En este artículo hablaré de la alteración de la producción del habla llamada dislalia, y explicaré en qué consiste esta alteración. Muchos padres se preguntan qué significado tiene esta palabra, y su definición nos dice que es una dificultad en la articulación de los sonidos del habla.
Podemos decir que las dislalias son las alteraciones más frecuentes y las más conocidas dentro de las alteraciones del lenguaje. En ocasiones, solo se conoce al logopeda como el profesional que enseña a los niños/niñas “a pronunciar bien”, aunque esto no es del todo cierto.
Detectar si un niño o niña habla bien o no, no requiere de un especialista del habla; basta con oír hablar al niño. Aunque no tiene porqué estar siempre alterada la producción sino que pueden existir otros componentes del lenguaje alterados como la sintaxis, la semántica y la pragmática.
Cuando un niño se encuentra en pleno desarrollo del habla y del lenguaje, tendemos a restar importancia a los errores de producción que pueda cometer, porque pensamos que se trata de algo puntual y que mejorará con el tiempo pero, en muchas ocasiones, esta espera suele ser perjudicial. Hay que desterrar afirmaciones como “hay que esperar”, “ya hablará” o “aún es pequeño”, porque en la mayoría de casos, no suelen ser adecuadas.
De este modo, es importante intervenir, mejor pronto que tarde, en el tratamiento de las dislalias, para así prevenir el posible impacto que podrían tener en el desarrollo afectivo de los niños y niñas, ya que tendemos a escucharles menos y a tener poco en cuenta el contenido de sus mensajes. Hay que puntualizar que en algunos casos pueden presentar más de una dislalia, ocasionándoles un discurso totalmente inteligible.
Una vez solventados los problemas de habla, estamos dando las herramientas para que las interacciones verbales del niño/niña con sus interlocutores sean fructíferas.
Por otro lado, los niños con alguna dislalia pueden mostrar más dificultades al iniciarse en el aprendizaje de la lectoescritura, por lo que la intervención logopédica ayudará a corregir estos errores articulatorios.
De entre las diferentes dislalias, me voy a centrar en la dislalia funcional.
La dislalia funcional, es la que se produce por un mal funcionamiento de los órganos articulatorios. El niño/niña con este tipo de dislalia no usa correctamente los órganos a la hora de articular un fonema, a pesar de no existir ninguna causa orgánica (trastorno del desarrollo, demencia, etc).
Es la dislalia más frecuente y sus causas pueden ser:
Falta de control en la psicomotricidad fina. Hay que tener en cuenta que la articulación del lenguaje requiere de una gran habilidad motora.
Déficit en la discriminación auditiva. No se decodifican correctamente los elementos fonémicos de su idioma y no se perciben diferencias fonológicas entre algunos sonidos del habla por su proximidad, por su sonoridad…
Estimulación lingüística deficitaria.
De tipo psicológico.
Discapacidad intelectual. Las dislalias son una dificultad añadida a los problemas del lenguaje del niño con discapacidad. Su corrección se plantea a largo plazo y suele ser más lenta.
Errores de sustitución de un fonema por otro, de omisión, de distorsión o de adición, son los más frecuentes que podemos observar en personas con dislalias.
Antes que nada, habrá que llevar a cabo una exploración logopédica para programar el plan de intervención y fijar los objetivos terapéuticos.
En cuanto a la intervención de la dislalia funcional, se sigue un modelo fonético basado en, una intervención directa con actividades articulatorias y, una intervención indirecta en la cual se trabajan las bases funcionales de la articulación (actividades de discriminación auditiva, actividades de soplo, actividades de movimientos de lengua, labios y paladar blando).
A continuación, tenéis un ejemplo de lo que sería una sesión de intervención logopédica para corregir el sigmatismo. De forma práctica podrán observar la metodología a seguir para rehabilitar un fonema del habla alterado.