Semana machadiana

He andado muchos caminos

[...]

Y en todas partes he visto

gentes que danzan o juegan,

cuando pueden, y laboran

sus cuatro palmos de tierra.

*

Nunca, si llegan a un sitio,

preguntan a dónde llegan.

Cuando caminan, cabalgan

a lomos de mula vieja,

*

y no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino;

donde no hay vino, agua fresca.

*

Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos,

descansan bajo la tierra.

Jornadas de puertas abiertas del IES Santísima Trinidad

Desde el día 14 al 20 de febrero nuestros alumnos de 3º ESO Diversificación han sido los anfitriones encargados de recibir en la Biblioteca a los alumnos de 6º curso de los cuatro colegios públicos de Baeza. El acto ha consistido en una presentación de nuestra Biblioteca como heredera de la Universidad del s. XVI y una lectura de poemas de d. Antonio Machado con participación de nuestros jóvenes visitantes, finalmente hemos recitado todos a coro los versos de "Caminante, no hay camino". Ha resultado un acto cargado de emociones por el simbolismo de la transmisión de conocimientos de mayores a pequeños. 

Os dejamos algunas imágenes:  


Aula de d. Antonio Machado. Entre las fotografías se incluyen detalle de los documentos del paso de d. Antonio por nuestro Instituto.

Cortometraje de Juan Bajo Ulloa: Camino de Baeza.

Notas sobre Antonio Machado

tomadas del libro de Ian Gibson, 

La vida de Antonio Machado. Ligero de equipaje

Aguilar, Madrid, 2006


Yo, para todo viaje

–– siempre sobre la madera

de mi vagón de tercera––,

voy ligero de equipaje

«En tren» (CX))


Después de la muerte de Leonor, «Machado no quiere en absoluto tener que volver a su cátedra de Soria, pero sabe que conseguir una en Madrid, que es lo que desea, va a ser casi imposible».

«Estaré en Madrid, probablemente hasta principios de octubre en que marcharé a Soria o, acaso, a Baeza, instituto que tengo concursado y, probablemente, no volveré más para Madrid en cuanto me resta de vida. Después de mi desgracia, he decidido consagrarme en absoluto a la poesía y no salir más de mi rincón»  (p. 261). «el recuerdo de Leonor le obsesiona, no sabe cómo va a poder seguir viviendo».

«Machado espera con impaciencia noticias acerca de la vacante de Baeza. Hay otras 14 candidatos para el puesto, pero el poeta es el único aspirante ya catedrático, con lo cual tiene prioridad para conseguir la plaza. Además resulta que el director del instituto es el Krausista, Leopoldo Urquía, cuya familia tenía relaciones amistosas con la del poeta años atrás en Sevilla.»

¿Sabía Machado que la estación entonces llamada Baeza-Empalme (hoy, Linares-Baeza) se situaba a 16 km al oeste de la ciudad y que había servicio de tranvía eléctrico para llegar hasta allí? Según una anécdota célebre Baeza, no estaba al tanto de tal circunstancia y al descender del tren, creía que ya había llegado a su destino, aunque sorprendido por el menguado caserío que veía a su alrededor, pronto se daría cuenta de su error.

El tranvía depositó a Machado en Baeza a finales de octubre de 1912. Según otra anécdota local, aún más popular, lo primero que hizo aquella tarde, tras instalarse en el Hotel Comercio, fue a personarse en el instituto, donde un bedel le dijo que el señor director estaba en La Agonía. Ante las expresiones de condolencia del nuevo catedrático de lengua francesa, el mismo funcionario le declaró que a don Leopoldo Urquía no le pasaba nada, gracias a Dios, y que la agonía era el nombre de una reunión así bautizada, porque los que a ella acudían, en su mayoría labradores acomodados, no hacían más que quejarse de todo, empezando por el tiempo que hacía… o no hacía.

El poeta toma posesión de su nueva plaza, el viernes 1 de noviembre, día de Todos los Santos, a los tres meses exactos de perder a Leonor, y la ironía de la fecha no se le escaparía mientras se escucha el lúgubre tañer de campanas y los vecinos fluyendo al campo.

«Hoy se conserva, tal cual la pequeña aula donde Machado daba sus clases de francés: la misma mesa, la misma pizarra, los mismos bancos. Cuando venía aquí el filósofo, José Luis Aranguren siempre pedía, conmovido, que le dejasen solo. No era para menos. Tal vez, de todos los lugares machadiano, el que transmite la más densa carga emotiva, el que más nos hace sentir su presencia» (p. 264).

Baeza, pese a tener el doble de habitantes que Soria — unos 14.000 — Baeza carece de vida intelectual: 

«Esta tierra es casi analfabeta. Soria es Atenas, comparada con una ciudad donde ni a un periódico se leen. Aparte de esto, que es suficiente y aún sobrado, la gente es buena, hospitalaria y amable. Las únicas preocupaciones son aquí la política y el juego; inquietudes espirituales, no existen; afán de cultura, tampoco. Esa pequeña Soria tiene, a mi juicio, una inmensa superioridad espiritual sobre esta ciudad, no obstante existir aquí elementos de riqueza que aquí se desconocen. No hay un solo periódico local, ni una biblioteca, ni una librería, ni un siquiera un puesto de periódicos, donde comprar los diarios de Madrid.»

Escribe poemas para expresar la terrible soledad tras la desaparición de Leonor. Soledad mitigada en parte por la contemplación, cada tarde, del hermosísimo paisaje baezano, que, desde los pies del paseo de las murallas, se extiende a través de los olivares del valle del Guadalquivir hasta la imponente Sierra Mágina. Allí, sentado como una estatua, «llenos los ojos de lejanía, inmóvil», lo verían a menudo sus alumnos: 


De la ciudad moruna

tras las murallas viejas, 

yo contemplo la tarde silenciosa, 

a solas con mi sombra y con mi pena. 

El río va corriendo, 

entre sombrías huertas

y grises olivares, 

por los alegres campos de Baeza. 

[…]

La luna está subiendo

amoratada, jadeante y llena. 

Los caminitos blancos

se cruzan y se alejan, 

buscando los dispersos caseríos

del valle y de la sierra. 

Caminos de los campos... 

¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

(«Caminos, CXVIII»)


Los siguientes versos son mejor que ningún otro documento suyo para acercarnos al desgarramiento tras la pérdida de Leonor:

«Aguardaré la hora

En que la noche cierra

Para volver por el camino blanco

Llorando a la ciudad, sin que me vean»

(CXVIII)


Machado conoce la realidad de una España que bosteza y que tiene la cabeza vacía:

Nuestro español bosteza.

— ¿Es hambre, sueño, hastío?

Doctor: ¿tendrá el estómago vacío?

—El vacío es más bien en la cabeza.

(CXXXVI, L)


Era evidente que la España anhelada por Machado en 1913 necesitaba o merecía, a su juicio, una revolución. La tarea más urgente del país reside en enviar a los mejores maestros a las escuelas rurales.

"No tengo vocación de maestro y mucho menos de catedrático. Procuro, no obstante, cumplir con mi deber». A pesar de su proclamada falta de vocación pedagógica, Machado cumplió con su deber lo mejor que podía y además, para aquellos alumnos que tuviesen alguna actitud literaria o lingüística, por pequeña que fuera, sus clases eran gozosas.

Cumplió también, de modo riguroso, en Baeza, en Soria con sus obligaciones administrativas. Solo faltó a cuatro reuniones del claustro entre 1912 y 1919 y participó, si bien, no muy a gusto, en las inevitables, tribunales de exámenes y comisiones, que requerían su supuesto, a partir de finales de 1915, como vice director del instituto.

Aspecto externo de Machado durante su año de Baeza según el testimonio de Laínez, antiguo alumno: caminaba apoyado en su recio bastón, y por su indumento podríamos confundirle con un ser vulgar, si no advirtiéramos en toda la persona un algo superior, que a nuestros ojos le ennoblecía y elevaba. Recuerdo la estampa de don Antonio, con su «torpe aliño indumentario» avanzando como pasos renqueantes, apoyado en fuerte calda, rústica, grandes, los zapatos largo en el abrigo, con cuello de pajarita y grueso nudo de corbata negra; negro, el sombrero blando, mal, colocado, casi siempre; a veces llegaba destacada la noble cabeza de revuelta cabellera; rasurado con pulcritud, pero el traje maculado por las manchas de ceniza del inevitable, cigarrillo». sí, el catedrático de francés fumaba mucho, mucho, y aquellas manchas inevitables eran tan abundantes que solo el respeto que sentían por él, los alumnos pudo impedir que el apodo de don Antonio Manchado se generalizara en el instituto y fuera de él.

Siempre hizo lo posible, porque sus clases fuese, como las de Giner de Ríos, socráticas, fundadas en el diálogo y en el respeto al otro. 

El 28 de julio de 1914 empezó la Primera Guerra Mundial. Machado dice: es verdaderamente repugnante nuestra actitud ante el conflicto actual. Machado no soporta la neutralidad española en la guerra. 

Hay algo que Antonio Machado ya tiene muy claro: no puede demorar más la consecución de un título universitario, imprescindible para mejorar su situación laboral y se inscribe como alumno libre en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en el curso 1915-1916.

Mientras tanto, también se anima a trabajar en un gran proyecto literario: la publicación por la casa Renacimiento, que había editado Campos de Castilla en 1912, de una compilación de todo sus versos. Esta compilación llegará a ser publicada en 1917 bajo el título de Poesías completas.

¿Enamorado de una mujer baezana? Quizá estuvo enamorado de María del reposo Urquía. Dice Ian Gibson, que, una vez le preguntó a reposo por esta circunstancia, y contestó que el poeta nunca se había declarado, pero que a ella le costaba, por sus atenciones, que algún interés hubo por su parte, interés no correspondido.

En 1916 Machado tiene dos importantes proyectos literarios, la publicación de Páginas escogidas y la publicación de Poesías completas. En el prólogo de páginas escogidas hace alusión a su teoría poética e insiste en su pretensión de crear una poesía íntima, la poesía debe ser la expresión de «una onda palpitación del espíritu».

En 1918, el 7 de diciembre se expide su título de licenciado. Consigue ser licenciado a los 43 años. El 30 de diciembre en una carta Federico de Onís dice: «el clima moral de esta tierra no me sienta y en ella mi producción ha sido escasa» (pero no tan escasa como hoy sabemos).

El 30 de octubre de 1919 consigue su traslado al instituto de Segovia, Segovia tiene la gran ventaja de estar a 100 km de Madrid. Ellos significa que podría pasar los fines de semana con su familia, volver a participar en la vida intelectual, Madrid, madrileña, ir al teatro ver a los amigos y quién sabe, quizá encontrar un nuevo amor es, cómo dudarlo, un gran momento para el poeta.