EL ministerio del Obispo

S. E. R. Monseñor Eusebio Ramos Morales, Obispo de la Diócesis de Caguas, Puerto Rico

La palabra “Obispo” significa “supervisor”. Es un pastor de la Iglesia que dirige a los demás pastores (sacerdotes) y al resto de la gente de la comunidad de su región, llamada “Diócesis”. Un Obispo es un católico que ha recibido los sacramentos del Bautismo, la Eucaristía, la Confirmación, el Orden Sacerdotal (como presbítero) y cuando es nombrado por el Papa también recibe la bendición o “consagración” del Orden Sacerdotal para convertirse en Obispo. El Obispo es, ante todo, un creyente y testigo de Jesucristo, que lo ama y está dispuesto a seguirlo, obedecerlo y dar la vida por su proyecto del Reino. Es llamado para continuar la misión que tuvieron los primeros discípulos de Jesús –los “apóstoles”-, de los cuales es “sucesor”. Esto significa que el Obispo recibe, hereda y tiene que dar continuidad a lo que los Apóstoles vivieron, aprendieron y testificaron de Jesucristo, en unión profunda con los demás Obispos del mundo. El Obispo representa a Jesucristo en la Iglesia. Esto significa que Jesús le ha transmitido su Espíritu para que se cumpla lo que dijo: “yo estoy en ellos” (Juan 17,23) y “quien los escuche a ustedes, me escucha a mí” (Lucas 10,16). Así pues, el Obispo hace presente y actúa en nombre del Señor, por lo que la comunidad creyente ve en el Obispo una imagen viva de Jesucristo. Y dado que la Iglesia es “el Cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12, 17), el Obispo también hace presente a la Iglesia dondequiera que él esté. “Donde está el Obispo, allí está la Iglesia” (San Ignacio de Antioquía, A los esmirniotas 8,2).

 Las tareas o funciones de un Obispo

Un Obispo es:

· un testigo y maestro oficial de la fe católica: (tarea de enseñar)

· el sacerdote principal dentro de su Diócesis: (tarea de santificar)

· el pastor, administrador y juez principal de su Diócesis: (tarea de gober-  nar)

Como maestro de la fe, el Obispo transmite el Evangelio tal como lo cree el resto de la Iglesia Católica. Coordina el servicio de misionar, evangelizar, catequizar, educar y formar a sus feligreses, asegurando que cada persona tenga la oportunidad de conocer el mensaje de Jesús y profundizarlo.

Como sacerdote, le toca asegurar que se ore cristianamente en toda la Diócesis, se celebre la fe, se realicen los sacramentos, se crezca en la espiritualidad y surjan los suficientes ministerios y comunidades que atiendan ese proceso de santificación. Ora sin cesar y promueve que en su territorio se conozca, se ame y adore a Dios sobre todas las cosas, celebrando el misterio pascual de Jesús con entusiasmo, fidelidad y creatividad.

 

El Obispo preside las celebraciones litúrgicas principales en su Diócesis, especialmente en la Iglesia que le corresponde atender a él personalmente, la Catedral. (Se llama así porque contiene la “cátedra” o silla del maestro principal de la Diócesis.)Sólo el Obispo ordena a los presbíteros y diáconos. Sólo él preside el sacramento de la confirmación, a menos que lo delegue expresamente, o que lo puedan realizar los presbíteros en los casos que la ley de la Iglesia ya tiene estipulado. Se pide que se le refieran los bautismos de adultos, a menos que se autorice de otra forma. En ciertas celebraciones en el año (por ejemplo, la Misa Crismal durante la Semana Santa), es el Obispo el que preside y bendice los aceites.

Como pastor, administrador y juez, al Obispo le toca animar, presidir, representar a la Iglesia, organizar, coordinar, dirigir, supervisar, delegar, corregir errores, crear procesos administrativos, asegurar que existan y funcionen las facilidades, organismos y procesos que hacen posible que la Iglesia funcione y realice su misión. Debe asegurarse que los más desventajados reciban los servicios con esmero y gran cuidado. Es él quien funda y erige iglesias parroquiales, centros espirituales, conventos y otras fundaciones dentro de su Diócesis, a menos que la ley de la Iglesia disponga otra cosa en ciertos casos. También tiene que hacerse solidario, estar en comunión y compartir con las demás Diócesis del mundo –empezando por las de la Provincia Eclesiástica del País al que pertenece– para que toda la Iglesia Universal (no sólo su Diócesis) progrese y logre su misión.

En todas estas funciones, el Obispo no actúa solo, sino que cuenta con su presbiterio (los sacerdotes que colaboran con él), sus diáconos, personas de comunidades de vida consagrada, y los fieles laicos y laicas. A todo ese personal lo organiza en parroquias, en comunidades, en asociaciones, ministerios y servicios de todo tipo. Una Diócesis, presidida por el Obispo, es una comunidad de muchas comunidades y servicios. El Obispo, de manera especial, mantiene su adhesión y comunión con el Papa, como supremo pastor en la Iglesia visible.

Características y requisitos para elegir a un Obispo

Nadie se hace Obispo por su cuenta: es una vocación y una designación o nombramiento que el escogido recibe de parte de Dios por medio del Papa. Hay unas características que debe poseer la persona que es elegida para Obispo. Estos requisitos se describen en las leyes de la Iglesia Católica, llamadas “Código de Derecho Canónico”, en la ley o canon 378:

· el elegido debe ser sobresaliente en la fe, las buenas costumbres, la religiosidad sincera, el interés y cuidado por las personas, sabiduría, prudencia y virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que se necesitan para ejercer

· el oficio de que se trata; de buena fama; de al menos treinta y cinco años; ordenado de presbítero desde hace al menos cinco años; doctor, o al menos licenciado, en sagrada Escritura, teología o derecho canónico por un instituto de estudios superiores aprobado por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en esas disciplinas. Pero la evaluación y decisión definitiva sobre el candidato es el adecuado, corresponde a los encargados para ello en Roma (la Sede del Papa o Sede Apostólica).

Insignias características de un Obispo

     

                

Un Obispo lleva siempre al pecho una cruz relativamente grande –cruz del pecho o “pectoral”-, señal de su seguimiento de Cristo. Lleva en un dedo un anillo, señal de su “matrimonio” espiritual con su esposa, la Iglesia, y específicamente con su Diócesis.

En las ceremonias litúrgicas donde preside al pueblo, utiliza el báculo, que es el cayado para guiar las ovejas. Representa su función de pastor, de líder del rebaño. Simboliza sus tareas de convocar, de mantener unido al pueblo, dirigirlo cuando va de camino, y también su función de “espantar a los lobos” y enemigos del rebaño, corrigiendo los errores.

La mitra, el sombrero que apunta hacia el cielo como una flecha, hace que el Obispo quede más alto que los demás en las asambleas. Pero este sobresalir debe ser en la santidad. Cuando se le entrega la mitra, de hecho, se le dice: “brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas la corona de gloria que no se marchita”. Así que la mitra es una corona, pero de santidad, que lo hace sobresalir. Su autoridad está por encima de los demás en la Iglesia, sí, pero esa autoridad debe proceder de que sobre salga en la santidad.