The Purser's Version

Here is the version of events given by the Chief Purser, Carlo Longobardi, to the Rio de Janeiro newspaper, A Mañha.

"Navegábamos con buen tiempo y buena mar, en la tarde del día 25, cuando el navío fue sacudido como si hubiese tropezado con alguna peña o como si se hubiera producido un terremoto. Eran las 16.45. Conversaba en el camarote con el medico de a bordo.

_ Qué es esto? - me pregunto.

_ Se ha partido el árbol de una de las hélices - le respondí.

No me había engañado. Dos o tres minutos después el jefe de maquinas participaba al comandante que se había partido el árbol de la hélice de la izquierda, dentro del navío. En seguida comenzaron a tomarse las providencias que exigía la situación. Las maquinas se pararon, las válvulas disminuyeron la presión y las calderas se apagaron. Un numeroso grupo de hombres intento reparar la avería. En el momento del accidente la hélice giraba a una velocidad de 92 a 93 rotaciones por minuto, y en virtud de la propia fuerza del agua se quebró y dio contra el costado del buque, produciendo un gran agujero por el cual comenzó a entrar el agua a fuerte presión. Se hicieron esfuerzos para tapar dicho agujero, como es costumbre, con una pared de hierro y de cemento, y así se evitó que el agua llegase al departamento de las máquinas. Pero las paredes laterales cedieron por la presión del agua, que con violencia inaudita penetro en el casco del navío y comenzó a inundar la popa. El Comandante Gulli afirmaba, y era verdad, que no había peligro en absoluto. Mientras tanto se hicieron la llamamientos de socorro, que fueron contestados veinte minutos después por el Albena, que pasaba a babor, y por el Empirestar, que iba a estribor. En cuanto se supo que dichos navíos se aproximaban comenzaron a bordo los preparativos para el transbordo de los pasajeros. Al comienzo todo fue muy bien y en el mas perfecto orden. Cada oficial se hizo cargo de su bote salvavidas. Las mujeres y los niños se fueron embarcando. En mi bote lo hicieron 27 o 28 personas, casi todas madres con sus hijos y una familia entera de Buenos Aires. Arriado el bote, nos dirigimos al Albena, que se hallaba a unos 200 metros de distancia. Llegamos a él fácilmente, y después de haber subido todos los pasajeros, el bote, que fue lanzado varias veces con violencia contra el costado del Albena comenzó a hacer mucha agua y quedó inutilizado. Tuvimos, pues, que abandonarlo y subimos al vapor holandés tristes por no poder continuar prestando nuestros servicios, e inactivos bajo una gran ___ nerviosa. Desde el buque ___ el ultimo acto de aquellas ___ ____ . Nadie podía describir lo que hicieron esos bravos holandeses del Alhena. No quedaron a bordo mas que el Comandante, un piloto y los hombres de las maquinas; el resto de la tribulación se aproximo lo mas posible al Mafalda, a fin socorrer del mejor modo a los centenares de personas que, ya desanimadas y presas de pánico, se arrojaban al mar, sin salvavidas, confiando tal vez en sus propias fuerzas. Tengo 41 años de vida de mar, he asistido a diversos naufragios y tuve que socorrer a varios buques en circunstancias parecidas a las del Principessa Mafalda, pero confieso que nunca vi un espectáculo tan horripilante. Fue algo tan horriblemente trágico que no se pueden describir sus detalles. Había ya anochecido y el mar estaba apenas iluminado por los reflectores de los diversos barcos que rodeaban al Mafalda. Cuando en este dejó de funcionar la electricidad, aquellos que todavía se hallaban a bordo, que eran muchos, tanto pasajeros como tripulantes, completamente alarmados se decidieron a salvar la vida a toda costa. Desde el puente de comando del Alhena, que se hallaba a apenas quince metros del Mafalda, vi que numerosas personas se arrojaban al mar y ya por la aflicción en que se hallaban o tal vez porque no sabían nadar, muchas de ellas se sumergian y no volvían a aparecer. Las que conseguian mantenerse en la superficie eran agarradas por dos, tres y hasta cuatro personas a la vez y se formaba un grupo que, invariablemente, se hundía por completo."

Había muchos botes salvavidas que buscaban a los náufragos, pero pronto se llenaban y tenían que dejar a los náufragos en los vapores. Como es natural tardaban en ir y volver. Ademas, muchos náufragos se arrojaban al mar sin reparar en si podían o no ser recogidos. Se dice que los tiburones devoraron a mucha gente. Yo no puedo afirmarlo. Confieso que no vi allí ninguno. Preguntado como se explicaba que tantas personas afirmasen que vieron a los tiburones devorar a los náufragos, respondio que tal vez por el pavor de que se hallaba poseída toda aquella gente no tenia calma y se le figuro que existian tales tiburones.

Durante la guerra, viajando en los barcos que iban a Nueva York, raro era el día en que los pasajeros no venían a anunciar la llegada de submarinos que no existian y era solo producto del estado de animo en que se hallaban.

El capitán Longobardo sirvió tres ____ a bordo del Mafalda y conocía correctamente el vapor.

Si hubiese habido a bordo cualquier indicio de peligro, las autoridades de Génova no lo hubiesen dejado partir.

Preguntando sobre la suerte del Capitán Gulli, respondio que murió como todo un héroe; que en los últimos momentos abandono el megáfono y cuando el barco se empino, se quito la gorra y con ella en la mano desaparecio, cumpliendo con orgullo su deber.

La rotura del árbol de una hélice puede suceder tanto en un barco como el Principessa Mafalda, que tenia 18 años de servicio, como en uno que hubiese dejado el astillero medio hora antes. Estos accidentes nunca pueden ser evitados.

(antes) Todavía se hallaban en el buque numerosas personas... En el puente de mando de blanco, se distinguia perfectamente la figura del Comandante Gulli, que con una mano en el megáfono y la otra en la cuerda de la sirena daba ordenes, gesticulando de vez en cuando en forma violenta. El Comandante se veía obligado a agarrarse a la borda para no caer, pues la inclinación del barco era cada vez mayor; el agua, según lo que se podia apreciar, había penetrado ya en la mayor parte de las dependencias de popa y no había duda de que el momento final se acercaba, y el Mafalda no tardaría en sumergirse. En efecto, cerca de las 22 se acentuó todavía mas la inclinación del barco, que pareció fuertemente sacudido y se inclino aun mas de proa, tomando casi una posición vertical. Pocos segundo después el Mafalda desaparecía para siempre.