S. Cosme y S. Damián (a. 286, Egea, Arabia), mártires, patronos de médicos y farmacéuticos.
XXV semana del Tiempo Ordinario.
CANTO: Espera en el Señor, Él te cobija. ¡Sé valiente, sé valiente! Espera en el Señor, Él te conduce; te conduce y te cobija.
(Ignacio Yepes)
LECTURA MEDITATIVA:
Como peregrinos de la paz, comprendemos que no hay verdadera paz sin justicia. La paz que llevamos dentro, que procede de la esperanza de la que vivimos, nos libera interiormente. Nos capacita para amar la vida y resistir la injusticia, perseverando bajo el impulso del Espíritu Santo.
Un día nos descubriremos rezando el cántico de Zacarías. Anciano en un país ocupado, se alegró ante un nacimiento inesperado y lo celebró: «Gracias a la ternura y al amor de nuestro Dios, la estrella de lo alto viene a visitarnos, para iluminar a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz». (Lucas 1, 78-79).
¿Estamos preparados para esperar más allá de toda esperanza?
Cristo resucitado, por la presencia del Espíritu Santo has derramado el amor de Dios en nuestros corazones y nos has dado una esperanza más allá de toda esperanza. Y de nuestras profundidades, poco a poco, emerge una paz que nos sorprende. ¡Alabado seas!
Carta 2025 “Esperar más allá de toda esperanza”, del hno. Matthew, prior de Taizé
SALMO 118
CANTO: O-o-o. Jesucristo. O-o-o. En ti confío.
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos. O-o-o. Jesucristo...
(Nos ponemos en pie para expresar que la lectura del evangelio es una llamada. Uno de nosotros mantiene en sus manos una vela encendida, símbolo del amor de Cristo, fuego que nunca se apaga, ni en la noche oscura de nuestra existencia ni en las tinieblas de la humanidad.)
LECTURA DEL EVANGELIO (Lucas 8, 19-21)
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
PALABRA DEL SEÑOR
CANTO: Exaudi orationem meam, et clamor meus ad te veniat. Tu, Deus, in aeternum permanes, in aeternum permanes.
(Escucha mi súplica, que mi grito de socorro llegue a ti. Tú, Dios, permaneces siempre.)
SILENCIO
CANTO: Tengo sed del Dios de vida, de entregarme a ti, Señor Jesús. O-o-o. Tú me escuchas, Señor. O-o-o.
ORACIÓN DE INTERCESIÓN: Te rogamos, óyenos.
Dios fiel, aumenta en nosotros la sed de tu presencia, de este amor que nos ofreces a cada instante. Llevamos esta presencia en vasijas de barro, pero tu luz brilla en nuestros corazones. Es entonces cuando, incluso en nuestras noches, el día comienza a amanecer y, paso a paso, podemos avanzar por el camino que nos abres. Te lo pedimos, Señor. Te rogamos, óyenos.
Cristo Jesús, luz que iluminas nuestra oscuridad, brilla en nuestras profundidades para que podamos reflejar tu amor en todo lo que hacemos. Queremos tomar en serio tu palabra: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida». Concédenos seguirte en el camino de tu vida. Te lo pedimos, Señor. Te rogamos, óyenos.
Espíritu Santo, cuando nuestros corazones gimen, recuérdanos que siempre estás a nuestro lado. Infunde en nosotros tu paz y tu consuelo. Elévanos. Y ábrenos una puerta a un camino donde podamos caminar contigo. Entonces comprenderemos: nos llamas a no olvidar nunca tu presencia, a crear contigo. Danos la fuerza para dar este paso. Te lo pedimos, Señor. Te rogamos, óyenos.
(Expresamos peticiones espontáneas, acciones de gracias, súplicas de perdón, etc., con agilidad y sin prolongar excesivamente la oración.)
PADRE NUESTRO
ORACIÓN FINAL:
Dios compasivo, ya sea que estemos solos o acompañados en el misterio de comunión que es la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, a menudo, al orar, nuestros pensamientos se desvían. Pero tú nos envías a tu Espíritu Santo, quien nos sostiene e incluso ora en nosotros cuando no sabemos cómo orar. Así entendemos que nunca deseas desaliento para nosotros, sino alegría en tu presencia.
CANTOS: Dios no puede más que darnos su amor, nuestro Dios es ternura. O-o-o. Dios es ternura. O-o-o. Dios nos perdona.
Spiritus Jesu Christi, Spiritus caritatis, confirmet cor tuum, confirmet cor tuum.
(Espíritu de Jesucristo, espíritu de caridad, confirma nuestro corazón.)