Por: Yoel Ramos Mesa. Miembro de la Unhic Sección de Base de Cifuentes
INTRODUCCIÓN
Federico Engels en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, expresa: “El primer antagonismo de clase aparecido en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre hombre y mujer en la monogamia, y la primera opresión de clase con la del sexo femenino por parte del masculino”.
Comúnmente se identifica género con sexo. Sin embargo, el concepto de sexo se refiere a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, básicamente reproductivas. Entre tanto, el concepto de género, como construcción social, se refiere al conjunto de roles atribuidos a hombres y mujeres en función de su sexo, al conjunto de atributos que una cultura define como propios de hombres y mujeres, que definen lo masculino y lo femenino.
Género puede entenderse entonces como el conjunto de actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que, a través de un proceso de construcción social, diferencian a los hombres de las mujeres, dando lugar a una división genérica del trabajo, donde el hombre se encarga de las tareas productivas y las mujeres de las reproductivas. Lo que tiende a implantarse como un orden natural de la vida.
El pensamiento androcéntrico ha mantenido la idea de la superioridad del hombre sobre la mujer. Y en Cuba no ha sido diferente en ninguna de las etapas de su historia, aun con los logros alcanzados en equidad de género y empoderamiento de la mujer después del Triunfo de la Revolución quedan espacios que ganar, ámbitos que conquistar y disparidades que corregir.
Qué el género es una representación social, se puede comprobar perfectamente en Cuba, ya que dentro del sector rural el concepto de trabajo agrícola es eminentemente una construcción masculina.
En este sentido llama la atención que, en los contenidos tanto de La Primera como de La Segunda Ley de Reforma Agraria, no hay una sola referencia a la propiedad de la tierra en manos de mujeres, el articulado refiere a "los campesinos, los obreros agrícolas", lo que supone, para la época, la aplicación del término contemplando básicamente a los hombres como propietarios de tierra. Este dato indica que las mujeres están muy por debajo de los hombres, en cuanto a la posesión de la tierra, lo cual representa una brecha importante entre ambos sexos, dado el mínimo número de mujeres con propiedades en este sector.
Sin embargo, aunque la letra de la ley expresaba la necesidad de mantener desde su inicio un ingreso familiar decoroso, no aparecía distinción alguna para reivindicar las necesidades específicas de las mujeres campesinas.
Aunque las medidas legales no transforman del todo las posiciones discriminatorias hacia las mujeres en términos subjetivos y prevalecen en el modo de relacionamiento entre ambos sexos, sobre todo en el seno de las familias, donde las mujeres siguen siendo quienes fundamentalmente realizan las labores del hogar y se encargan tanto del cuidado de los niños como de los enfermos. No es posible negar avances en la no discriminación hacia la mujer, sin embargo, la sociedad cubana actual, sigue caracterizándose por un marcado sesgo de subjetividades entre ambos géneros, lo cual es visto con mayor "naturalidad" en el sector rural del país.
No obstante, que las mujeres campesinas logren empoderarse y transformar una serie de valores tradicionales en la ruta hacia la equidad de género, que además de beneficiar a la familia y la comunidad, pueden satisfacer ciertas necesidades estratégicas, es algo que no es una novedad para la ruralidad cifuentense y podemos enorgullecernos de tales líderes.
Esta proyección ha estado aparejada a todo un proceso de capacitación tanto técnico como en temas relativos a la equidad de género, lo que permitió ampliar el empoderamiento de las mujeres rurales, quienes comenzaron a ocupar cargos que antes no contaban con su presencia.
La experiencia permitió que las mujeres se colocaran como protagonistas al frente de procesos de producción agrícola, compartiendo de manera diferente sus roles en los ámbitos: laboral, familiar y social, ya que los hombres tomaron conciencia de la importancia de formar parte de estas transformaciones de forma proactiva.
La mujer rural cubana está todavía inmersa en un proceso de cambio, llama la atención, sin embargo, el gran avance obtenido a partir de su incorporación a tareas de dirección y a asumir responsabilidades cuyo liderazgo y protagonismo han permitido este adelanto.
En términos de empoderamiento, ciertamente aún queda mucho por avanzar. Sin embargo, un índice creciente de incorporación de la mujer rural a las actividades de toma de decisiones en las formas de producción locales, califican como apreciables los progresos conquistados.
DESARROLLO
En este sentido, es preciso hacer mención indispensable a Idalia Gaudencia Pérez Zamora o “La guajira de la yegüita” como la bautizara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al explicarle ella el medio de locomoción que usaba para coordinar con los socios iniciales la formación de la que sería la primera Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) presidida por una mujer en Cuba.
Idalia Pérez Zamora junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y José Ramírez Cruz presidente de la ANAP.
Con la experiencia de dirigir en la FMC como fundadora de la organización femenina, los CDR, MTT, ANAP y el PCC es seleccionada, para su sorpresa por el bajo nivel escolar que tenía, para pasar un seminario de Economía Agraria en Bulgaria y luego a otro en México sobre el rol de la mujer y la estrategia de desarrollo en la América Latina. Con esos antecedentes ya no le sorprendió tanto su selección para participar en el Congreso Mundial de Mujeres que tuvo lugar en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Además, resultó electa como delegada del Poder Popular en 1976 durante el primer mandato.
Luego de dieciséis años de fundada la CCS Abel Santamaría en la que Idalia se desempeñó como organizadora, sintió que había llegado el momento de ir un paso más allá, en respuesta a los proyectos de la ANAP discutidos en el primer Congreso del PCC. Así cuando ya lo tuvo todo listo, fundó el 4 de junio de 1978 la primera Cooperativa de Producción Agropecuaria presidida por una mujer en el país.
Para ello tuvo que alcanzar una extensión de 6,3 caballerías de tierras, además de juntar dieciocho cooperativistas: once hombres y siete mujeres que conformaron la recien creada forma productiva, de entre los cuales fue seleccionada la junta directiva, que junto a Idalia asumieron la responsabilidad de sacar adelante con rentabilidad el objeto social de la CPA, a la que decidieron nombrar Antonio Maceo.
Después de doce años y casi seis meses bajo la presidencia de Idalia, en los que la cooperativa fue rentable y cuando ya hacían producir 37, 3 caballerías con 62 cooperativistas, la idea de crecimiento sugería la fusión de tres cooperativas de la zona, Idalia no se opuso, pero cercana ya a la edad de jubilación, entendió llegado el momento de liberarse de las responsabilidades de la presidencia.
También en la década de los 80 del siglo pasado Carmen Lorenzo González fue presidenta de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 26 de Julio por varios años. Responsabilidad y disciplina fueron las divisas que imprimió a su desempeño como dirigente de la forma productiva, gracias a la fuerza de su carácter forjado desde temprana edad.
Mujer colaboradora del Movimiento 26 de Julio durante la lucha por la definitiva independencia, su casa sirvió de alojamiento seguro para alfabetizadores durante la Campaña de Alfabetización. Por muchos años después federada y cederista consagrada y activa integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana ACRC.
Los excepcionales ejemplos de estas dos mujeres, pioneras como máximas responsables de formas productivas presididas hasta entonces exclusivamente por hombres, mostraron el camino con resultados concretos en múltiples vertientes.
Las que hoy continúan el desafío, con significativos dividendos, están involucradas en alguna medida con el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres. Ejemplo de ello son:
Grisel Moya Morales Técnico Medio en Diseño quien fue por 11 años presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Rigoberto Caraballo, cuyo objeto social ganadero y diversificado a cultivos varios supo mantener rentable, gracias a su acertada gestión dirigente a la que se subordinaban 102 asociados.
Yadira Águila Hernández graduada de Técnico Medio en Contabilidad y con una experiencia de 12 años como vicepresidenta, hace uno que se desempeña como presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Filiberto González donde hacen producir aproximadamente 320 hectáreas con 101 asociados. A pesar de no tener completa su junta directiva, la forma productiva es rentable y por ello la ANAP la ha reconocido en varias ocasiones, así como por entregar en tiempo los pagos de la cuota social.
María de Jesús Cárdenas Rodríguez. Presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Julio A. Mella. Con más de diez años como vicepresidenta de esta forma de producción, acumulaba experiencia suficiente y resultados para que se tuviera en cuenta su promoción al cargo de presidenta, en el que se desempeña con buenos resultados desde el año 2020, a pesar de que en la junta directiva solo cuenta con la organizadora y entre ambas asumen todas las responsabilidades de dirigir el colectivo.
Una CCS cuyo objeto social fundamental es la ganadería, agrupa a 83 socios en un área considerable, Mary como es conocida por todos, ha sabido ganarse además el respeto y la confianza de sus subordinados que aprecian su dedicada consagración. También el reconocimiento de sus superiores ya que mantiene los resultados en una línea productiva estratégica como la producción de leche.
Yusmary C. Santos Chaviano. Presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Ñico López, Técnico Medio en Contabilidad lleva dos años de desempeño en el cargo apoyada en una junta directiva compuesta por dos mujeres y nueve hombres. Agrupa a 247 cooperativistas que mantienen produciendo un área apreciable de cultivos varios y ganado que forman parte de su objeto social. Debido a que se ajustan a los parámetros rentables han recibido tres reconocimientos de la ANAP municipal por alcanzar la condición de CCS cumplidora.
Olivia Díaz Llánes. Técnico Medio en Veterinaria. Presidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Marcelo Salado desde el 18 de enero de 2020. A pesar de tener incompleta la junta directiva, mantienen dentro de los rangos de rentabilidad la cooperativa con una nómina de 152 cooperativistas que tiene como objeto social la ganadería diversificada con otras producciones. Debido a ello han recibido varios reconocimientos por cumplir con el plan de entrega de leche y carne.
No estaría completo este relato si dejara de constatar un referente indispensable por sus logros a nivel nacional, a la vez que deja bien en alto el paradigma del amplio proceso que han ido robusteciendo las mujeres campesinas cifuentenses en función de su empoderamiento.
La referencia es a Yamilé Báez Fernández. Joven mujer que, graduada de Técnico Medio en Agronomía, comienza su actividad en esta materia formando parte de la junta directiva de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Sabino Pupo en el año 1997 donde tenía resultados satisfactorios. Sin embargo, el mucho trabajo por hacer de un lado e inquietudes profesionales insatisfechas de otro, la llevaron a asumir la presidencia de la CPA Bernardo Díaz el 16 de febrero del 2012. Forma productiva que estaba a punto de disolverse, absorbida por fusión con otra unidad más eficiente.
Como aspecto relevante debe mencionarse que, en el momento de su recepción, la economía de la CPA estaba completamente deteriorada, proliferaban muchas y altas deudas; no había infraestructura; el único patrimonio eran 640 hectáreas cubiertas de marabú, a pesar de que su objeto social era el agropecuario no existía cultivo alguno. A ese escenario se enfrentó con el apoyo y la colaboración incondicional de 12 cooperativistas que se dieron a la tarea de levantar la cooperativa y pagar todas las deudas. Hasta que en el año 2014 cambian su objeto social a productores cañeros, renglón que hace mucho más eficiente la gestión de la cooperativa.
Hoy la CPA cuenta con toda la infraestructura necesaria, logro del estilo de trabajo de su presidenta apoyada en una junta directiva compuesta por siete miembros. En estos momentos atiende un área de 1664 hectáreas con 50 cooperativistas y 20 contratados, altamente diversificada porque, además de producir caña para la industria azucarera, cuenta con módulos pecuarios para varias especies como la vacuna, porcina, avícola, ovina, caprina, incluso peces y en la parte agraria destacan: maíz, frijol, boniato, calabaza hortalizas y frutas.
Rentable desde el propio año 2012 en que comenzó Yamilé su gestión hasta la fecha, la cooperativa exhibe una economía sólida con finanzas favorables. A partir del año 2017 ingresa en el “Movimiento 70 toneladas por hectárea” que involucra cooperativas que tienen ese alto rendimiento, por ese galardón obtuvo ese año el trofeo de plata, que repitió en el 2018 y a partir del 2019 el trofeo de oro consecutivamente hasta la fecha. También ostentan la condición de vanguardia nacional durante todos estos años, distinciones que seguro mantendrán por la voluntad y esfuerzo que caracteriza a la mujer rural.
CONCLUSIONES
Sirvan estos ejemplos de empoderamiento de la mujer campesina para consolidar el indudable avance que representa su proceder en función de lograr su presencia en los ámbitos sociales, económicos y políticos, desarticulando así estereotipos de género construidos por la sociedad patriarcal, a la vez que se profundiza sobre los cambios que aún se necesitan para conquistar el paradigma de la verdadera equidad entre los géneros.
Imagen tomada del portal http://cuba.cu