Somos la Unidad Educativa Particular "Dolores Sopeña", comprometidos en la formación de los estudiantes integrales.
Potenciamos sus habilidades académicas, humanas, sociales, artísticas y deportivas, tomando como base el desarrollo de valores como la ética, el respeto y la solidaridad en cada etapa de aprendizaje.
HISTORIA
Corría el año 1.964, cuando una noble Guayaquileña, religiosa María Luisa Valenzuela Barriga, inició lo que para esos momentos era una locura, la construcción de la única ciudadela católica dedicada exclusivamente para que cada obrero tuviera su propia casa.
Bloque tras bloque se fueron construyendo con ayuda de la Iglesia Universal especialmente alemana, las generosidades de Filántropos Guayaquileños hicieron posible que esta gran obra se concluyera con la construcción de 30 bloques que alojaban a 18 familias cada uno.
En el centro de la ciudadela Sopeña, María Luisa Valenzuela y la Directiva de la Cooperativa separó un área considerable para construir en ella el edificio que más tarde sería y que hoy en día la conocemos como Unidad Educativa “Dolores Sopeña”.
Somos una Institución Educativa Católica afianzada a la fe cristiana con identidad propia, constituido por maestros éticos y con vocación, motivando una educación integral a los/las estudiantes; comprometidos a trabajar con la sociedad con el fin de brindar bases sólidas de capacidades afectivas, cognitivas, psicomotrices. Empleando recursos técnicos a través de procesos constructivistas, para brindar a la sociedad seres humanos autónomos.
Visión
La Unidad Educativa “Dolores Sopeña” es una Institución Católica Cristiana que busca centrar sus conocimientos íntegros en la fe católica, formando estándares de calidad a través de un proceso educativo efectivo, eficaz e integral en los lineamientos del buen perfil ecuatoriano basado en la solidaridad, justicia, innovación y el respeto a la diversidad étnica y pluricultural, fomentando el desarrollo de ciudadanos con pensamientos analíticos, críticos, lógicos.
CORO
Salve oh Patria, ¡mil veces!
¡Oh Patria! ¡Gloria a ti! ¡Gloria a ti!
Ya tu pecho, tu pecho rebosa.
Gozo y paz, ya tu pecho rebosa;
y tu frente, tu frente radiosa,
más que el sol contemplamos lucir.
Y tu frente, tu frente radiosa,
más que el sol contemplamos lucir.
ESTROFAS
I
Indignados tus hijos del yugo
que te impuso la ibérica audacia,
de la injusta y horrenda desgracia
que pesaba fatal sobre ti,
santa voz a los cielos alzaron,
voz de noble y sin par juramento,
de vengarte del monstruo sangriento,
de romper ese yugo servil.
II
Los primeros los hijos del suelo
que, soberbio; el Pichincha decora
te aclamaron por siempre señora
y vertieron su sangre por ti.
Dios miró y aceptó el holocausto,
y esa sangre fue germen fecundo
de otros héroes que, atónito, el mundo
vio en tu torno a millares surgir.
III
De estos héroes al brazo de hierro
nada tuvo invencible la tierra,
y del valle a la altísima sierra
se escuchaba el fragor de la lid;
tras la lid la victoria volaba,
libertad tras el triunfo venía,
y al león destrozado se oía
de impotencia y despecho rugir.
IV
Cedió al fin la fiereza española,
y hoy, oh Patria, tu libre existencia
es la noble y magnífica herencia
que nos dio, el heroísmo feliz;
de las manos paternas la hubimos,
nadie intente arrancárnosla ahora,
ni nuestra ira excitar vengadora
quiera, necio o audaz, contra sí.
V
Nadie, oh Patria, lo intente. Las sombras
de tus héroes gloriosos nos miran,
y el valor y el orgullo que inspiran
son augurios de triunfos por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
que a la idea de guerra y venganza
se despierta la heroica pujanza
que hizo al fiero español sucumbir.
VI
Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
gran Pichincha! prevén tú la muerte
de la Patria y sus hijos al fin;
Hunde al punto en tus hondas entrañas
cuanto existe en tu tierra el tirano
huelle solo cenizas y en vano
busque rastro de ser junto a ti.
Señor Dios infúndenos sabiduría para que en esta reunión prevalezca el bien común,
prime la justicia y actuemos imbuidos de amor, siempre en pro de la paz y la verdad.
Haz que enfrentemos los problemas con optimismo, mentalidad proactiva y que encontremos
vías de solución coherentes con la misión institucional.
Creemos en Dios, principio y fin de todo lo creado; en la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Creemos en el Ecuador, espacio geográfico privilegiado por la naturaleza, ámbito propicio para realizaciones comunitarias y personales.
Creemos en la familia, crisol que forja seres humanos conscientes de sus responsabilidades individuales y comunitarias.
Creemos en nuestros colaboradores y docentes, savia vital de todo crecimiento; en nuestros estudiantes, semilla en eclosión y razón de ser de nuestras instituciones educativas.
Creemos que el cuidado y preservación del medio ambiente es un deber primordial, cuyo cumplimiento beneficiará a las actuales y futuras generaciones.
Creemos que la educación es el camino que conduce a la autorrealización humana, a la transformación de la sociedad y al progreso de la humanidad.
Creemos que la exactitud y puntualidad en el cumplimiento de nuestras actividades testimonian planificación, responsabilidad y respeto a la comunidad educativa.
Creemos que es obligación de todo educador estar informado de la realidad que les circunda, tanto en el ámbito local, nacional como universal.
Creemos que la responsabilidad social, la paz, la libertad, la justicia y la honestidad son valores que deben estar presentes en el cumplimiento de nuestra misión.
Creemos que la consolidación del sentido y espíritu de comunidad, es el medio idóneo para que nuestros sueños e ideales se hagan realidad.
V: El ángel del Señor anunció a María.
R: Y concibió por obra del Espíritu Santo.
V: He aquí la esclava del Señor.
R: Hágase en mí según tu palabra.
V: Y el Verbo se hizo carne.
R: Y habitó entre nosotros.
V: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, a fin de que habiendo conocido por la voz del Ángel el Misterio de la Encarnación de tu divino Hijo, podamos, por los méritos de su Pasión y de su cruz, alcanzar la gloria de la Resurrección. Por Cristo, nuestro Señor.
R: Amén.