PRIMERA LECTURA
Te rogamos, Dios todopoderoso, que tu Iglesia siempre sea un pueblo santo, reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, para que así pueda mostrar al mundo el misterio de tu santidad y de tu unidad y conducirlo a la perfección de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Del libro del Éxodo 19, 3-8.16-20
En aquellos días, Moisés subió al monte Sinaí para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo: “Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de Israel:
‘Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora bien, si escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, aunque toda la tierra es mía. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada’. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel”.
Moisés convocó entonces a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: “Haremos cuanto ha dicho el Señor”.
Al rayar el alba del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una densa nube cubrió el monte y se escuchó un fragoroso resonar de trompetas. Esto hizo temblar al pueblo, que estaba en el campamento. Moisés hizo salir al pueblo para ir al encuentro de Dios; pero la gente se detuvo al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en medio del fuego. Salía humo como de un horno y todo el monte retemblaba con violencia. El sonido de las trompetas se hacía cada vez más fuerte. Moisés, hablaba y Dios le respondía con truenos. El Señor bajó a la cumbre del monte y le dijo a Moisés que subiera.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA SEGUNDA LECTURA
Dios nuestro, que en el monte Sinaí, en el resplandor del fuego diste a Moisés la ley antigua, y que en el día de hoy, con el fuego del Espíritu Santo, manifestaste la Nueva Alianza, haz que nuestros corazones ardan con aquel Espíritu que infundiste de modo admirable en los Apóstoles, y que el nuevo Israel, reunido de entre todos los pueblos, reciba con alegría el mandamiento eterno de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
TERCERA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 37, 1-14
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y su espíritu me trasladó y me colocó en medio de un campo lleno de huesos. Me hizo dar vuelta en torno a ellos. Había una cantidad innumerable de huesos sobre la superficie del campo y estaban completamente secos.
Entonces el Señor me preguntó: “Hijo de hombre, ¿podrán acaso revivir estos huesos?” Yo respondí: “Señor, tú lo sabes”. El me dijo: “Habla en mi nombre a estos huesos y diles: ‘Huesos secos, escuchen la Palabra del Señor. Esto dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí que yo les infundiré el espíritu y revivirán. Les pondré nervios, haré que les brote carne, la cubriré de piel, les infundiré el espíritu y revivirán. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor’ ”.
Yo pronuncié en nombre del Señor las palabras que él me había ordenado, y mientras hablaba, se oyó un gran estrépito, se produjo un terremoto y los huesos se juntaron unos con otros. Y vi cómo les iban saliendo nervios y carne y cómo se cubrían de piel; pero no tenían espíritu. Entonces me dijo el Señor: “Hijo de hombre, habla en mi nombre al espíritu y dile: ‘Esto dice el Señor: Ven, espíritu, desde los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, para que vuelvan a la vida’ ”.
Yo hablé en nombre del Señor, como él me había ordenado. Vino sobre ellos el espíritu, revivieron y se pusieron de pie. Era una multitud innumerable. El Señor me dijo: “Hijo de hombre: Estos huesos son toda la casa de Israel, que ha dicho: ‘Nuestros huesos están secos; pereció nuestra esperanza y estamos destrozados’. Por eso, habla en mi nombre y diles: ‘Esto dice el Señor: Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré mi espíritu, los estableceré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí’ ”.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA TERCERA LECTURA
Señor, Dios todopoderoso, que restauras al hombre caído y, una vez restaurado, lo conservas, aumenta el número de los que son renovados por tu acción santificadora y haz que todos los que reciben la purificación bautismal sean guiados siempre por tu inspiración. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CUARTA LECTURA
Del libro del profeta Joel 3, 1-5
Esto dice el Señor Dios:
“Derramaré mi espíritu sobre todos;
profetizarán sus hijos y sus hijas,
sus ancianos soñarán sueños
y sus jóvenes verán visiones.
También sobre mis siervos y mis siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días.
Haré prodigios en el cielo y en la tierra:
sangre fuego, columnas de humo.
El sol se oscurecerá,
la luna se pondrá color de sangre,
antes de que llegue el día grande y terrible del Señor.
Cuando invoquen el nombre del Señor se salvarán,
porque en el monte Sión y en Jerusalén quedará un grupo,
como lo ha prometido el Señor
a los sobrevivientes que ha elegido”.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Del salmo 103
R. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con maestría!
La tierra está llena de tus creaturas.
Bendice al Señor, alma mía. R.
Todos los vivientes aguardan
que les des de comer a su tiempo;
les das el alimento y lo recogen,
abres tu mano y se sacian de bienes. R.
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA CUARTA LECTURA
Cumple, Señor, tu promesa y envíanos tu Espíritu Santo, para que podamos dar testimonio ante el mundo, con nuestra vida, del Evangelio de Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Toda la Asamblea canta:
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios eterno y todopoderoso,
que quisiste que la celebración del sacramento de la Pascua
perdurara a lo largo de estos cincuenta días,
haz que todos los pueblos de la tierra, en otro tiempo dispersos,
superada la multiplicidad de lenguas, se congreguen y,
movidos por el don venido del cielo,
confiesen unánimes la gloria de tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
EPÍSTOLA
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 8, 22-27
Hermanos: Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque, ¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 7, 37-39
El último día de la fiesta, que era el más solemne, exclamó Jesús en voz alta: “El que tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí. Como dice la Escritura: Del corazón del que cree en mí brotarán ríos de agua viva”.
Al decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
PROFESIÓN DE FE
ORACIÓN UNIVERSAL DE LOS FIELES
Hermanos, oremos a Dios Padre que envío al Espíritu Santo para que llegáramos al conocimiento de la verdad plena y para que en su nombre condujera a la Iglesia, y digámosle:
R. Danos, Señor, el Don del Espíritu Santo.
Para que se renueve la faz de la tierra, oremos. R.
Para que en Cristo alcancemos la verdad plena, oremos. R.
Para que lleguemos a la unidad tan querida por Cristo, oremos. R.
Para que seamos movidos a una auténtica y decidida acción evangélica, oremos. R.
Para que nuestras eucaristías sean fuente, cumbre y misión de toda nuestra vida, oremos. R.
Para que no pongamos resistencia a la gracia de Dios, oremos. R.
Para que podamos cumplir con la voluntad del Padre, oremos. R.
Para que un día todos lleguemos a gozar de la presencia de Dios en el cielo, oremos. R.
Padre, tu lo sabes todo, tu sabes que te amamos, pero que necesitamos de tu gracia, como necesitamos del aire para poder vivir, concédenos lo mismo que amas en tu Hijo Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Oren, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Derrama, Señor, sobre estos dones la bendición de tu Espíritu Santo, para que, por medio de ellos, reciba tu Iglesia tan gran efusión de amor, que la impulse a hacer resplandecer en todo el mundo la verdad del misterio de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
PREFACIO El misterio de Pentecostés.
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu
Levantemos el corazón.
R Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque tú,
para llevar a su plenitud el misterio pascual,
has enviado hoy al Espíritu Santo
sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos
al injertarlos en Cristo,
tu Unigénito.
Este mismo Espíritu fue quien,
al nacer la Iglesia,
reveló a todos los pueblos
el misterio de Dios
y unió la diversidad de las lenguas
en la confesión de una misma fe.
Por eso,
el mundo entero se desborda de alegría
y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
que aceptes y bendigas
estos + dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo, por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz,
la protejas, la, congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa Francisco,
nuestro Obispo, Rogelio
sus obispos Auxiliares y Emérito,
y todos los demás Obispos que,
fieles a la verdad, promueven
la fe católica y apostólica.
C1 Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
C2 Reunidos en comunión
con toda la Iglesia,
para celebrar el día de Pentecostés,
en que el Espíritu Santo
se manifestó a los apóstoles
en lenguas de fuego,
veneramos la memoria, ante todo,
de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
Con las manos extendidas, prosigue:
CP Acepta, Señor,
en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa;
ordena en tu paz nuestros días,
líbranos de la condenación eterna
y cuéntanos entre tus elegidos.
CC Bendice y santifica, oh Padre,
esta ofrenda, haciéndola perfecta,
espiritual y digna de ti,
de manera que se convierta para nosotros
en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.
El cual, la víspera de su Pasión,
tomó pan en sus santas y venerables manos,
y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios,
Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo,
lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«Tomen y beban todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por ustedes y por muchos
para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía».
CP Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
CC Por eso, Padre,
nosotros, tus siervos,
y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial
de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar
de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad
esta ofrenda y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abrahán,
nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:
seamos colmados
de gracia y bendición.
C3 Acuérdate también, Señor,
de tus hijos N. y N.
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos
por quienes tiene intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan
en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
C4 Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
CP Por Cristo, Señor nuestro,
por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
PADRE NUESTRO
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…
EMBOLISMO
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
RITO DE LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia y,
conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
El Diacono desde el ambón dice:
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
FRACCIÓN DEL PAN Y CONMIXTION
Depositando una fracción de la Hostia en el cáliz
dice en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz, sean para nosotros
alimento de vida eterna.
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Mientras la Asamblea canta el Cordero de Dios,
el Celebrante preside con las manos juntas y en secreto dice:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo
y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre
tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.
El Celebrante hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El Celebrante dice en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
El último día de la fiesta,
Jesús se puso de pie y exclamó:
que tenga sed, que venga a mi y beba. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor, tú que congregaste a los pueblos de todas las lenguas en la confesión de una sola fe. Aleluya.
+ Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor, tú que congregaste a los pueblos de todas las lenguas en la confesión de una sola fe. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que nos aprovechen, Señor, los dones que hemos recibido, para que estemos siempre llenos del fervor del Espíritu Santo que derramaste de manera tan inefable en tus Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
BENDICIÓN FINAL
El Señor esté con Ustedes.
R. Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso,
Padre Hijo + y Espíritu Santo esté con todos ustedes
y permanezca siempre.
R. Amén.
El diácono despide a la Asamblea:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.