Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La Iglesia dedica el domingo, después de Pentecostés, a al celebración del día de la Santísima Trinidad, para nosotros un verdadero misterio del amor. Pero... Qué es un misterio? Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender cuando Dios nos lo revela.
El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.
Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto nos explica que los dogma de fe no son entendidos con la razón sino con el corazón.
Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios.
Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.
Es bueno saber que, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
En nuestra Congregación de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, la Santísima Trinidad ocupa un lugar muy importante, ya que el Padre nos llamó a formar parte de su proyecto de amor para con los hombres, nuestros hermanos más necesitados; nos envió con su Hijo, el Amado, nuestro Señor Jesucristo, a anunciar el Reino, invitando a la transformación de la propia vida y nos pide que nos dejemos ungir por el Espíritu Santificados para alcanzar la Gracia del cuerpo y del alma.
Santísima Trinidad, ven y haz morada en mí.
Paz y Bien