Desde Fernando III "el santo" que soportó los primeros enfrentamientos causados por su fundación, o su hijo y sucesor "El Sabio" Alfonso X, que la incorporó a la tutela real hasta resolver el conflicto, pasando por el tío de éste, el Infante D. Enrique, quien a la vuelta de su desafortunada aventura italiana se apoderó, sin más, del ya denominado "Real de Manzanares", o su nieto, el del Rey Sabio, el atropellado Infante de La Cerda, a quien se le otorgó el territorio como pago, entre otros, de su "olvido" del trono castellano, que por derecho le correspondía, y terminando, momentáneamente, en la "rica hembra de Castilla" Doña Leonor de Alburquerque, la famosa madre de la numerosa prole Trastamara, para quien su real amante y padre de los mismos, el monarca Alfonso XI, construyó o adecentó el viejo castillo de Manzanares el Real. Será un nieto de "la rica hembra castellana" el que ponga fin a este trasiego de señores y done el Real de Manzanares, de manera definitiva, a una ascendente familia nobiliaria "Los Mendoza". El 1 de noviembre de 1383, Juan I libra un privilegio en La Puebla de Montalbán por el cual concede el Real de Manzanares a su Mayordomo Mayor D. Pedro González de Mendoza. Esta va a ser la adjudicación definitiva, completándose con la concesión posterior, en 1445, a uno de sus sucesores, D. Iñigo López de Mendoza, del título de Conde del Real de Manzanares, en manos de cuyos descendientes estará la jurisdicción del territorio hasta la disolución de los Señoríos en el siglo XIX.