Academia Ballet de Colombia | Foto tomada por: Isabella García Bogotá
Conocer la academia del Ballet Nacional de Colombia es una experiencia que muy pocos han vivido, tal vez porque imaginan bailarinas delgadas con trajes pegados a su cuerpo, puntas estrechas que adornan su pies, corsé cortos rosados, coronillas en su cabeza y rostro cual muñeca de porcelana tratase. La academia está subiendo el parque de los Hippies, es una casa construida en ladrillo oculta por un parque donde jóvenes con piercing y pantalones anchos fuman marihuana. “Ballet de Sonia Osorio, fundado en 1960” así está escrito en un mármol a la entrada. Nos abre un portero moreno con acento costeño, subimos unas escaleras antiguas, otro letrero esta vez descolorido señala “Ballet Nacional de Colombia”.
Perdido en el tiempo, así describiría aquel lugar impregnado de un olor a madera vieja, la iluminación es tenue, las paredes albergan fotos de bailarines, y contrario del ballet de Hollywood, sus trajes son una representación de color y diversidad. Hay puertas y escaleras como si de un museo se tratase, por una de estas sale un hombre de aproximadamente 60 años, es de tez blanca, alto y a pesar de que unas canas se vislumbran está perfectamente peinado. Se acerca a nosotros, cada paso es pausado y deliberado como si estuviera coreografiando una danza invisible. Después de presentarse como encargado del Ballet de Colombia nos pregunta:
-¿Qué conocen del ballet de Sonia Osorio?
-Nada.
Juan Carlos Calvo empieza el recorrido mostrándonos la imagen de una bailarina con un traje de cumbia, Sonia Osorio, prolífica bailarina y coreógrafa que amaba tanto a su patria que decidió bailar por ella. Sonia fue hija de Luis Enrique Osorio, uno de los precursores del teatro empieza a bailar desde los tres años y es en barranquilla donde empieza su prodigiosa carrera al diseñar y coreografiar las comparsas de las reinas del Carnaval, comparsa que Sonia Osorio dirigiera, comparsa que ganaba. Juan nos comenta que el origen del famoso traje de cumbia fue diseñado por ella. Según él, en esa época la única tela con mayor facilidad para vestir a tantos bailarines es aquella que tenía cuadros blancos y rojos como los del mantel de una mesa, sin embargo Sonia le dio un giro al convertir aquella tela en un símbolo de cultura y presencia.
“Juan nos comenta que el origen del famoso traje de cumbia fue diseñado por ella”| Foto tomada de: Club El Nogal
Mientras recorremos cada pasadizo del lugar, Juan Carlos nos cuenta anécdotas de los bailarines y el ballet, como aquella vez que llenaron de alegría y colores con sus trajes el Teatro Colón de Bogotá hasta llenar aforo por tres días consecutivos. Mientras avanzamos nos cruzamos con una señora de edad, Luz Marina Herrera, ella junto con Juan Carlos y Amparo Pinzón, la gerente del ballet, se encargan de que los vestuarios estén impecables cada vez que hay una presentación, como la tela se une en cada movimiento con el alma del bailarín.
“Queremos mantenerlo intacto, no cambiar absolutamente nada, es la guardiana del ballet. Mantenerlo lo más intacto posible, esa es la responsabilidad que tenemos. De poderlo transmitir a las nuevas generaciones, pues ustedes son los que a futuro van a contar toda esta historia del ballet”, dice Juan Carlos, su mirada es serena y profunda, como si pudiese ver las historias detrás de las paredes del lugar.
Pasamos por un estrecho pasillo en donde, escondido y como si fuera una reliquia que nadie quiere que se vea, está un closet blanco viejo. Con la poco luz que llega, se pueden observar sombreros, vestidos y telas amarillas, rosadas, verdes, con flores, estampados y bordados. Cada elemento hace parte de alguno de los 15 bailes que dispone la academia: La leyenda del Dorado, Chichamaya, Pasillo voliao, Currulao, Pasillo tradicional, Joropo, Abozao, Sanjuanero, Mapalé, Cumbia, Guaneña, Carnaval de Barranquilla, Bambuco y Mercado Campesino.
Academia Ballet de Colombia | Foto tomada por: Isabella García Bogotá
Llegamos al salón más grande de la academia, el objeto más representativo es una imagen de la fallecida Sonia Osorio y su hermano Roberto Obregón en el centro del espacio, sus miradas son fijas y dan la sensación de observar aún a los bailarines en sus ensayos. El salón cuenta con un espacio más alto, como un balcón donde puede ver la coreografía, Juan comenta que desde allí Sonia corregía a los artistas antes de presentarse. La incidencia de la academia en la divulgación de la cultura del país cumple un papel fundamental, es por eso que en 1973 el presidente de ese entonces, Misael Pastrana, lo designa como "El Ballet Nacional de Colombia". Así mismo, la guardiana del ballet, recibió en 2010 la más grande distinción que un patriota pueda tener, la Cruz de Boyacá, por su trabajo como embajadora del folclor.
Algo interesante que nos cuenta Juan Carlos es que el baile de Sonia Osorio con su trajes y sonidos, es el mismo siempre. En cada competencia nacional e internacional se espera ver el espectáculo de hace 5 años, 10 años y más. Su manera de interpretar los ritmos autóctonos fue tan acertada que ha perdurado en el tiempo, es la historia interpretada de la cultura y tradición de las regiones colombianas. De las tres categorías: Junior, Juvenil y Profesional que entrenan en el ballet, solo la última tiene la preparación física, mental y emocional para bailar la coreografía.
El ballet ha viajado a países y ciudades como: en Paris, Tokio, Berlín, Washington, Moscú, New York, Budapest, Chicago, Varsovia, Miami, México, Belgrado, Sao Paulo, Roma, Buenos Aires, Bruselas, Santiago de Chile, Tel Aviv, Lima, Jordania, Quito, Egipto, Santo Domingo, Monte Carlo, Puerto Rico, Hollywood, Panamá, Madrid y Beijing entre otras ciudades. Entre las fotos que vislumbras sus recorridos se encuentra su equipo de músicos, directivos, bailarines, coreógrafos y, por supuesto, su equipo de vestuario.
Juan Carlos termina el recorrido en su oficina, al igual que el salón principal este tiene una imagen de Rodrigo Obregón y Sonia Osorio, sin embargo lo que más llama la atención son los stands que alojan los trofeos del Ballet de Colombia. Más de 20 estatuillas alrededor de la oficina pequeña, toda una vida y obra reflejada en galardones y reconocimientos alrededor del mundo, incluso hay uno de Israel. Juan nos dice que no están todos, y si lo estuviesen faltaría la pieza más importante del Ballet de Colombia. Sonia le dio vida y forma al Ballet Nacional de Colombia, no solo como academia sino también como legado de riqueza en cultura, folclor y multiplicidad de razas en nuestra nación a las próximas generaciones, quienes tienen la responsabilidad de mantenerlo.
Isabella García Bogotá
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