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Rebeca Anijovich

¿Qué hace el docente cuando pregunta? ¿Cuáles son sus propósitos y cuáles, los resultados que obtiene? ¿De qué factores depende la relación ente los propósitos y los resultados de las preguntas?

Cuando preguntamos, los docentes lo hacemos con diferentes intenciones: despertar el interés de los alumnos, verificar si comprendieron, promover la re-flexión, estimular el establecimiento de relaciones entre distintos conocimientos. Pero ¿tenemos clara conciencia de qué nos proponemos cuando estamos preguntando? Y ¿enunciamos nuestras preguntas de modo tal que los alumnos logren aquello que nos proponemos?

Pensemos por un momento en la fórmula clásica: "¿Alguien tiene alguna pregunta?" o "¿Entendieron?". La intención de esta enunciación —abrir el intercambio o verificar la comprensión— generalmente produce lo contrario: cierra el diálogo. Con frecuencia ningún alumno interviene; y la ausencia de respuesta, a veces, es interpretada como una falta de interés o de esfuerzo. Nos parece necesario reflexionar sobre el sentido de este tipo de preguntas. Si pretenden establecer un diálogo (entendido, según lo propone Nicholas Burbules (1999), como una actividad dirigida al descubrimiento y a una comprensión nueva, que mejora el conocimiento, la inteligencia o la sensibilidad de los que forman parte de ese diálogo), las preguntas deben ser capaces de crear un espacio de reciprocidad. Esa reciprocidad es la condición necesaria para favorecer, como plantea Perkins (1999), el desarrollo de procesos reflexivos que generen construcción de conocimiento en el marco de una enseñanza para la comprensión.

Volviendo al ejemplo de las fórmulas, ¿son genuinas estas preguntas? En general, cuando hacemos preguntas que admitan como respuestas "sí" o "no", no obtenemos de nuestro interlocutor información suficiente para saber qué ha comprendido, qué está pensando o sintiendo. En lugar de estimular el diálogo, este tipo de preguntas cierran la posibilidad de argumentar ideas y de intercambiarlas.

Tanto la forma de enunciar una pregunta como los propósitos de esta tienen efectos directos sobre el tipo de respuesta que producen los alumnos. Por este motivo, es importante que los docentes tomen conciencia de su objetivo y del modo de enunciación que utilizan cuando preguntan. Muchas veces, la discrepancia entre las intenciones de un docente, el tipo de respuesta que espera de sus alumnos y el resultado que efectivamente obtiene se debe a la falta de reflexión suficiente sobre para qué se pregunta y sobre cómo se pregunta.

Para aprender a plantear preguntas adecuadas o para poner a prueba las preguntas formuladas, es útil conocer algunas clasificaciones. Estas pueden servir como marco de referencia tanto a la hora de elaborar preguntas como en el momento de evaluarlas, antes, durante y después de formularlas. A continuación, presen-tamos algunas clasificaciones que nos parecen interesantes.

De acuerdo con el nivel de pensamiento que intentan estimular, distintos autores coinciden en distinguir:

  • Preguntas sencillas.

  • Preguntas de comprensión.

  • Preguntas de orden cognitivo superior.

  • Preguntas metacognitivas.

Las preguntas sencillas requieren respuestas breves, casi siempre únicas, informaciones precisas. Son necesarias en determinados momentos de la enseñanza y del aprendizaje, pero no generarán un diálogo, un intercambio profundo para la construcción y comprensión de los contenidos. Preguntas sencillas promueven respuestas simples.

Por ejemplo: "¿Cuántos kilómetros mide el puente que une Rosario con Victoria?".

Las preguntas de comprensión se proponen estimular el procesamiento de las informaciones. A través de su formulación, tratamos de indagar con cierto grado de profundidad. El alumno necesita pensar, relacionar datos, clasificar, comparar, etc., para elaborar sus respuestas.

Por ejemplo: "¿Qué diferencias y semejanzas hay entre la noticia de un diario que relata un accidente automovilístico y un cuento literario en el que ocurre un accidente similar?".

Las preguntas de orden cognitivo superior son las que demandan respuestas que exigen interpretar, predecir, evaluar críticamente.

Por ejemplo: "A partir del análisis de las características geográficas de la región 'X' y de los cambios climáticos que se produjeron en los últimos cinco años, ¿qué hipótesis propondrían acerca de las características del próximo invierno en dicha región? ¿En qué se basan para formular sus anticipaciones?".

Las preguntas metacognitivas se proponen ayudar a los alumnos a reflexionar sobre su modo de aprender y de pensar. Demandan que los estudiantes analicen cómo interpretan y resuelven sus tareas, qué dificultades encuentran en el proceso de resolución, qué fortalezas reconocen en el recorrido de lo que están aprendiendo, qué ayudas necesitan.

Por ejemplo: "¿Qué caminos recorrí para encontrar la información?".

"Si tuvieras que aconsejar a un compañero acerca de cómo hacer la tarea, ¿qué le dirías? ¿Cómo encontraste la respuesta a esta pregunta?".

Además del tipo de procesamiento cognitivo que pretenden desencadenar, las preguntas pueden clasificarse según el grado de libertad y variedad de respuesta que permiten. Así N. Burbules (1999) distingue entre:

Preguntas de aplicación del pensamiento convergente, que se dirigen a una única respuesta. Por ejemplo: "¿Cuáles son los planetas que conforman nuestro sistema solar?".

Preguntas de aplicación del pensamiento divergente, que buscan una variedad de respuestas. Por ejemplo: "Según tu criterio, ¿cuáles son las causas que originaron este problema?".

Es común recurrir a la clasificación de preguntas por su forma: en cerradas o abiertas. Las preguntas cerradas son útiles para verificar un acuerdo, o bien, se las emplea como recursos retóricos en el devenir de una conversación. En cambio, como anticipamos al inicio de este apartado, las preguntas abiertas son las que contribuyen a que los alumnos aprendan a pensar.

Daremos varios ejemplos de estas últimas:

  • "¿Cuál es el sentido que le encuentras a este asunto, tema, idea?".

  • "¿Qué preguntas se te ocurren sobre este tema?".

  • "¿De qué te diste cuenta...?".

  • "¿Qué entendiste de la pregunta...?".

  • "¿Qué pautas o patrones encontraste?".

  • "Si tuvieras que explicarle a..., ¿qué le dirías?".

  • "Di con tus propias palabras, ¿qué entendiste de...?".

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