Aprendiendo a leer

La biblioteca nocturna. Kazuno Kohara. (Ed. Picarona)

“¡Una banda de ardillas empezó a tocar!

- ¡Shhhhh!- dijo la pequeña bibliotecaria.

- ¡Por favor, guarde silencio en la sala de lectura!” Una simpática bibliotecaria y los tres búho-ayudantes son los encargados de abrir la biblioteca, pero sólo durante la noche. 

Los caminos de los árboles. Pep Bruno. (Ed. La fragatina)

“Más tarde, por la noche, cuando todo el mundo ya dormía, el abuelo soñaba con el atardecer y el niño soñaba con árboles, cientos de árboles, todos diferentes y cada uno con su propio camino.” Un niño y su abuelo pasan la tarde juntos. El nieto quiere subirse al árbol y piensa que no será capaz, pero pronto descubre que no hace falta ser especialmente fuerte ni especialmente grande para subirse hasta la copa de un árbol: las hormigas suben, los lagartos también... 

La maravillosa y horripilante casa de la abuela. Meritxell Martí. (Ed. Compbel)

“Más tarde, por la noche, cuando todo el mundo ya dormía, el abuelo soñaba con el atardecer y el niño soñaba con árboles, cientos de árboles, todos diferentes y cada uno con su propio camino.” Un niño y su abuelo pasan la tarde juntos. El nieto quiere subirse al árbol y piensa que no será capaz, pero pronto descubre que no hace falta ser especialmente fuerte ni especialmente grande para subirse hasta la copa de un árbol: las hormigas suben, los lagartos también... 

Bernavé viaja al fin del mundo. Gilles Bizouerne. (Ed. Eslabón)

Bernabé es un tejón aventurero y concienciado con el cuidado del planeta. Ha decidido salir de su madriguera y viajar hasta el fin del mundo. Por el camino conocerá a la tortuga Constanza ya la topo Clara, dos amigas valientes con las que compartirá esta aventura.

El entusiasmo, la determinación, el buen humor y la ingenuidad de los personajes hará pasar un buen rato a los pequeños lectores. 


Verónica quiere un amigo. Pep Molist. (Ed. Animallibres)

Puestos a tener, Verónica tenía a Lupus como mascota, el último lobo de su comarca, y Augusta, una serpiente de Oriente que se arrastraba lentamente por los pasillos y por los jardines de su casa.” Verónica tenía todo lo que deseaba. ¿Quería un libro? Su madre se la compraba. ¿Un camión de bomberos? Su padre se lo regalaba. ¡Incluso tenía un lobo y una serpiente como mascotas! Sin embargo, le faltaba algo muy importante: no tenía ningún amigo con el que jugar, susurrar secretos y compartir miedos. ¿Cómo podría encontrar uno? 

El cocodrilo al que no le gustaba el agua. Gemma Merino. (Ed. Picarona)

“Él quería jugar con sus hermanos, pero todos estaban atareados aprendiendo a nadar y bucear. Y al pequeño cocodrilo no le gustaba nadar, ¡y mucho menos bucear!”. Todo el mundo sabe que a los cocodrilos les encanta el agua, pero este pequeño cocodrilo es distinto; a él no le gusta lo más mínimo el agua. De hecho, prefiere subirse a los árboles. ¿Y si ese cocodrilo no fuera un cocodrilo? 

La vocecita. Michël Esdoffier. (Ed. Kókinos)

“Pero cuando hubo terminado... ¡Uy! ¡no quedaba papel! Perico buscó algo que pudiera hacerle servicio. ¿Una hoja? No, que pica. ¿Un trozo de musgo? No, que es muy viscosa. Mira, estos pantalones viejos pueden serme útiles.” Como no le quedaba papel, Perico tuvo que buscar algo para limpiarse. Decidió utilizar un pantalón viejo y agujereado. Una vez terminado el trabajo los lanzó en medio de unos matorrales. Pero sólo acababa de hacerlo que escuchó una vocecita...


¿Qué tiempo hace hoy? Sol, nubes e incluso nieve. Gitte Spee. (Ed. Macmillan)

“Luvia

Caminar bajo la lluvia

es siempre muy divertido,

aunque las gotas de agua

te dejen empapado el vestido”. El elefante Tomás quiere saber cómo es la nieve. Pero antes de llegar al lugar donde nieva y hace frío, descubrirá lo divertido que es chapotear en los charcos, la magia del arco iris o el ruido de las tormentas. 

¿Soy realmente diferente? Evelien van Dort-Gerda Westerink. (Ed. ING)

“Una vez en la cima, encontró a la mariquita vieja, la más sabia, sentada dentro de una rosa.

-Dime, vieja mariquita: ¿es cierto que soy tan diferente a las demás?

¿Soy realmente distinto?

-¿Diferente? –respondió la mariquita vieja. ¡Por supuesto que sí!”

La mariquita de una sola mancha está muy triste porque es diferente de las otras mariquitas. Hasta que la vieja mariquita le dice que todas son muy diferentes y que esto es lo más bonito que puede pasarnos. Precisamente son estas diferencias las que nos hacen a todos únicos y especiales. 


El día que olvidé cerrar el grifo. Lucía Serrano. (Ed. Anaya)

“Un día salió de la ducha y olvidé cerrar el grifo. Esa noche durmió en cama suelta. Amanecimiento. Y me quitó una sorpresa. Decidió disimular. Mi calle se llenó de nuevos vecinos. Intentó comunicarme con ellos, pero no era del todo fácil.” ¿Qué pasaría si un día nos olvidáramos de cerrar el grifo? Eso es lo que le pasa, una noche, al protagonista de esta historia. Cuando se levanta a la mañana siguiente, se encuentra con una sorpresa: todo está lleno de agua. Decide disimular y actuar como si nada hubiera pasado... y parece que no será el único. Una divertida historia llena de imaginación. 

El mediano. Nuria Figueras. (Ed. La galera)


Papá dice que soy demasiado pequeño para ir solo a ninguna parte, mamá dice que soy demasiado mayor para llorar y el abuelo, en el bolsillo, en vez de un euro, me pone un caramelo. ¡Yo también quiero un euro!

¡Estoy harto de ser el mediano!” No es fácil ser el hermano mediano. Los hermanos pequeños hacen gracia, los hermanos mayores pueden hacer más. Y uno no puede esforzarse en vano por ser mayor, ni puede elegir ser pequeño. Con la ayuda del abuelo, Pedro acabará descubriendo las ventajas de ser el mediano. 

Ruby canta un blues. Niki Daly. (Ed. Intermon)


A la hora del recreo, la señorita Sexujo habló con Ruby tratando sobre todo de no herirla.

"Mira haremos ver que eres como un equipo de música, Ruby", le dijo señalando los tres botones de la blusa de la niña. "Con el botón de arriba te pondrás en marcha, el último será para apagarte, y con el medio controlarás el volumen.” Ruby tiene una voz tan potente que no hay quien la aguante, ni siquiera sus compañeros de escuela soportan estar a su lado. Ruby se pone muy, muy triste, pero Bernard y Zelda, los músicos de jazz que viven en el piso de abajo, tienen una gran idea.