Aix galericulata
Descripción
El pato mandarín es un ave elegante y de constitución robusta, puede llegar a medir 45 cm de longitud. Presenta un dimorfismo sexual muy grande. El macho tiene un píleo rojo con brillos metálicos de color verde sobre la frente y dos franjas laterales de color blanco o crema muy claro, en las que destacan los ojos oscuros y el pico de un tono rojo vivo. Presenta unas plumas naranja cobrizo a modo de barbas. El pecho y la garganta son de color morado; el vientre es blanco, y los laterales son de un tono crema con una banda azulada a cada lado, que da paso a unas franjas anaranjadas curvadas hacia arriba.
La hembra posee un plumaje mucho más discreto: cabeza grisácea con un anillo y una banda blanca alrededor del ojo. A lo largo del cuello va cambiando a los tonos pardos y ocres que presentan las plumas del resto del cuerpo. En sus partes inferiores son muy más pálidas y los laterales están moteados (presentan motas, lunares de color pálido) Presentan un espejuelo azul metálico.
Distribución y hábitat
Esta especie estuvo en su día muy extendida por toda Asia oriental, pero las exportaciones masivas (para parques y colecciones) y la destrucción de su hábitat han reducido sus poblaciones en el este de Rusia y de China por debajo de 1000 parejas en cada una de las dos regiones.
En Japón, sin embargo, se calcula que hay unas 5000 parejas. Estas poblaciones asiáticas son migratorias y pasan el invierno en las tierras bajas del este de China y del sur de Japón.
Su población mundial se estima entre 65 000 y 66 000 individuos.
Es muy común que algunos especímenes se escapen de los jardines y los zoológicos, lo que provocó que durante el siglo xx (VEINTE) se crearon poblaciones asilvestradas, la más importante en el Reino Unido, con unas 1000 parejas.
El pato mandarín suele habitar zonas forestales densas cerca de lagos poco profundos, charcas o lagunas.
Comportamiento
En invierno pueden formar pequeños grupos, pero raramente se asocian con otros patos. Se alimentan tanto en tierra como en agua. Comen sobre todo plantas y semillas, especialmente de hayas. Suelen comer hacia el atardecer y permanecen en los árboles o en el suelo durante el día.
Anidan en agujeros de árboles cercanos al agua. A diferencia de otras especies, el macho permanece con la pareja apareada hasta que los huevos eclosionan e incluso ayuda en el cuidado de las crías.
Reproducción
En cuanto a la reproducción, lo primero que llama la atención es que son monógamos; tienden a tener una pareja única toda su vida. Si por cualquier motivo uno de ellos perdiera la vida, a su pareja se le hará difícil conseguir otra.
Los patos mandarines, como la mayoría de anátidas silvestres, tienden a construir sus nidos cerca de lagos, lagunas, ríos, riachuelos o estanques. Prefieren las áreas boscosas donde, además, si hay árboles con algún hueco que pudiera servir para utilizarlo como nido, lo construirán ahí.
Los machos compiten de varias maneras para atraer a las hembras. La hembra prefiere a los que muestren los colores más brillantes (porque ello indica que son más sanos y fuertes). Para llamar la atención de las hembras los machos realizan un ritual de cortejo consistente en movimientos de cabeza, cuello y alas, al tiempo que van emitiendo grititos y otros sonidos propios del ritual.
Los padres cuidaran de sus crías por un periodo de aproximadamente dos meses, que es cuando lograran un plumaje que les permite el vuelo. Sin embargo, los patos mandarines no alcanzan la madurez sexual hasta los 2 a 3 años de edad.