autores literarios
Gustavo Adolfo Béquer
Gustavo Adolfo Béquer:Originario de Sevilla,España,nació el 17 de febrero de 1836. Al principio no tenia tantos recursos,pero tiempo después encontró una plaza en la redacción de "El Contemporáneo" y ahí escribió la mayoría de sus leyendas y las "Cartas desde mi celda". En 1862 llegó a vivir con Béquer su hermano Valeriano , juntos, juntos vivieron al día uno traduciendo novelas o escribiendo artículos y el otro dibujando y pintando. El 22 de diciembre de 1870 muere de una pericarditis.
RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!
Rafael de León y Arias de Saavedra, nació un jueves 6 de febrero del bisiesto 1908 en Sevilla, la actual capital de la región de Andalucía (España).El año 1916 ingresa Rafael de León en el internado del colegio jesuita "San Luis Gonzaga" .Años más tarde, estudiaría en otros colegios privados de órdenes religiosas en las localidades andaluzas del Palo de Málaga y de Utrera (Sevilla). En el año 1926 inicia en la universidad de Granada, los estudios de la carrera de Derecho.
LLUVIA
(1930)
a Conchita Herrera
¡Te quiero!, me dijiste,
y la flor de tu mano
puso un arpegio triste
sobre el viejo piano.
(En la ventana oscura
la lluvia sonreía...
Tamboril de dulzura.
Gong de monotonía).
-¿Me querrás tú lo mismo?
Y en tu voz apagada
hubo un dulce lirismo
de magnolia tronchada.
(La lluvia proseguía
llorando en los cristales...
Cortina de agonía.
Guadaña de rosales).
-¡Para toda la vida!,
te dije sonriente.
Y una estrella encendida
te iluminó la frente.
(La lluvia proseguía
llamando en la ventana
con una melodía
antigua de pavana).
Después, casi llorando,
yo te dije: ¡Te quiero!
Y me quedé mirando
tus pupilas de acero.
-¡Para toda la vida!
dijiste sonriente,
y una duda escondida
me atravesó la frente.
(En la ventana oscura
la lluvia proseguía
rimando su amargura
con la amargura mía).