Revista El Historiador

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REVISTA CUBANA DE HISTORIA
Publicación científica y divulgativa

AÑO 9 – NO. 24  SEPTIEMBRE - DICIEMBRE –2023

TERCERA ÉPOCA 

Editorial

Los historiadores y la Revolución Cubana

La inteligencia y la sabiduría se fortalecen en el debate permanente entre el pasado y el presente. La creación historiográfica, como las restantes, es hija de la contemporaneidad, aunque el tema o la esfera abordada se remonte a los tiempos pretéritos.

El presente dicta normas y emite sus continuas exigencias. El creador jamás puede sustraerse de las turbulencias de la cotidianidad y la política, y desde su esfera intelectual contribuye a dilucidar sus causas y razones de vida. Para él no existen la soledad y el aislamiento, y ese constante andar por las múltiples realidades de la sociedad actual, sea cual sea su generación, región o localidad, lo nutre de entendimientos sobre el pasado —objeto de estudio— y de todos los universos conformadores del futuro. Este, con sus perplejidades y asombros, constituye el objetivo final de sus quehaceres.

La Revolución deviene escenario permanente de la mayoría de la población cubana desde hace más de seis décadas. En ella concurren la memoria del pasado y los idearios del futuro, y en su seno, gracias a su obra emancipadora, se han formado varias estirpes de patriotas interesados en la transformación socialista de la sociedad.

Los iniciadores del proyecto revolucionario que aún viven permanecen, en su mayoría, activos en los diferentes sectores sociales, trasmitiendo sus experiencias o generando ideas creadoras. No pueden existir espacios para la inmovilidad y mucho menos para la parálisis de las ideas, porque el momento actual es decisivo para la conservación de la nación cubana. Como nunca antes nos acecha el peligro de perderla.

Los anexionismos se disfrazan con banalidades, bisuterías, consumismo y falsas promesas paradigmáticas, a la vez que alientan la emigración de los jóvenes talentos y quiebran la célula familiar. Adoptan, además, las poses del hipercriticismo, la burla y el irrespeto hacia nuestras tradiciones y costumbres, y tratan de insertar las que ponen en tela de juicio el patriotismo, la independencia y la soberanía nacionales.

Los anexionistas caminan aprisa sobre el terreno de nuestras deficiencias y debilidades internas. Elaboran discursos apologéticos sobre la modernidad capitalista y construyen la deslealtad, el pesimismo y la desesperanza para hacer retroceder el avance del progreso social. Fijan su atención en los errores y desconocen u ocultan los aciertos de la Revolución. Miran hacia el Norte y nunca hacia el Sur. Juzgan, sentencian y emiten fórmulas alejadas de la cultura histórica de un país en continua lucha contra sus vecinos norteños, cuyas aspiraciones globalizadoras son permanentes y tan lejanas en el tiempo como nuestros orígenes.

Los reformistas actuales elaboran proyectos neoliberales basados en la experiencia neocolonialista de la vieja república burguesa. Al no poder regresar hacia el pasado, deforman las imágenes o sacan a la luz pública sus viejas estampas descoloridas cargadas de añoranzas sobre “el buen vivir” de las clases poderosas, al tiempo que ocultan los lados oscuros de aquella sociedad tales como la miseria, la discriminación y las injusticias seculares. Niegan el patriotismo y la lucha de clases, la historia revolucionaria y el valor de las ideas emancipadoras.

Son los ideólogos de la teoría de la “revolución fallida” y el fracaso de los movimientos sociales, así como de la imposibilidad del triunfo del socialismo como régimen social.

A ello suman el criterio de que es posible un capitalismo fraterno y solidario al estilo de una nueva socialdemocracia liberal basada en el predominio de la pequeña y mediana propiedad privada, nacional y extranjera.

Tanto los reformistas como los anexionistas niegan el valor, aunque con matices diferentes, de las tradiciones revolucionarias socialistas y antimperialistas, así como del papel desempeñado por el liderazgo político e histórico en la historia insurgente del siglo xx. Son también los artífices de la sucesión “pacífica” hacia el capitalismo contemporáneo y, contradictoriamente, se manifiestan por el cambio radical del sistema social, pues consideran inoperantes los actuales proyectos gubernamentales.

También está presente el conservadurismo recalcitrante, opuesto y temeroso de la transformación profunda de la sociedad y su avance por nuevos caminos conducentes al progreso y la modernidad. Esta tendencia se asoma, de vez en cuando, dentro de las filas revolucionarias y constituye un sutil obstáculo a la libre continuidad del desarrollo armónico del socialismo cubano. Se expresa a través del enfrentamiento a la innovación de medidas económicas y políticas, la renovación de los cuadros decisores de probada ineptitud y la falta de transparencia mediática, y la participación popular en las decisiones gubernamentales de primer orden, entre otras cuestiones. Son los acomodados a los viejos tiempos, los asustadizos ante la crítica justa y constructiva contraria a la supervivencia de la corrupción, el desorden, la discriminación y la injusticia.

Existe hoy una intensa lucha ideológica en casi todas las esferas de la sociedad cubana y en el resto del mundo. Negarlo es tan absurdo como apostar por la indiferencia y la incultura cuando la realidad dicta la política a seguir en todos los ámbitos de la gobernabilidad.

Bajo un prisma científico, objetivo y convincente, la sociedad cubana contemporánea debe investigarse desde la historia, y no solo las medidas adoptadas por las esferas encargadas de dirigir la obra social, económica y política de la Revolución.

Un gran reto lo constituye la develación de los cambios producidos en el sistema de valores morales, tales como el patriotismo, la identidad cultural, el sentido de pertenencia a una región y al país, el internacionalismo, la cultura política, las ideas y sus incidencias en la justicia social, así como la supervivencia histórica de las discriminaciones y sus flagelos en las conductas cotidianas. En igual sentido, se hace necesario profundizar en las raíces de la intolerancia patriarcal tales como el sexismo, la violencia de género y las contradicciones socioclasistas.

Es importante el ejercicio de la crítica constructiva hacia nuestros quehaceres mediante el diálogo culto, ético e inteligente para hacer avanzar científicamente el pensamiento historiográfico según las exigencias del mundo actual.

El injusto capitalismo neocolonial requiere de estudios socioculturales, sin abandonar los de carácter político. No se trata de hacer comparaciones entre pasado y presente, sino de valorar las diferencias y las razones de la lucha emancipadora actual. La cultura del buen entendimiento de la verdad histórica avala lo que debe hacerse para el mejoramiento del proceso socialista, elegido por la mayoría de un pueblo que decidió su destino hace más de sesenta años.

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EDICIÓN: María Luisa García Moreno
DISEÑO Y REALIZACIÓN: José R. Lozano Fundora
CORRECCIÓN: Catalina Díaz Martínez
EN PORTADA: Cartel de Navya, India, presentado en la exposición “Let Cuba Live”, convocada por el Instituto Tricontinental de Investigación Social.

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ISSN: 1609-185X