Preparar el guion y hablar ante el público será una tarea individual. Para llevarla a cabo, tenemos que tener en cuenta que el orador principiante tiende a escribirlo todo, mientras que el orador experto suele presentarse ante su auditorio con un guion que recoge solo las ideas más importantes de su discurso y las palabras surgen de manera espontánea en el momento en el que están hablando.
Lo ideal sería que nuestro estilo fuera semiimprovisado y que, por lo tanto, preparáramos un breve guion que reflejara solo las líneas esenciales del discurso. Sin embargo, si todavía no nos sentimos seguros (hablar bien en público requiere un esfuerzo y una experiencia que quizá todavía no hemos adquirido), elaboraremos un guion más detallado. O incluso un discurso completo.
Si optamos por un GUION, sus características tendrían que ser las siguientes:
Breve. Solo debe contener palabras claves para la intervención. No obstante, es conveniente recoger en él toda la información que sea difícil de memorizar, como fechas, cifras, datos estadísticos, citas textuales, títulos de libros, etc.
Bien estructurado. En el guion debe plasmarse de forma clara cuál es la introducción, el desarrollo y la conclusión (con títulos, utilizando diferentes colores, etc.).
Visual. Fácilmente legible a distancia. Para ello, es conveniente utilizar una letra clara y con un tamaño adecuado y un interlineado generoso. Además, es conveniente escribirlo todo en una cara de un folio para evitar estar pasando hojas y, si esto no es posible, es mejor utilizar fichas de papel grueso de tamaño manejable e irlas pasando a medida que se habla.
Práctico. Sería interesante incluir en él indicaciones acerca de nuestra actuación en determinados momentos del discurso (si debemos enseñar una fotografía, si vamos a alzar el tono de voz, si vamos a dirigir la vista a algún punto en concreto de la sala, etc.)
Si, por el contrario, nos sentimos más seguros escribiendo el DISCURSO en su totalidad, sería conveniente recordar las características lingüísticas y no lingüísticas de los textos argumentativos, pero adaptándolas al discurso oral. Esto implica, entre otros aspectos:
Estructura clara. Deben identificarse con claridad las distintas partes del discurso: introducción, desarrollo y conclusión, y ajustar el tiempo necesario para cada una de ellas.
Sintaxis sencilla. Es conveniente utilizar periodos oracionales no muy complejos y buscar un equilibrio.
Naturalidad. El discurso debe ser fluido y natural.
Autenticidad. Es mejor argumentar con historias que parezcan auténticas y conecten con el receptor en lugar de sobrecargarlo con datos y cifras que resultan más difíciles de procesar.
Lenguaje formal. Nuestro escenario (imaginario, pero escenario al fin y al cabo) es la sede de la ONU, y entre nuestro público se encontrarán personas de gran relevancia política y social, por lo que conviene estar a la altura. De hecho, no hay que olvidar nunca la importancia de adecuarse al receptor y a la situación comunicativa. Evitamos, por lo tanto, el registro coloquial y el empleo de palabras “baúl”.
Uso de conectores de discurso o marcadores discursivos para unir las distintos apartados de la intervención.
En cualquiera de los casos, a la hora de preparar el discurso tendremos que tener en cuenta que su duración oscilará entre dos y los cinco minutos.