A esto lo he llamado 'La Escuela del Sur' porque en realidad, nuestro norte es el sur. No debe haber norte para nosotros, excepto en oposición a nuestro sur. Por lo tanto, ahora le damos la vuelta al mapa, y entonces tenemos una idea verdadera de nuestra posición, y no como el resto del mundo desea. El punto de América, de ahora en adelante, para siempre, insistentemente apunta al Sur, nuestro norte.
—Joaquín Torres García
Hombres y mujeres perciben que muchas de las preguntas propias de los ciudadanos —a dónde pertenezco y qué derechos me da, cómo puedo informarme, quién representa mis intereses— se contestan más en el consumo privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos.
—Néstor García Canclini
Normalmente asociamos la nacionalidad con la idea más simple de evocar el lugar en el que nacimos, sin embargo, sabemos que no hay nada más complejo que construir esa identidad comunitaria sobre la cual puede una sociedad llamarse nación. Ya Ciorán nos había enseñado que habitamos una lengua común, pero antropológicamente sabemos también que es en la apropiación del territorio donde se termina de configurar el devenir humano. Fue así como los griegos se reconocían entre ellos como iguales, sin importar los muchos conflictos que entre las diferentes polis se dieran, compartían una misma lengua y encontraban en el Egeo el espacio común que habitaban. Por ello llamaban bárbaros a todos aquellos que no hablaran su misma lengua y vinieran de tierra extranjera. La historia americana, desde fronteras muy lejanas, también había sido construida más o menos bajo el mismo concepto, pero sufrió una gran invasión. Las muchas tribus precolombinas, cada una con sus propias costumbres, lenguas o dialectos, fueron sometidas por pobladores de una Europa no menos diversa, por sus mezclas de etnias germánicas, sajonas, escandinavas, latinas, celtas e incluso de distintos pueblos árabes. Y a este popurrí de europeos y pueblos precolombinos habría que agregarle la multitud de esclavos de diferentes lugares de África.
Es así como una comunidad tan ampliamente mestiza como la nuestra, que surge de todo el entramado de culturas indígenas nativas, del tráfico de la población negra africana y del dominio de la población colonizadora europea, tiene que enfrentarse a la ardua tarea de formar una identidad propia, establecer estados independientes y estructurar, a partir de una gran colcha de retazos, el tejido social que le permita responder a las exigencias de un mundo cada vez más competitivo.
Galeano en sus venas abiertas dirá que nuestras naciones siempre estuvieron predestinadas a perder, a perder en favor de otros, pero a perder debido a nuestra propia riqueza. «Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno». (Galeano, 1970, pp. 11-19), ¿Será que ese es el rasgo identitario que hemos construido homogéneamente? Pues, luego de conseguir la ansiada libertad, la independencia soñada por Bolívar y San Martín, por Sucre y O’Higgins, nada cambió, nuestra tierra siguió atada a la desigualdad que el mercado ha determinado, a la subordinación cultural y al subdesarrollo social. ¿Pero quién y cómo determina nuestro aparentemente interminable sometimiento?
Nuestra estructura política ha estado siempre subyugada a la predeterminación externa, al dominio de la metrópoli de turno, y de esta manera hemos invertido gran parte de nuestra energía en el desarrollo de unos programas formulados para la dependencia económica, para la enajenación identitaria y la privatización de los recursos. El contexto latinoamericano ha fungido como espacio de debate político, en el enfrentamiento entre la salida humanista del sistema de desigualdades o la continuación del desmonte del sistema público en beneficio de la privatización de los derechos, entre las luchas comunitarias por mantener las costumbres propias de nuestra cultura y el adocenamiento cultural propuesto por la sociedad de mercado, entre la construcción de una conciencia ciudadana que propenda por la formulación común de la libertad y la igualdad o la idealización de la libertad como un bien que se adquiere y la igualdad como algo, en cambio, indeseable, pues elimina la «singularidad» del individuo.
Y no es que el resto del mundo esté exento de esta discusión, pues desde perspectivas muy diferentes estos mismos problemas han sido abordados. Sin embargo, para esta versión del Foro de Filosofía Humanista nos proponemos atender la realidad que corresponde específicamente a nuestras naciones americanas, además de hacerlo, en lo posible, desde la mirada propia de aquellos pensadores que han ido formando esa nueva lectura del territorio propio, eso que algunos han llamado Sur Global y otros simplemente pensamiento latinoamericano. Por lo tanto, la pregunta que nos hemos formulado para este año es: ¿de qué manera, desde los postulados del pensamiento latinoamericano, puede darse respuesta a los retos de la construcción de una identidad y ciudadanía americana en medio de los desafíos propios del mundo contemporáneo?
Líneas de investigación
Para este año sugerimos enmarcar las ponencias en alguna de las siguientes líneas de investigación:
Pensamiento y emancipación: Construcción de perspectivas críticas desde las cuales se cuestionen las narrativas dominantes.
Economía política y justicia social: Cuestionar cómo las estructuras del poder se han establecido en los procesos de construcción de nación.
Arte y literatura latinoamericana: Explorar cómo de distintas maneras los artistas y/o literatos de nuestras naciones han evocado en sus obras los desafíos sociales de nuestra américa.
Territorio y riqueza: Indagar los desafíos sociales y ecológicos que se nos impone a los pueblos latinoamericanos en la relación con la tierra en que vivimos.
Objetivos específicos
Explorar los más destacados discursos que ofrece la filosofía contemporánea sobre el problema de la libertad, los valores políticos y morales, y la constitución del tejido social en la construcción de ciudadanía en la realidad social del contexto Latinoamericano.
Enriquecer la Cátedra Libre con nuevas disciplinas y perspectivas teóricas a propósito de la construcción del pensamiento latinoaméricano.
Entablar diálogos interinstitucionales que permitan una enriquecedora reflexión en torno a los fundamentos ideológicos y teóricos que dan sentido al proyecto de una educación de vanguardia en el siglo XXI.
Material sugerido
Dussel, E. (1995) Introducción a la filosofía de la liberación.
Fals Borda, O. (1971). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Editorial Nuestro Tiempo.
Ortega Santos, A. (2022). Sures Socioambientales. Narrativas epistemológicas.
Rama, A. (2008). Transculturación narrativa en América Latina. Ediciones El Andariego.
Romero, J. L. (2001). Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo XIX Editores.
Sousa Santos, B. (2022). Poscolonialismo, Descolonialidad y Epistemologías del Sur.