Leer y escribir es la clave para ingresar y sostenerse tanto en lo académico como en lo cultural. Se desarrolla lectura no sólo de códigos gráficos, se leen imágenes, situaciones, contextos, y, de todo tipo de lenguaje que el hombre utiliza para comunicarse. De ahí la necesidad de adelantar en las instituciones escolares una mejor didáctica del proceso lector, escritor y la oralidad. Los docentes deben ser conscientes de la responsabilidad de formar lectores competentes, que puedan interactuar con los textos, realizar inferencias, establecer relaciones y plantear su opinión frente a los mismos. Los resultados que arrojaron las pruebas por competencias de lectura, presentados por los estudiantes en el colegio demuestran que el 75% de los educandos evidencia dificultades al momento de plantear inferencias. Entre otras por las siguientes razones: su vocabulario es limitado; no relacionan lo que leen con lo que saben; les cuesta trabajo inferir lo que no está escrito de forma explícita; leen pero no dan razón de los contenidos, o no aplican conceptos; no son capaces de planificar sus lecturas, ni de reflexionar sobre las mismas. Desafortunadamente de fondo hay una carencia de motivación, referida al estímulo emocional que le permita actuar e interesarse por lo que lee. Los estudiantes no perciben la importancia ni se acercan al placer de la lectura y la escritura.

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