El 20 de mayo de 1673, se produjo un descubrimiento asombroso en un ataúd del cementerio de Florencia. Se trata de un poema de Leonor de Meneses, escrito en un lingote de oro durante el Barroco. Tras su muerte, no tenía familia, por lo que no tenía a nadie a quien darle su herencia, por eso todas sus pertenencias estaban en el ataúd. 

En una de las revisiones de la tumba, que se realizan cada diez años, el encargado del cementerio se encontró con que todas las pertenencias de Leonor, así como sus restos, se desintegraron menos un poema, era un poema escrito en oro titulado Eco de sombras en la aurora. El poema estaba reluciente y trataba sobre la mitología clásica. También tenía algunos jeroglíficos que nadie había visto antes mezclando imágenes de dioses y héroes con símbolos desconocidos, que ocultaban una historia pero no sabían cómo descifrarla. Cuando se encontró aquel poema, la noticia se propagó muy rápidamente y llegó a muchos historiadores, artistas y coleccionistas de toda Europa… Por este motivo, se celebró un congresoen el museo oficial de Florencia para enseñar el gran poema, acudieron millones de personas: ¡Todos querían el poema! 

Llegaron a ofrecer 3 millones de maravedís (la moneda de ese tiempo). 

En el acto de presentación del poema en público, Calderón de la Barca recitó el poema y no solo era precioso por fuera, sino que transmitía un mensaje bellísimo (lo que consiguieron descrifrar y leer).

Entre tanta gente había un historiador que era muy culto y sabía descifrar muchos tipos de jeroglíficos, se ofreció a leerlo y consiguió leer el mensaje que ocultaba el poema: ”a quien lleve el poema al bosque en luna llena le proporciona suerte y salud perpetua”.

Este descubrimiento inspiró a muchos poetas a seguir escribiendo sus poemas. Además, este suceso hizo que Leonor de Meneses se hiciera mundialmente reconocida. 

Lope de Vega es un escritor español nacido en Madrid el 25 de noviembre de 1562. Fue uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro de la literatura española, momento de  gran esplendor de esta en España, viviendo el autor una época de riqueza y reconocimiento que lo subió a lo más alto.Es uno de los escritores más famosos en la literatura escrita en español y también unos de los más grandes exponentes del teatro y la poesía.

La Arcadia, del escritor Lope de Vega, es el libro más famoso y comprado del autor.

La obra se escribió entre 1592 y 1594 en Madrid, en pleno Siglo de Oro. Narra la historia de un amor y deseo en un ambiente campestre idealizado en plena naturaleza, en la que los protagonistas tienen que superar ciertos enredos en un entorno bucólico para que el amor triunfe.

Publicada por primera vez en 1598, La Arcadia combina elementos de la poesía pastoril y deseo en un entorno fácil, presenta una amplia gama de personajes, cada uno con su propia historia y personalidad. Entre los personajes principales se encuentran Claudio y Belisa, dos jóvenes enamorados que se enfrentan a numerosos obstáculos en su camino hacía la felicidad.

El enfrentamiento de Quevedo contra Góngora, y viceversa, fue una de las grandes rivalidades del siglo XVII que, al principio, comenzó con pequeños alfilerazos en sus poemas, pero esto no quedó ahí, sino que fue más allá, y a continuación os lo vamos a contar. 

En estos enfrentamientos, no solo se metían con la apariencia física, la religión o el estilo de los poemas de cada uno, sino que la rivalidad llegó a situaciones muy graves como que Quevedo desahució a Góngora y este va a ser el tema de hoy.

Todo esto comenzó cuando Góngora compró una casa en el actual “Barrio de las letras” de Madrid. En este barrio han vivido muchos autores importantes, tales como Cervantes, Lope de Vega y obviamente Góngora y Quevedo.

Góngora y Quevedo, grandes poetas de la época del Barroco, eran muy reconocidos por su maestría a la hora de escribir. Ahora hablaremos de su rivalidad y del "arte de insultar" que ambos demostraban.

Todo comienza cuando estos dos poetas se reunieron en un bar llamado “el espanta viejas“, habían quedado para hablar de sus poemas, pero en un gran enfado de Quevedo le empezó a decir a Góngora que sus poemas eran mejores y que no debería tener tal talento ya que parecía que lo desperdiciaba hablando "basura". Debido a esto, el señor Luis de Góngora comenzó a nombrar a Quevedo como “Quebebo” ya que pasaba todo el día tomando vino y cerveza en la taberna.

Cuando esto pasó, cada uno se subió a una mesa de la taberna y se empezaron a gritar tal cantidad de críticas que todo el vecindario se asomó para ver uno de los más grandes enfrentamientos del mundo del poema, sin embargo, como mucha gente se acercó a ver este tremendo encuentro, se colapsó la taberna, lo que hizo que Góngora y Quevedo se cayeran de la mesa y resultasen heridos sin gravedad.

Cuando se levantaron del suelo los dos autores se empezaron a pegar de una manera descontrolada. Después de este increíble suceso, Góngora quedó como "el héroe sin capa" ya que le había pegado una paliza a Quevedo.

Por su parte, Quevedo se fue a su casa y escribió unos cuantos poemas a Góngora para dejarlo en ridículo, como por ejemplo el conocido soneto de Érase un hombre a una nariz pegado.

Ahora conocéis el origen de todo este enfrentamiento que les ha hecho pasar a la posteridad, no solo por su maestría con la pluma, sino también por su "arte de insultar".

El rey Felipe II está convencido de que para alegrar a los habitantes de Madrid y que los hombres y mujeres sientan nuevas emociones y experiencias y para que no sea tan aburrida ni tan monótona su vida, ahora las mujeres podrán estar por cualquier parte del Corral de comedias: tanto de arriba como abajo para mirar el espectáculo y admirar y participar en las improvisaciones de las cinco cofradías por la noche a la luz de la luna. 

Por otro lado, el otro día Góngora y Quevedo fueron al corral de comedias de la calle Las Pizarras en Madrid y se enzarzaron en una pelea por los nuevos poemas que crearon para insultarse.

Esto hizo que la gente se uniera a la pelea en un gran tumulto, al grito de: “Trifulca, trifulca”. Esto hizo que los templarios de Castilla tuvieran que ir para calmar todo, por todo esto hubo 33 detenidos, de ellos 14 fueron enviados a la horca, incluidos Góngora y Quevedo. Han sido juzgados por la Santa Inquisición, ya que también se le acusaba de herejía y brujería.

Finalmente, y pese a los planes de mejora previstos, todos estos alucinantes sucesos han hecho que Felipe II haya tenido que cerrar los corrales de comedia, por la salud de todos y la suya propia ya que es sensible a los disturbios. Como consecuencia, las manifestaciones de ciudadanos y campesinos por eso se han intensificado.

Seguiremos informando de cómo evolucionan todas estas cuestiones relacionadas con los corrales de comedias.  

El otro día estuvimos ahí para ver cómo organizan los espacios de los corrales y cuáles son sus secciones, ahora os los vamos a contar.

Los corredores es lo primero que nos encontramos al entrar, que simplemente son pasillos que van hacia los diversos lugares del corral, estos suelen ser patios cubiertos de toldos para protegerlo del sol. En el patio, los asientos de las primeras filas son llamadas “lunetas”, que son mucho más económicos que otros espacios pero, además, puedes sentarte mientras ves el espectáculo. Aun así, os avisamos de que es la localización menos recomendada, ya que los grupos de mosqueteros, que son los críticos del corral, se sentarán ahí y están todo el rato opinando, por lo que pueden perturbar la correcta atención a los espectáculos que se representan.  

Si eres mujer tendrás que ir a la cazuela, tendrás el acceso por una puerta privada, y en este lugar no pueden entrar hombres bajo ningún concepto. 

Si tienes suficiente dinero, la mejor opción son los aposentos, que son balcones privados y muy discretos, donde pueden entrar hombres y mujeres. 

Y, por último, lo más importante del corral, el escenario donde los actores con su voz y destreza desarrollan un espectáculo fantástico. 

Hasta aquí los lugares más importantes de los nuevos teatros, los corrales de comedias. 

Las escritoras que usaban pseudónimos masculinos para publicar sus obras por restricciones sociales y para evitar el escrutinio de su vida personal, algunas de las mejores escritoras europeas tuvieron que adoptar otra identidad; ahora hay un proyecto que quiere devolverles sus nombres bajo investigación de esta noticia y vuestra ayuda.

Las mujeres que escribía, algo que era poco frecuente, usaban pseudónimos masculinos al publicar libros durante el Siglo de Oro. Esto les permitía ser tomadas más en serio como autoras y proteger su identidad.

No usar pseudónimos durante el Siglo de Oro exponía a las mujeres a críticas y desaprobación social, ya que la sociedad de la época no aceptaba fácilmente la participación femenina en la esfera pública, incluida la escritura. Además, las mujeres podrían enfrentar represalias directas, como la censura de sus obras o la exclusión de ciertos círculos literarios. También corrían el riesgo de ser objeto de prejuicios y estigmatización por desafiar las normas de género establecidas. En resumen, no usar pseudónimos exponía a las mujeres a multitud de obstáculos, lo que suponía una fuerte discriminación.

Algunos de los pseudónimos que utilizaron las escritoras del Barroco son los siguientes:

Maria de Zayas: Alonso Castillo Solórzano.

Cecilia Bohl de Faber y Ruiz de Larrea : Fernán Caballero.

Ana de Castro Ega: Anarda.

Miguel de Cervantes no fue el verdadero autor de Don Quijote de la Mancha. Se ha revelado la existencia cartas escritas de su mujer que indican que la verdadera escritora es Laura Giner Otero,  que, en un principio, decidió ayudarle a escribir, pero finalmente fue ella la que acabó escribiendo a partir de la página 15 hasta el final de la magistral novela. Todo el mérito se debe a Laura Giner Otero, pero la época del siglo XVII no favorecía a las mujeres escritoras y necesitaban usar pseudónimos para que no opacaran sus trabajos. 

Los rumores de todo esto, como todo el mundo sabe, se hicieron muy fuertes en la sociedad de la época. Miguel de Cervantes, en un momento de enajenación y cansado de oír los rumores, fue a la plaza que tenía enfrente de su casa y dio un pequeño discurso a favor del intelecto de las mujeres, estas son algunas de las palabras que pronunció: “Las mujeres no son brujas por tener más inteligencia que un hombre, los hombres no son más fuertes por imponer sus leyes y su orden, y los que no están cómodos con su ser no son más falsos o más verdaderos”. Esto llegó a todos los oídos de los habitantes de Madrid y no tardaron en echarle en cara el engaño que sufrieron, y le dijeron que no leerían ninguna obra publicada con el nombre de Cervantes. 

Miguel de Cervantes, al verse acorralado, cuenta la verdad y reconoce la autoría de su mujer en la gran obra: “Por favor no os vayáis, debo contaros algo”, “a decir verdad, no soy la persona que ha estado escribiendo estas obras, sino mi mujer Laura Giner Otero”. Después de esta noticia Miguel de Cervantes explicó que no lo hizo con mala intención en cuanto a quedarse con la fama de su esposa, sino porque quería que todos leyeran las historias que a ella se le ocurrían y que, si las hubiese publicado directamente con su nombre, nadie las habría tenido en cuenta. 

En cuanto llegó a oídos del alcalde, decidió dar permiso exclusivo a la dama de poder distribuir sus obras enriquecedoras con su propio nombre, Laura Giner Otero. Todos acabaron siendo felices, los lectores al poder seguir leyendo esas historias que tanto les gustaban y el matrimonio de Cervantes y Giner aliviado al no tener que mentir más y sentir que son libres de seguir sacando su creatividad al vuelo.