Arrancamos la primera semana de clase completa. Aún nos costaba manejarnos por el lugar, pero poco a poco éramos más independientes. El frío era evidente y de una magnitud que nunca habíamos vivido como residentes de la costa española. Las bufandas y los guantes eran imprescindibles.
Las clases fueron difíciles de seguir; aún así, nos incluíamos en todas las actividades que hiciesen. Pudimos ver sus laboratorios, la sala de tecnología, y lo que para nosotras fue lo más interesante, la biblioteca. Además de la gran variedad de libros que había, contaba con sala individuales para poder ir con tus amigos a estudiar o adelantar alguna tarea pendiente.
El segundo fin de semana llegó sin darnos cuenta.
Ana Romero Pérez: Repuse fuerzas para la excursión al Mont Sant-Mitchel, un lugar imprescindible de visitar si vas a Francia. Al ser mi primera vez en el país, era un sitio completamente nuevo para mí. Llegué a una pequeña elevación con un castillo enorme. Por dentro, estaba repleto de tiendas y lugares dignos de un cuento de hadas. Acabé muy cansada, pero maravillada con las vistas.
Mar Diestro Troya: Este fin de semana pasé tiempo en familia y aproveché para conocerlos mejor. Me enseñaron como se organizaban cada día, costumbres... Inclusive, una noche vinieron a cenar los vecinos un plato típico para que lo probase, galette de rois. Un pastel que estaba delicioso y me contaron la historia y tradición de él. El más pequeño de la familia, debajo de la mesa, escogía a ciegas quien se llevaba el primer trozo de pastel.