Por: Juan Andreu Monteagudo, presidente de la Sección de Base de la Unhic en Encrucijada.
El 20 de octubre de 2024, se conmemorará el 186 aniversario del nacimiento de Eduardo Machado, patriota santaclareño que dedicó su vida a la lucha por la independencia de Cuba. Su historia nos ofrece un ejemplo de compromiso, valentía y visión transformadora, cualidades que lo convirtieron en una figura fundamental en la Guerra de los Diez Años.
Quienes han tenido la posibilidad y la dicha de ser padres, y de esperar el instante del nacimiento, pueden imaginar perfectamente lo que quiero expresar sobre aquel 20 de octubre de 1927. En la entonces nombrada calle Jesús Rodríguez Obregón, hoy 2da Avenida Norte número 1, entre Central y 1ra del Oeste, a las 7:30 de la noche, nació Abel Santamaría Cuadrado en Encrucijada, provincia de Las Villas. Era hijo de emigrantes españoles: Benigno Santamaría Pérez, nacido en 1896 y natural de Prexigueiro, Galicia; y Joaquina Cuadrado Alonso, nacida el 2 de abril de 1902, natural de Salamanca.
Ese día, tal vez como muchos de octubre, las nubes dominaban el cielo y quizás lloviznó. En aquel recinto, mitad casa, mitad carpintería, el patriarca de la familia García Pérez, vecino de los Santamaría, fue en busca de sus muebles reparados por las hábiles manos de Benigno. Encontró al carpintero meciéndose en un sillón de la sala, hecho con sus prodigiosas manos, y recibió como respuesta:
- Venga mañana o pasado, Joaquina está con dolores de parto.
A las 7:30 de la noche se produjo el alumbramiento. Había nacido un “Elegido”, a decir del poeta, uno de esos hombres que vienen al mundo cada cien años, destinados a colmar de páginas los libros de historia y a dejar su huella. De hombres como él, José Martí dijo que: "...hay un límite al llanto ante la sepultura de los muertos, que no teme ni se abate ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra".
La familia disfrutó de alegría al escuchar el llanto de bienvenida del bebé al abandonar el regazo que lo había formado. El rostro de las abuelas se iluminó al tenerlo entre sus manos por primera vez, cuando la comadrona lo bañó y vistió. Muy cerca de allí vivía un médico y, más arriba, a solo dos cuadras, otro, junto a una enfermera; eran los únicos del municipio. Tres cuadras más abajo se encontraba la Casa de Socorro, en unos suburbios repletos de niños pobres y desocupados, donde el hambre y las enfermedades se agazapaban, dominando lugares como el barrio de Las Yaguas, Muelas Quietas, Llega y Pon... La "República" había surgido el 20 de mayo de 1902.
Benigno era un hombre de nariz prominente, carpintero ebanista, ancho de hombros y gran estatura; un hombre hecho del trabajo y para el trabajo. Joaquina era la clásica ama de casa que vivía para su esposo y los quehaceres del hogar; mujer amable y temperamental, de carácter fuerte, que se hacía respetar en el barrio y era querida por su disposición a ayudar a los demás, aunque también era capaz de "cantarle las cuarenta a cualquiera".
Abel Santamaría fue el tercero de cinco hijos. Fue el segundo y último en nacer en la casona, porque Haydée vio la luz en casa de su abuela paterna, en la 6ta Avenida Sur. Los Santamaría Cuadrado decidieron nombrar a todos sus hijos con la letra A como inicial: Aidé, Aldo, Abel, Aida y Ada. Pero así como luchó por cambiar la Historia Patria, la primogénita se cambió el nombre y se hizo llamar Haydée, con h y dos e.
Abel, el “Elegido”, nació con cualidades especiales y fue alumno del maestro Lima Recio, un negro alto que honraba su segundo apellido "Recio". Este educador impartía clases en la escuela del Batey Constancia, lugar al que se había mudado la familia después de vivir algún tiempo en La Habana. Lima Recio, residente de Encrucijada y educador de varias generaciones de jóvenes, forjador de futuros, era un maestro integral en Ciencias y Humanidades, que enseñaba Historia de Cuba con pasión. Hablaba de los héroes y de los hechos históricos con tal vehemencia que embelesaba a los niños, especialmente cuando explicaba las cualidades de Maceo, Martí o Gómez. En Céspedes ponía especial acento en su voz, comparándolo con Dios al sacrificar a su hijo Oscar por la Patria, inculcando en sus alumnos el amor por los héroes que lucharon por la independencia de Cuba.
Bajo esa égida y esos preceptos, fue educado Abel. En una ocasión, uno de sus compañeros no alcanzó a tener pupitre en el aula y Abel pidió a su padre que le hiciera una mesita más larga con banqueta para que cupieran los dos, ya que el niño era pobre y sus padres no tenían dinero para mandarle hacer uno.
Asentados en el Central Constancia, a tres kilómetros del poblado de Encrucijada, Benigno construyó también una carpintería. Abelito jugaba béisbol con los muchachos del batey y, en una ocasión, se lió a puños con un brabucón que cantaba "strike" cuando no lo era y que muchas veces ganaba los juegos haciendo trampas. Era más alto que Abel. Después de la pelea, uno de sus mejores amigos le dijo:
- Perdiste, Abelito.
Y este le respondió:
- No perdí, tú verás que más nunca vuelve a hacer trampas en un juego contra mí.
Y así fue. Benigno le regaló un caballito pony y los niños le llamaron "mala cara". Todos cabalgaron en él, porque Abel no tenía nada de él. Había tanta bondad en sus llamativos ojos y su pelo rubio que le apodaron "El Polaco". Era cariñoso y exigente. En las clases, regañaba a otros niños por hablar y por no atender al maestro.
Así creció, así trabajó en la tienda del Batey, incluso fiando alimentos a escondidas del dueño a los más pobres y necesitados, muchas veces a costa de su salario.
Más de una vez se cruzó en los caminos del Central Constancia con Jesús Menéndez Larrondo, famoso en el batey por ser defensor de los oprimidos. Comentaba en su hogar, a pesar de la reticencia de sus padres, quienes eran emigrantes españoles y evitaban mezclarse en asuntos de política. Abel hablaba de las injusticias cometidas por los poderosos hacia los obreros, y Joaquina le advertía:
- ¿Quieres quedarte sin trabajo y que nos quedemos sin comer?
Eran tiempos de los "Gobiernos Auténticos", cuando se recrudeció la “Guerra Fría” con Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás.
Después, Abel viajó a La Habana, acompañado por su hermana Haydée. Allí se establecieron en un apartamento en 25 y O. En una manifestación en el cementerio de Colón, en el primer aniversario de la muerte de Eduardo Chivás, conoció a Fidel Castro y fue como conocer o reconocer a José Martí al escuchar la oratoria del líder de la Juventud Ortodoxa. Ahí se sumó al grupo de jóvenes predestinados a cambiar el destino de la Patria, escribiendo con sudor, lágrimas y sangre la palabra "Libertad". Conocer a Fidel le convenció de que para revertir el destino de Cuba había que apelar a la lucha armada y estar dispuesto a vencer o morir.
En 1953, invitó a Fidel a su casa, en el Batey del Central Constancia, para presentarle a sus padres e intercambiar ideas con los obreros del Central. Ya Fidel era abogado y les habló de leyes y de la necesidad de cambiar el destino de Cuba, tronchado por Fulgencio Batista con el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Esto sucedió dos meses antes de los sucesos del Moncada.
Aquel 26 de julio de 1953, en una mañana de Santa Ana, cuando al amanecer el Astro Rey no era tan resplandeciente como de costumbre, Abel Santamaría cayó, víctima del odio de los opresores del régimen batistiano. Fue apresado en el Hospital Saturnino Lora y torturado salvajemente, hasta que le sacaron los ojos, esos ojos color de futuro.
Su última y gran decisión fue no abandonar el hospital. Decidió que Fidel debía vivir y desobedeció la orden del líder de que marchara hacia las lomas una vez apagados los disparos en el Moncada.
Aquel 26 de julio de 1953, inmortalizó su nombre escrito con su sangre generosa, víctima de la crueldad del coronel Alberto del Río Chaviano, que no tuvo clemencia con ningún prisionero. Cumpliendo órdenes del tirano Batista, asesinó a más de setenta hombres en el Moncada.
Han pasado 71 años de aquellos sucesos y este 20 de octubre de 2024 se conmemora el 97 aniversario de su natalicio. Su casa natal, hoy convertida en institución cultural desde el 29 de mayo de 1982 y declarada Monumento Nacional el 31 de diciembre de 1981, atesora no solo las pertenencias de los Santamaría Cuadrado, sino también de otros héroes de nuestra localidad. Ahí radica la Casa Museo Abel Santamaría, exhibiendo objetos del líder azucarero Jesús Menéndez, del doctor Nicolás Monzón, médico comunista conocido en Encrucijada como "el médico de los pobres". También se muestran fotos de combativos internacionalistas del territorio, entre ellos: Oscar Víctor Carvajal Calderón, miembro de la Seguridad del Estado, ultimado a balazos en 1978 cuando cumplía una misión como agente secreto dentro de las bandas que operaban en Estados Unidos, en la ciudad de Miami.
En una urna se exhibe el traje de graduación del piloto Juan Carlos Rodríguez, que murió en Angola al ser derribado su helicóptero en plena selva. Del doctor Nicolás Monzón se conserva su escribanía, su medalla de Combatiente de la Lucha Clandestina y un certificado por su condición de miembro fundador del Partido Comunista de Cuba. Este museo atesora la campana del Ingenio Triunvirato, uno de los 18 ingenios con que contaba el municipio de Encrucijada en los tiempos de la colonia. Posee objetos pertenecientes a los tenientes de esclavos, como candados, grilletes y otros.
De la comunidad primitiva se exponen conchas, cuchillos, piedras y otros objetos que demuestran la presencia de los aborígenes en el territorio encrucijadense. También hay imágenes de otros líderes, como el comunista Antolín Dickinson Abreu, el doctor Celestino Hernández Robau y el periodista José Fuertes Jiménez.
Las salas están clasificadas por épocas históricas: Colonia, Neocolonia, Lucha Insurreccional y Revolución en el Poder. De esta última, impresiona la sala dedicada a la cultura, especialmente con una foto de Enrique Hernández Armenteros, El Tata Nganga de Cuba, quien nació y vivió en Encrucijada y es una de las grandes personalidades de nuestra cultura.
Esta hermosa casa, construida en la década de 1920, de madera y tejas, posee un piso interior de mosaicos y un exterior de cemento. Estaba concebida con un portal, tres cuartos, sala, saleta, comedor, cocina, baño, una carpintería (más grande que la vivienda), un cuarto de desahogo y un lavadero. En el lateral derecho, había un patio-jardín con árboles frutales y maderables.
La vivienda fue reconstruida en 2017 con motivo del 90 aniversario del natalicio de Abel. La obra fue ejecutada por una brigada de restauración procedente de Remedios. Actualmente se ultiman detalles para la inauguración de una sala interactiva dedicada a los jóvenes.
En cada pared, habitación, urna, foto u objeto, está vigente el recuerdo de Abel Santamaría. Lo imaginamos correteando por los pasillos de esta casa, símbolo del amor fraternal de la familia Santamaría Cuadrado. Le vemos sonreír ante cada tarea cumplida y corregir los errores cometidos.
Abel es compromiso y orgullo de los encrucijadenses. Sus ojos miran a través del tiempo, porque el Moncada fue solo una puerta hacia la inmensidad del gran universo donde reposan los mártires.