El riesgo no sistemático es uno de los conceptos más importantes para cualquier persona que empieza a invertir en acciones, fondos, ETFs u otros instrumentos financieros. Entenderlo permite reducir pérdidas inesperadas, construir carteras más sólidas y tomar decisiones mucho más estratégicas. Por eso, cuando buscas “qué es el riesgo no sistemático”, en realidad estás preguntando cómo evitar que un evento específico de una empresa afecte tu portafolio completo, y esa es una de las claves más valiosas en teoría de inversiones.
Según el enfoque clásico de la teoría moderna del portafolio, el riesgo no sistemático es el tipo de riesgo asociado a factores internos de una empresa o industria. No depende del mercado completo, sino de elementos particulares que afectan a un solo activo o a un grupo reducido de compañías.
A diferencia del riesgo sistemático (el que impacta a toda la economía), el riesgo no sistemático se puede reducir o eliminar mediante diversificación, lo que lo convierte en uno de los componentes más manipulables del riesgo financiero.
Fórmula clásica:
Riesgo total = riesgo sistemático + riesgo no sistemático
Esto significa que el inversor inteligente debe concentrarse en eliminar la parte diversificable, mientras acepta que la porción sistemática es inevitable.
Los ejemplos te permiten visualizarlo con claridad. Imagina los siguientes escenarios:
Una compañía reporta ventas por debajo de lo esperado. Esto afecta la cotización de su acción, pero no a todo el mercado.
Si la empresa cambia de CEO y la transición genera incertidumbre, el impacto es individual.
Demandas por productos defectuosos, despidos masivos o litigios internos reducen valor en esa empresa específica.
Un escándalo interno, un ciberataque o una interrupción en la cadena de suministro afectan a esa compañía, no al mercado global.
El lanzamiento de un nuevo producto que fracasa puede desplomar las acciones de una sola empresa.
Cuando revisas estudios académicos (Sharpe, Markowitz, CAPM), todos coinciden:
el inversor no recibe una prima de riesgo por asumir riesgo no sistemático.
Esto significa que:
Si no diversificas, te expones a riesgos innecesarios.
El mercado no te recompensa por hacerlo.
La rentabilidad esperada depende principalmente del riesgo sistemático.
Invertir sin entender esto es como conducir sin saber usar los frenos.
Dado que el riesgo no sistemático es “diversificable”, la estrategia más efectiva para eliminarlo es sencilla:
No basta tener 5 o 10 acciones. Algunos estudios indican que se requieren 25 a 30 compañías de distintos sectores para reducir significativamente el riesgo específico.
No coloques todas tus inversiones en tecnología, energía, consumo o un solo país.
Estos instrumentos reducen automáticamente el riesgo no sistemático al incluir decenas o cientos de empresas.
Las carteras concentradas son vulnerables a sorpresas negativas.
El modelo CAPM explica que la rentabilidad esperada depende del riesgo sistemático (beta), mientras que el riesgo no sistemático:
No mejora el retorno esperado
No genera prima
Aumenta volatilidad
Incrementa probabilidad de pérdidas severas
Por eso los profesionales financieros modernos se enfocan en eliminarlo casi por completo.
Una empresa descubre un fraude contable interno. Sus acciones caen 45% en un día.
Este riesgo es idiosincrático, solo afecta a esa compañía.
Una marca pierde cuota de mercado ante un competidor innovador.
La caída afecta solo a esa empresa, no al índice completo.
Un retiro masivo de productos por defectos afecta únicamente a esa marca.
En cada uno de estos casos, si tu portafolio está bien diversificado, el impacto es mínimo.
Sí. En una cartera lo suficientemente diversificada, este riesgo se reduce casi a cero.
Analiza su volatilidad individual, deuda, competencia, casos legales y resultados pasados.
En gran parte sí, porque incluyen muchas empresas. Pero no eliminan el riesgo sistemático.
Sí, son términos equivalentes.
Se estima entre 25 y 30 si están bien distribuidas en sectores distintos.
El riesgo no sistemático es el tipo de riesgo que sí puedes controlar. Es la parte del riesgo total provocada por eventos específicos de una empresa o industria, y la única manera de reducirlo casi completamente es diversificar de manera inteligente.
No existe una recompensa por asumir este riesgo. No te pagan más por tolerarlo. Por ello, los inversores profesionales reducen esta exposición mediante carteras amplias, ETFs, fondos indexados y estrategias sectoriales diversificadas.
Comprender este concepto te convierte en un inversor mucho más estratégico y consciente.
Y si quieres seguir aprendiendo conceptos clave, recuerda siempre profundizar en contenidos confiables, educativos y orientados al crecimiento financiero como los de The Investor U.