Templo Parroquial

Cuarte de Huerva

Un poco de historia

Sobre la historia de la iglesia de la Santa Cruz de Cuarte apenas hay datos. Son breves y están dispersos. Los que se conocen es gracias a las visitas pastorales que los distintos arzobispos de Zaragoza fueron realizando a lo largo de los siglos. Lo único certero es que el templo fue regido por los monjes del monasterio de Santa Fe hasta la Desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, y que se sitúa en torno al año 1852 al  último abad que ejerció como párroco de Santa Cruz.


La primera referencia sobre la existencia del templo parroquial de Cuarte de Huerva se remonta a 1586. No existe constancia documental porque los Quinque Libri (Libros Sacramentales donde se anotan los bautismos, confirmaciones, matrimonios, defunciones y excomuniones) de la parroquia comienzan en el año 1600, pero sí lo recoge una visita pastoral posterior. Con anterioridad a esta fecha, nada se sabe.


Se desconoce si el edificio que ahora podemos disfrutar gracias a la restauración interior realizada en agosto de 2012 es el originario, si sustituyó a otro anterior que fue demolido o si es una ampliación de aquél. Se tiene constancia de que en el año 1602 se encargan obras en la cubierta y el tejado para evitar las filtraciones de lluvia; también  se ordena al abad del monasterio que coloque un paño de alabastro en la ventana vieja situada enfrente del altar mayor que, originariamente, se situaba más alto que el actual a juzgar por que para acceder a él había que salvar unas gradas hasta el presbiterio.


En el año 1604 ya se vislumbra la necesidad de agrandar el templo para albergar a la población cuartana: “Por cuanto el lugar de Quarte es de mucha población y por ser la Iglesia muy pequeña y no caber dentro della toda la gente y vecinos de dicho lugar” (sic). Será en 1606 cuando se ordene ampliar el edificio y se faculte para recoger limosnas y construir un hospital al que se denominará Nuestra Señora de Gracia, cuyas obras se dan por finalizadas treinta años después (1636). La iglesia es también lugar de enterramiento de los vecinos porque hasta 1674 la población no cuenta con ningún cementerio.


A través de las visitas pastorales se conoce que en el año 1613 existe un altar dedicado a San Miguel; en 1615, una capilla dedicada al Santísimo Sacramento y otra dedicada a Nuestra Señora. Que el 30 de noviembre de 1777 se instaló la imagen de San Roque; el 8 de marzo de 1778, la de María Santísima y el 28 de marzo de 1779 la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, y que la pila bautismal actual o la anterior, si existió, fue regalada por la Seo de Zaragoza. El templo actual, según señala Mosén Pedro Rubio, fue inaugurado el 12 de octubre de 1742.


Se trata de un edificio barroco, con un exterior de mampostería y ladrillo cerámico, cuya fachada principal se sitúa en la plaza de la Iglesia. El acceso al edificio lo configura un vano con arco de medio punto entre pilastras, cuyo cuerpo superior está coronado por una escultura de la Virgen del Pilar, de considerables dimensiones, esculpida posiblemente en alabastro. Los elementos decorativos de la fachada son de influencia clasicista y huyen del recargado estilo barroco. A la derecha de la portada se sitúa la torre, en origen espadaña, convertida en campanario y que alberga en un par de vanos las campanas del templo.


El interior lo constituye una nave única, rectangular y con capillas, que concluye en el presbiterio con un ábside poligonal. Posee una bóveda de lunetos y un coro a los pies de la nave. De entre los elementos decorativos destacan las pilastras de orden corintio y el retablo mayor, dieciochesco y elaborado en yeso. Consta de dos cuerpos, el principal y el ático, que albergan lienzos que representan a san Benito, san Bernardo y la Santa Cruz entre Constantino y santa Elena. La decoración del retablo es de tipo vegetal y los estucos originales fueron posiblemente pintados a la cola y en dorados.


Además de un par de lienzos académicos del siglo XVIII de gran tamaño que representan a santa Teresa de Jesús y a san Joaquín con la Virgen Niña, en el interior se hallan también obras escultóricas y tablas de época cercana: una pareja de Vírgenes barrocas talladas en madera; una talla de gran tamaño de san Antonio de Padua, posiblemente datado hacia el siglo XVII; otras dos en madera que representan a san Roque y santa Ana con la Virgen Niña; un majestuoso Cristo crucificado fechado en su reverso en el año 1733; algunas columnas doradas pertenecientes al antiguo retablo de la Virgen y una pequeña talla de san Ramón Nonato, del siglo XIX. La colección de obras se complementa con alguna pieza textil y de orfebrería así como libros antiguos y un interesante relieve realizado en madera y policromado que, seguramente, perteneció a un antiguo retablo.



©Alejandro Reina de la Torre