Por: MSc. Judiel Reyes Aguilar. Secretario de Comunicaci'on d ela Unhic Filial Villa Clara.
Este 10 de noviembre se cumplieron 100 años de la desaparición física de Lola Rodríguez de Tió, figura imprescindible de las letras y el independentismo antillano. Poeta, patriota y luchadora incansable, su vida ejemplifica la dignidad y el compromiso con la independencia de Cuba y Puerto Rico, a quienes inmortalizó en su célebre verso "son de un pájaro las dos alas".
De cuna ilustre a revolucionaria
Nacida en la villa de San Germán el 14 de septiembre de 1843, Lola provenía de una familia de alta clase social. Su padre, Sebastián Rodríguez de Astudillo, fue fundador del Colegio de Abogados de Puerto Rico, mientras que su madre, María del Carmen Ponce de León, descendía directamente del colonizador Juan Ponce de León.
Sin embargo, su vida cambió cuando conoció al literato y político Bonocio Tió Segarra, con quien contrajo matrimonio el 13 de febrero de 1865. Como símbolo de rebeldía en una época que relegaba a las mujeres, Lola se cortó la cabellera como muestra de su amor por Bonocio, un gesto que mantendría toda su vida. Bajo la guía de su esposo, comenzó a escribir sus primeros versos, iniciando así una carrera literaria que la convertiría en "La Cantora de las Lomas".
La autora de un himno revolucionario
En las tertulias literarias que el matrimonio Tió organizaba en su hogar de San Germán, nació una de las obras más significativas de Lola: la letra revolucionaria de "La Borinqueña". Una noche de tertulia, decidió dotar de un himno patriótico al ideal independentista, adaptando versos a una danza popular puertorriqueña. Un fragmento del himno expresa:
¡Despierta borinqueño,
que han dado la señal:
¡Despierta de ese sueño
que es hora de luchar!
A ese llamar patriótico
¿no arde tu corazón?
Ven, nos será simpático
el ruido del cañón.
Mira al cubano ya libre está,
le da el machete la libertad;
ya el tambor guerrero
dice en su son
que es la manigua el sitio,
el sitio de la reunión.
El gobierno colonial español en Puerto Rico prohibió la ejecución de "La Borinqueña" porque la canción era un llamado a la lucha por la independencia. Con la instauración del poder neocolonial estadounidense en la Isla, en 1904 la Casa Guisti publicó una colección titulada "Canciones escolares", que incluía una versión del himno, sustituyendo la letra revolucionaria de Lola por los versos de Manuel Fernández Juncos, los cuales se consideraban "más neutrales, pacíficos y unificadores". El himno de Lola fue retomado por el Partido Nacionalista durante la insurrección de 1950 y continúa siendo la voz del movimiento independentista puertorriqueño.
Voz y acción por la independencia
La trayectoria de Lola no se limitó a la poesía. En 1873, se convirtió en la primera mujer puertorriqueña en pronunciar un discurso público. Sus poemarios "Mis cantares" (1876), "Claros y nieblas" (1885) y “Mi libro de Cuba” (1893) la consagraron como una de las voces más importantes de la literatura antillana.
Su compromiso con la libertad la llevó a enfrentar destierros y persecuciones. En 1887, durante el encarcelamiento de 16 líderes autonomistas en El Morro, Lola demostró su valentía al interceder por ellos ante las autoridades españolas, ganándose el apelativo de "el ángel de los presos". Ante el gobernador español que la amenazaba, respondió con dignidad: "Sepa usted que yo no me acuerdo de España ni cuando brindo por Calderón de la Barca" [1].
Sus años en el exilio la llevaron a Cuba, donde fue acogida por la intelectualidad habanera, y posteriormente a Nueva York, donde continuó su labor patriótica. Desde allí participó en el diseño de la actual bandera de Puerto Rico.
Fue en el hogar de Bonocio y Lola Tió en La Habana, donde se reunían jóvenes cubanos y puertorriqueños antes de iniciar la Guerra de 1895, que se discutió la sustitución de la antigua bandera de Lares, la cual consideraban símbolo de una revuelta frustrada. En dicho encuentro, Lola propuso que la bandera puertorriqueña debía ser como hermana gemela de la cubana, pero como todavía no había sido teñida por abundante sangre en la revolución que se tramaba, la estrella se vería bien en fondo azul y no rojo, alternándose franjas rojas y blancas en su campo [2].
El 22 de diciembre de 1895, en la asamblea puertorriqueña del "Club Borinquen" en Chimney Comer Hall en Nueva York, los independentistas puertorriqueños decidieron asumir la bandera propuesta unos años antes por Lola.
Un legado que trasciende fronteras
De 1895 a 1898, Lola Rodríguez de Tió se dedicó a la causa independentista de Cuba y Puerto Rico. Escribió en diversos periódicos para divulgar el ideal revolucionario y desarrolló diferentes acciones para recaudar fondos para la guerra. Fue presidenta del horno del Club "Hermanas de Rius Rivera" y secretaria del Club "Claridad". Con el fin de socorrer a los combatientes cubanos que luchaban contra el régimen español, organizó un capítulo de la Cruz Roja Americana. Su labor patriótica fue reconocida por figuras como Antonio Maceo, quien afirmó: "Con mujeres como Lola se pueden hacer revoluciones". [3].
Sus versos más famosos: "Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas; reciben flores o balas sobre el mismo corazón", continúan resonando como símbolo de hermandad entre las dos naciones.
En 1915, después de 23 años de ausencia, Lola regresó a su Puerto Rico natal, donde fue recibida con múltiples homenajes. Durante su última visita a la isla en 1920, se convirtió en la primera mujer puertorriqueña en pronunciar un discurso político en público, exhortando a sus compatriotas a unirse para seguir luchando por una verdadera independencia.
En los últimos años de su vida recorrió Europa, siendo agasajada por intelectuales en España, Francia y Suiza. Falleció en La Habana el 10 de noviembre de 1924, a los 81 años, dejando tras de sí una obra que trasciende las fronteras del tiempo y el espacio.
A un siglo de su partida física, su ejemplo de dignidad, valentía y compromiso por la independencia continúa inspirando a las nuevas generaciones. Como expresará Máximo Gómez: "Dondequiera que te muevas, Lola, crecerá un laurel y una palma" [4].
Referencias:
[1] Lola Rodríguez de Tió: Obras completas, ed. cit., p. 324.
[2] Tió, Aurelio (1971): Semblanza de Lola Rodríguez de Tió. Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Historia, Vol 2, No.7, 31 de diciembre de 1971, p.101.
[3] Algarín Feliciano, Luz María (1948): Lola Rodríguez de Tió: su personalidad y su obra. Revista Bimestre Cubana, La Habana, julio-diciembre de 1948, p. 245.
[4] Rivera López, Lizbeth L (2014): La Eterna Lola de las Lomas. Revista Historia y Comunicación Social, Vol. 19, p.289.