Cámaras tipo bala: Son alargadas y cilíndricas, ideales para exteriores. Su forma facilita enfocarlas hacia un punto fijo. Son visibles, lo que ayuda como elemento disuasorio.
Cámaras domo: Tienen forma semiesférica y suelen instalarse en techos. Son discretas y más difíciles de saber hacia dónde apuntan. Se usan mucho en interiores.
Cámaras PTZ: Permiten moverse horizontal , verticalmente y hacer zoom. Son útiles para vigilancia activa en áreas grandes.
Cámaras de torreta: Parecidas a las domo pero sin la carcasa de cúpula. Tienen un diseño esférico que permite mover el lente fácilmente al instalarla. Ofrecen buena visibilidad y son más fáciles de mantener.
Cámaras de ojo de pez: Capturan imágenes en ángulo ultra amplio, hasta 180° o 360°. Ideales para cubrir áreas grandes con una sola cámara, aunque pueden distorsionar la imagen.
Cámaras IP inalámbricas: Transmiten video por WiFi. Fáciles de instalar, ideales para el hogar o lugares sin cableado. Se accede a ellas desde dispositivos móviles.
Cámaras ocultas/mini: Son pequeñas y discretas, diseñadas para pasar desapercibidas. Se usan para vigilancia encubierta o en espacios reducidos.
Ubicación e instalación física: Eligemos los puntos estratégicos como entradas, pasillos, etc. Luego fijaremos la cámara en la pared o techo con los tornillos incluidos.
Conexión de red:
Con cable Ethernet: conecta la cámara al router o switch.
Inalámbrica (WiFi): conecta temporalmente por cable para configuración inicial.
Alimentación: Conectaremos la fuente de poder o usa PoE si tu cámara y red lo permiten.
Acceso a la cámara: Usaremos el software o app del fabricante. A continuación detectaremos la cámara en la red local.
Configuración básica: Cambiaremos la contraseña predeterminada. Asignaremos una IP fija. Conectaremos a la WiFi si es inalámbrica.
Visualización y grabación: Configuraremos la visualización remota, usaremos la nube o redirección de puertos. Para acabar vincularemos la grabadora NVR o microSD, siempre que la cámara la incluye.