Foto tomada por Sergio Mantilla
Aysha Bilgrami con ojos oscuros y grandes, nariz aguileña, altura imponente, cabello ondulado y corto, demuestra su pasión por el mundo de la moda a través de las joyas y prendas que utiliza. Desde muy pequeña empezó a coser, a los 15 años su abuela le regaló una máquina de coser y desde ahí su pasión creció de forma desenfrenada; realizaba accesorios con hilos, las típicas pulseras Hippies y aretes artesanales que vendía al frente de la casa de su abuela y hasta en la misma calle. Mientras estaba en el colegio, junto con una amiga hicieron el desfile de modas de final de año en el que ella participó con una colección única que la utilizó para realizar su tesis de arte en el colegio. Así que, desde muy joven, ha estado muy envuelta en este mundo.
Esta diseñadora de modas creó una palabra muy particular: ‘‘Pakilombian’’ que significa la mezcla entre dos culturas, en este caso entre Pakistán y Colombia. Es hija de madre colombiana y padre pakistaní, nació en Estados unidos, pero creció en Bogotá. Como ella misma lo menciona, es una pakistaní muy rola porque ha estado gran parte de su vida en esta ciudad. A partir de los 18 años empezó a ir constantemente a Pakistán a visitar a su papá, ya que sus padres son separados y empezó a vender las joyas que ella realizaba. desde siempre ha sentido una conexión con estas culturas, pues en su casa ha estado presente la comida pakistaní, los olores y las texturas de las que muchas veces saca de inspiración.
El camino por Italia y su pasión por la moda
En 2004 se mudó a Italia para estudiar diseño de modas en el Instituto Marangoni y desde ahí empezó a crecer esa conexión con el mundo de la joyería. Decidió estudiar en Italia ya que este país tiene la mayor influencia en la moda y hasta geográficamente se representa como una bota. En esta nueva etapa de su vida, ella cuenta que este país tiene un sello propio, una bandera con un universo que es fascínate y único. Siempre había soñado con estar allá y aprender otro idioma, con el tiempo descubrió la riqueza que tiene ese país, no solo de la calidad de las universidades sino de como con tan solo pararse en la calle y mirar alrededor la inspiración llega, la energía cambia y los conocimientos vuelan, es como un alimento para los ojos.
Después acabar su carrera profesional, empezó a realizar pasantías para una empresa turca en la que diseñaba pequeños paquetes en todo lo que es tejido de punto, camisetas y sacos, en donde las diferentes marcas adquirían esos paquetes ya hechos. Ella debía estar pendiente de las tendencias de la moda, por ejemplo, si se implementaba el patchwork o nuevas texturas. Después de un tiempo la empresa tuvo que cerrar en Italia estando solo 3 meses en el mercado, por lo que Aysha tuvo que comenzar a buscar empleo, su búsqueda duró un mes hasta que empezó a trabajar como asistente de producción en una empresa de italianos que producía en china y en india diferentes líneas de ropa, con la cual logró participar en la fería pitti uomo que es muy importante en Florencia, Italia.
Empiezan los problemas...
Pero no todo es color de rosa en la vida de Aysha, el ministro de Italia Silvio Berlusconi tenía todos los flujos de trabajo cerrados para los extranjeros que quería estar en suelo italiano. Por ende, para poder ingresar al país en condición de trabajador solo se podía entrar en dos excepciones: la primera era como Au Pair, es decir, cuidador de niños, y la segunda era como cuidador de adulto mayor.
Para ese entonces ella trabajaba en una empresa italiana manejando la producción de la línea de mujer por lo que el dueño de la empresa pasó sus papeles para que le pudieran dar el permiso de trabajo haciéndola pasar como cuidadora de sus hijas. A pesar de esto, el proceso estuvo un año estancado y nunca se completó, ella al preguntar por su situación no conseguía razón alguna y el miedo de que la deportarán estaba latente, el solo imaginar no poder volver a estar en Italia, que era el sueño de toda su vida, le dolía en el alma.
Al no estar documentada, no podía acceder al sistema de salud Italiano, así que decidió intentar buscar por médicos particulares, sin embargo, salía demasiado costoso y para su mala fortuna, comenzó a tener un dolor de muela inmovilizante, un dolor que se calaba por todos los huesos. La diseñadora duro un mes con ese dolor presente pero como estaba de forma ilegal no podía ir a pedir algún medicamento a urgencias por miedo a que la deportaran.
Su jefe al ver este problema, le remitió un amigo dentista que le ayudó a conseguir un antibiótico y logró que ese dolor se fuera haciendo que ella se pudiera recuperar de la mejor manera. Después de esto, Aysha intentó buscar nuevos trabajos para poder conseguir los papeles, pero nunca lo logró ya que esa restricción era un tema nacional, por lo que no se podía hacer nada al respecto.
Al ver todas estas adversidades, la diseñadora supo que esa no era la mejor de forma de vivir, por lo que decidió volver a Colombia a empezar de 0 y trabajar en la moda con sus aspiraciones en las joyas. Volvió a su país triste ya que amaba Italia, pero estar indocumentada no era una solución viable.
El regreso a Colombia
Cuando llegó a Colombia, siguió trabajando en el mundo de la moda, en específico con las prendas de vestir, sin embargo, Aysha sentía que su camino debía cambiar, hacer prendas no era algo que la llenara totalmente, en ellas no podía crear un sello propio. Desde entonces, Empezó a enfocarse en buscar algo rentable en lo que pudiera explorar su arte y dejar ese sello que buscaba. Como coleccionista de Joyas sabía que la historia detrás de una creación es muy importante ya que las personas atesoran más esos momentos. Por esta razón, empezó a decantarse por la idea de crear una marca propia de joyería.
En 2014 comenzó la marca, Aysha Bilgrami empezó a buscar un proveedor de materiales sostenibles y el primero lugar donde buscó fue el centro de Bogotá en dónde encontró a Alfonso Tinjacá, un joyero que trabajaba con estos materiales. Fue un gran alivio para la diseñadora porque el tema minería ilegal y explotación del suelo es algo que ella no iba a permitir en su marca ya que quería que su empresa fuera amigable con el medio ambiente. Al investigar a este joyero supo que estaba certificado y más colegas lo habían utilizado como proveedor, por lo que ella decidió trabajar con él.
La sostenibilidad
El problema que existe acerca de la sostenibilidad, sobre todo en personas mayores, son los pensamientos errados acerca de lo reciclado, creen que la joya se convierte en basura y no tiene el mismo valor porque ya fue utilizado una vez ese material. No obstante, este metal al ser restaurado posee la misma pureza como si estuviera recién salido de la tierra solo que ahora tiene una segunda vida.
En 2017, empezó a emplear estos materiales sostenibles para sus joyas, a través procesos químicos y enzimáticos dónde recuperan la plata de las radiografías. El proceso es sencillo, como este material es conductor energía, cuando se lava todo ese polvillo se separa de otros metales y la plata se puede volver a refinar quedando como nueva.
Asimismo, tiene dos locales en Bogotá, uno en el centro que es su taller en el que hace la fabricación de sus joyas y el segundo es en chapinero en la que tiene su tienda física en donde los clientes pueden ir a comprar la joyería. Por otro lado, el tema de la sostenibilidad está muy presente en la empresa, por lo que el papel que se utiliza en la oficina se convierte en el relleno que protege las joyas en los envíos por correo y para contribuir un poco más con el medio ambiente, envían botellas plásticas rellenas de empaques y otros desperdicios a Ecoworks, donde las convierten en ladrillos de construcción.
Su primera colección
La primera colección que realizó esta diseñadora fue acerca de los aspectos culturales que más le gustaban de sus dos nacionalidades. La llamó Meraki, que significa hacer algo que le sale del alma. La inspiración por parte de Pakistán fueron los adornos de los matrimonios indios, los aretes grandes, todo lo que tenga movimiento y sonido. Por otra parte, la inspiración colombiana fue sobre la herencia que hay en el país como las narigueras y los aspectos precolombinos, por lo que terminó fusionando estas dos culturas.
A partir de ese momento, en cada colección o al menos las primeras cuatro fueron muy pakistanis colombianas, ya que tocaban temas artísticos o expresiones y técnicas de metalurgia de las dos culturas. Pero, después de la colección #14 se empezó a abrir más con las ideas o como ella misma lo dice se volvió algo transcontinental, una fusión de orígenes de diferentes partes del mundo. Por eso siempre en sus colecciones tiene algún aspecto cultural latente.
Su nueva colección de joyería
Foto de la nueva colección Elementum
La colección más reciente fue inspirada en los cuatro elementos, con el material principal que es el vidrio. La construcción de este fusiona todos los elementos, ya que está hecho de arena, se transforma con el calor, se moldea con el aire y se enfría con agua. De igual forma, Aysha comenta cuál es la historia que hay detrás de esta colección: El ser humano mismo está hecho de agua y cada signo está regido por los elementos, finalmente, algunos Dioses son representados de la misma forma y al unir todos estos conceptos llegó a la decisión de llamarla Elementum.
Algunas piezas de la colección
Aysha Bilgrami espera seguir conquistando el mercado nacional e internacional por medio de sus creaciones que ya llevan más de 10 años en circulación. Algunas de las piezas que produce son únicas de la colección mientras que otras se fabrican constantemente, lo que ayuda que esta marca siga vigente. En Latinoamérica está muy presente la cultura de los accesorios y al tener ese plus de sostenibilidad que llevan como bandera, logran atrapar a las personas haciendo que se interesen cada vez más por este tipo de joyería. El camino que viene para esta diseñadora es de muchos retos, sorpresas e innovaciones que harán que la marca siga creciendo.
- Nataly Ríos.