Un minuto por televisión

El programa de televisión más antiguo del mundo es “El Minuto de Dios”, breve espacio que desde el 10 de enero de 1955 aparece diariamente por la Televisora Nacional de Colombia.

Quien lo inició, el sacerdote eudista Rafael García Herreros, no era artista profesional ni un hombre que a base de sonrisas y maquillajes cautivara una numerosa audiencia o que, tras muchos cálculos y propaganda, lograra licitar los minutos que, en horas de máxima receptividad (siete de la noche), utilizara para transmitir su mensaje.

Todo comenzó con una insinuación que el 15 de octubre de 1954 hiciera al padre García Herreros el padre Francisco Jaramillo, en Medellín: “Ahora que te trasladas a Bogotá, no olvides aprovechar la televisión”. En efecto, este poderoso medio de comunicación social se había inaugurado en Colombia el 13 de junio de ese año, para celebrar el primer aniversario del ascenso de Gustavo Rojas Pinilla a la presidencia de la nación.

Ya en Bogotá, el padre García Herreros fue invitado en el mes de diciembre a participar en el programa televisado “Fantasía Navideña” y luego en los programas “El artista y su obra” y “Nuestro pan de cada día”, que dirigía Jaime Quijano Caballero, entonces rector de la Universidad Incca y miembro del partido comunista. Con esto se abrieron al padre García Herreros las puertas de la televisión pues, al comenzar el año siguiente, con recomendación del Presidente de la República, obtuvo el espacio que caracterizaría su obra. Lo curioso, porque así parece la vida luego de recorrida, es que a este programa espiritual le hubiera allanado el camino la invitación de un marxista confeso. ¡Designios de Dios!

Los temas tratados a lo largo de tantas noches, en esos 38 años en que lo dirigió el padre Rafael, fueron muy variados: Dios, que nos creó y que nos ama; Jesucristo, el Señor resucitado; el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones; María, nuestra Madre; los santos; la Iglesia que formamos, su organización y su vida; los sacramentos, los grupos de oración, la Renovación Carismática; el cristiano, su testimonio, su compromiso, su apostolado. El hombre, sus derechos, sus valores, sus esfuerzos, su lucha. El hogar, la limitación de los nacimientos, el trabajo, la vivienda, la educación, la muerte, la sociedad colombiana, la patria, la justicia, la violencia, las desigualdades sociales, la obra social El Minuto de Dios, la construcción de casas y escuelas, las artesanías, la civilización de los indios motilones, la colonización del Catatumbo, los Banquetes del Millón, la ayuda a lugares necesitados del país, la paz, etc.