Los centros educativos deben ser espacios de convivencia y entornos seguros en los que el alumnado pueda desarrollarse ante factores que pueden perjudicar su seguridad y salud física, emocional y social. Deben generar las condiciones oportunas para el cuidado, protección y promoción del bienestar emocional de toda la comunidad educativa, permitiendo que el proceso de enseñanza / aprendizaje se desarrolle en un clima positivo en el que se promueva la cooperación y la comunicación, y se evite el acoso, el hostigamiento y la violencia mediante acciones que promuevan la convivencia y la interacción no violenta.
Para lograrlo, es necesario que los profesionales que trabajan a diario en los centros y la comunidad educativa en general se impliquen activamente garantizando la existencia de entornos seguros y la creación de un ambiente de bienestar emocional y social positivo. Así, son principios innegociables la erradicación de la violencia, discriminación y acoso en cualquiera de sus formas en el entorno educativo.
Son cada vez más los menores que sufren problemas relacionados con la ansiedad, depresión, autolesiones, problemas asociados a la alimentación como la bulimia o anorexia, o intentos de suicidio. Hasta ahora solían ser problemas silenciosos, ocultos. En la actualidad no existen todavía suficientes medios y profesionales adecuados para hacerles frente. Sin embargo, sus consecuencias son dramáticas en la mayoría de los jóvenes que los sufren. Por eso, quizás debamos hablar de un nuevo reto en educación: la educación emocional ligada al bienestar emocional en la educación primaria y secundaria.
Las nuevas formas de acoso, odio y violencia en las redes, el acceso cada vez más precoz a la pornografía, las nuevas adicciones a las redes sociales o a las apuestas online, entre otras, requieren que los niños y jóvenes tengan una sólida preparación emocional que les permita interactuar con responsabilidad ante estas nuevas amenazas y conflictos que traen consigo el contexto tecnológico y las consecuencias de la pandemia.
Y en este contexto, hay que tener muy en cuenta que el estado emocional influye directamente sobre las actividades que se emprenden en cualquier ámbito, por lo que conviene disponer de herramientas para encaminar la propia vida de forma exitosa y saludable. La formación social y emocional va, pues, dirigida a establecer una relación adecuada entre sentimientos, pensamientos y comportamientos.
En este reto es imprescindible establecer de forma institucional y funcional la coordinación local entre atención especializada en salud mental y centros educativos. Hay mucho camino que recorrer: introducir planes de bienestar emocional en los centros para prevenir trastornos y desajustes de naturaleza emocional entre el alumnado; establecer programas para prevenir el estrés psicosocial del profesorado y de la comunidad educativa mediante el desarrollo de competencias emocionales; y fomentar en las escuelas de familias talleres sobre estilos educativos parentales y los trastornos en la infancia y adolescencia.
Fomentar contextos emocionales seguros para el aprendizaje donde se tengan en cuenta las competencias emocionales para la prevención de problemas emocionales y de salud mental.
Sensibilizar en la puesta en marcha de programas de bienestar emocional y acompañamiento en los centros educativos.
Fortalecer una cultura de bienestar emocional, convirtiéndola en el eje transversal y seña de identidad del centro educativo.
Detectar y prevenir problemas en el contexto social y profesional de los miembros de la Comunidad Educativa que afecten al desarrollo de la competencia emocional y social.
Dar a conocer los protocolos activos en los centros educativos de acoso escolar y prevención y actuación ante conductas suicidas.
Proporcionar a los miembros de la Comunidad Educativa los medios necesarios para desarrollar las habilidades y competencias sociales y emocionales que les faciliten una buena convivencia y relaciones de cuidado. .
Favorecer el desarrollo de habilidades y competencias profesionales que permitan ofrecer el uso de metodologías favorecedoras de la inclusión educativa y el bienestar emocional.
Presentar e intercambiar propuestas prácticas en beneficio de la prevención de la salud mental y el bienestar emocional.