TODO SOBRE LA HOMEOPATÍA


TODO SOBRE LA HOMEOPATÍA

JOSÉ VICENTE SOLER (jvs1@um.es)

Catedrático Emérito de la Universidad de Murcia

Dedicatoria:

A las víctimas de las pseudoterapias




Puede descargarse una versión resumida de este blog publicada en Anales de Química (Real Sociedad Española de Química), 117 (1), 2021, 53-60. U otra publicada en The Conversation y redactada para todos los públicos titulada "LA HOMEOPATÍA ES UN FRAUDE”,

Versión del 2/9/20. Las novedades están indicadas entre *** . Basta buscar los asteriscos para encontrarlas.

Al final recogemos el Primer manifiesto internacional contra las pseudoterapias


Este artículo va dirigido a los que ignoran algún aspecto de la homeopatía, en particular, a los homeópatas, boticarios, enfermer@s, médicos, veterinarios o farmacéuticos, filósofos, abogados o, en general, graduados, profesores de Universidad o Instituto de enseñanza media, estudiantes de más de 16 años, también a los que dicen que a ellos o a algunos de sus conocidos les funciona la homeopatía, los que creen que es una rama de la Medicina o que los productos homeopáticos son medicamentos porque los compran en las farmacias o que creen que estos productos contienen sustancias curativas en muy pequeñas cantidades, infinitesimales, dicen algunos con cierta formación matemática; que no curan enfermedades sino enfermos, finalmente a todos los que, cualquiera que sea su nivel de formación o especialidad creen que la homeopatía tiene el aval de la Ciencia y, lo que es mucho más importante, que creen que cura alguna enfermedad. Si lo difunden pueden salvar muchas vidas.

Me he permitido reproducir casi al final (buscar 02.04) un texto de un autor partidario de la homeopatía para que analicen sus argumentos y los puedan comparar con los que ocupan la mayor parte de este tratado.

Muchos textos incluidos en este estudio son copia, total o parcial, de informes o noticias cuyo origen se cita. Se trata, en su mayor parte, de un estudio recopilatorio de la información publicada sobre el tema con el único fin de divulgar todos los numerosos datos que existen sobre el tema y que, en mi opinión, demuestran que la homeopatía es un fraude.

Soy Catedrático Emérito de la Universidad de Murcia y desde hace muchísimos años me he dedicado a la docencia (desde que con 16 años daba clases particulares) y, por tanto, mi vocación es enseñar lo que conozco a través de mis lecturas, sin más interés que el de trasmitir lo que, gracias a los ciudadanos con sus impuestos, he podido aprender de mis maestros, mis compañeros, mis discípulos, mis lecturas así como de mi dedicación a la investigación que no está relacionada con el tema pero que me permite entender sus aspectos científicos. Creo devolver una pequeña parte de la inversión realizada en mi formación.

Este artículo está dividido en cinco partes. La primera está dirigida a los que carecen de una formación elemental de Química así como los que quieren refrescar sus conocimientos sobre la materia. La segunda a los que hayan leído la primera parte o posean conocimientos elementales de química y tengan dudas o ignoren cómo se preparan los productos homeopáticos, la tercera, a los que sabiendo todo lo referente a los aspectos moleculares de la homeopatía o no estando interesados en la demostración de que los productos homeopáticos no contienen ningún ingrediente curativo (éstos también pueden empezar leyendo las conclusiones al final de la segunda parte), quieren saber sobre su historia, la cuarta es una revisión de lo que opinan sobre la homeopatía algunas instituciones científicas y la quinta incluye algunas consideraciones generales.

BIBLIOGRAFÍA

Este es un artículo de divulgación que espero lean, también, muchos cuyos conocimientos científicos y del idioma inglés sean muy reducidos. Creo que son quienes más van a aprovecharse de su contenido. Por tanto, los enlaces que se usan como bibliografía recogen, mayoritariamente, referencias de artículos en los que aparecen las opiniones que, sobre el tema, tienen muchos científicos o instituciones científicas sin que se trate de revistas científicas.


PARTE 1. EL NÚMERO DE AVOGADRO

Los átomos son entidades cuyo peso en gramos (gr) es una cantidad muy pequeña (aproximadamente 0,0000...02 gr; después de la coma hay 23 ceros). Puesto que el gramo es una unidad de peso demasiado grande para expresar el de una entidad tan minúscula como es un átomo usaremos otra unidad de peso muchísimo menor que el gramo, la uma (unidad de masa atómica). Una uma es lo que pesa un átomo de hidrógeno (H); un átomo de carbono (C) pesa 12 umas y uno de oxígeno (O) 16 umas. Decimos que el peso atómico del H es 1, el del C, 12 y el del O, 16. En la Tabla Periódica de los Elementos se puede encontrar el peso atómico de cualquier elemento químico.

Una molécula está formada por varios átomos enlazados. El agua es una molécula formada por un átomo de O enlazado con dos de H. La fórmula es pues H2O y los dos enlace H-O-H forman un ángulo de 104,5º. Si rompemos los dos enlaces O-H se obtiene oxígeno e hidrógeno, dos gases que, por tanto, no tienen ningún parecido con el agua, un líquido bien conocido. Este hecho es general: cualquier molécula se transforma en otras diferentes si alguno de sus enlaces se rompe.

El resultado de sumar los pesos atómicos de todos los átomos de una molécula es su peso molecular (M). El del agua es 18 (16 del O + 2 de los H). Los gases oxígeno e hidrógeno se encuentran en la naturaleza como moléculas de dos átomos (diatómicas), O=O (O2, M=16x2=32) e H-H (H2, M=1x2=2). Para formar agua necesitados doble número de moléculas de H2 que de O2 de acuerdo con la ecuación química O2 + 2H2 ---> 2H2O. Es decir, que una molécula de oxígeno (O2) reacciona con dos moléculas de hidrógeno (H2) para dar dos moléculas de agua (2H2O). La ecuación química se dice que está ajustada: a izquierda y derecha de la ecuación hay 2 átomos de O y 4 átomos de H.

Un mol de una sustancia es su peso molecular expresado en gramos, por ejemplo, 2 gr de H2 ó 32 gr de O2 ó 18 gr de H2O (ver párrafo anterior). Si llamamos k al factor de conversión del gr en umas (1 gr = k umas) el peso en umas de un mol de estas tres sustancias serán 2k ó 32k ó 18k umas. ¿Cuantas moléculas habrá en un mol de agua? Basta dividir lo que pesa un mol de agua, 18k umas, por lo que pesa una molécula de agua, 18 umas. Por tanto, 18k/18 = k. En general Mk/M = k. Es decir, que el número de moléculas que hay en un mol de cualquier sustancia es el mismo, k. A este principio se le denominó de Avogadro por el Premio Nobel de Física Jean Perrin quien determinó su valor en 1908 como 6,022×1023, número que recibe también el nombre de número de Avogadro y que coincide con k, el factor de conversión de gr en umas. El valor de k es una constante universal (como el número π en Matemáticas o la velocidad de la luz, c, en Física). Esta constancia se puede demostrar, experimentalmente, si consideramos la reacción entre las moléculas A y B, para dar C según la ecuación: A + B---> C que requiere el mismo número de moléculas A que de B o, teniendo en cuenta el principio de Avogadro, el mismo número de moles de A que de B. Si hago la reacción de dos moles A con uno de B obtendré un mol de C más otro de A lo que está de acuerdo con el principio de Avogadro, ya que habrá quedado un mol de A sin reaccionar debido a que he usado doble número de moles o moléculas de A que las requeridas.


PARTE 2. PREPARACIÓN DE UNA DISOLUCIÓN HOMEOPÁTICA.

El fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann, postuló que la efectividad de su método requería disoluciones extremadamente diluidas. Para ilustrar la preparación de una disolución homeopática seguiremos los siguientes pasos: (1) se disuelve en 100 mililitros (ml) de agua (u otro disolvente, alcohol, por ejemplo) un mol de la sustancia con la que vamos a preparar el compuesto homeopático. Por ejemplo, cafeína (C8H10N4O2, M=194,19), es decir, 194,19 gr donde sabemos que hay 6,022x1023 moléculas. Sin embargo, para facilitar el cálculo, usaremos como valor del número de Avogadro 1x1024 que es un cuatrillón de moléculas y representa cuatrocientos mil trillones de moléculas o un 1 seguido de 24 ceros más que las que hay realmente en un mol de cualquier sustancia; por tanto, usaremos para el cálculo un 67% más de moléculas de las que hay en realidad; insisto, se trata de facilitar el cálculo sin modificar la conclusión final ya que al usar un valor superior al real estamos yendo en contra de lo que pretendemos demostrar, (2) tomo 1 ml de esa disolución, es decir, la centésima parte, conteniendo, por tanto, el número de moléculas que resulta de dividir por 100 el total de ellas en la disolución original, 1x1024/100, es decir, un número de moléculas resultado de quitarle un par de ceros al número de moléculas que había en los 100 ml, por tanto, un número de moléculas que expresaremos con un 1 seguido de 22 ceros o 1x1022 moléculas, y (3) añado el ml extraído a 99 ml del disolvente para obtener 100 ml de una disolución homeopática 1C.

Si llevamos a cabo el proceso anterior cinco veces, obtendré una disolución 5C que tendrá en 100 ml del disolvente un número de moléculas que será el número de Avogadro con 5 pares de ceros menos, es decir, con 24-10=14 ceros o 1x1014 moléculas. Si dividimos este número de moléculas por el número de las que hay en 1 mol nos dará 1x1014/1x1024 = 1/1010 moles. Si se trata de la cafeína (M=194,19) y usamos como valor aproximado de M=200 (gramos cada mol) serían 200x(1/1010) gr, es decir, 200/1010= 0,00000002 gr. Los gránulos homeopáticos se preparan añadiendo pequeñas pastillas o esferitas de azúcar o lactosa a porciones de esa disolución 5C de 100 ml. Se usan unas 4 gotas de disolución para un tubo con 70 gránulos; 100 ml son unas 2.000 gotas de manera que podremos preparar 2.000/4=500 tubos que tendrán 500x70=35.000 gránulos/100 ml 5C. La minúscula cantidad de cafeína calculada se repartirá entre los 35.000 gránulos preparados con los 100 ml. Para que podamos comparar: una pastilla de aspirina que se toma, por ejemplo, para reducir el riesgo de formación de trombos, pesa 0,1 gr; cuando hayamos ingerido los 35.000 gránulos habremos tomado 0,00000002 gr de cafeína.

Siguiendo el procedimiento indicado arriba, cuando lleguemos a una disolución 12C el número de moléculas será el número de Avogadro 1x1024 con 12 pares de ceros menos, es decir, un 1 seguido de 24-24=0 ceros, es decir, 1 molécula en 100 ml. Si quiero preparar gránulos, cápsulas o glóbulos homeopáticos con esta disolución solo uno de los 35.000 que puedo preparar con los 100 ml tendrá 1 molécula, el resto cero. Este es el límite ya que, como hemos dicho arriba, una molécula de una sustancia no se puede dividir sin que deje de ser esa sustancia. Este raquítico resultado lo es a pesar de que hemos partido de una cantidad de moléculas que es un 67% superior al real.

En el organismo, una única molécula (presente en solo uno de los 35.000 gránulos preparados) no puede tener efecto terapéutico sobre el paciente salvo que la molécula disponga de un GPS y de inteligencia para usarlo de modo que pueda dirigirse selectivamente al órgano dañado y, en el imposible caso de que llegara a él, provocar una reacción curativa. Es decir, que el efecto de haber ingerido todos los gránulos preparados con los 100 ml de disolución 12C es como si no hubiéramos tomado NADA. De acuerdo con lo anterior es evidente que las disoluciones de productos homeopáticos 12C o superiores tienen una probabilidad nula de contener ingrediente terapéutico alguno, salvo el excipiente (sustancia inactiva usada para incorporar al principio activo; en el caso de la homeopatía, generalmente, agua, azúcar o lactosa).

Los pocos productos comerciales con grados de dilución menores de 12C (5C, por ejemplo), que los homeópatas consideran menos efectivos por su escasa dilución (Hahnemann solía usar disoluciones 30C) suelen contener cantidades insignificantes de la supuesta sustancia activa. Ninguno de los fármacos con propiedades curativas demostradas se administran en esas cantidades tan pequeñas. Estos hechos deberían haber determinado hace mucho la desaparición de una pseudoterapia que carece de fundamento científico. Por tanto, las empresas fabricantes de productos homeopáticos, los homeópatas y los boticarios que recetan o venden estos productos tal vez no han hecho estas cuentas.

Conclusiones: (1) cuando se usan disoluciones 12C o más diluidas o se usan para preparar los gránulos o glóbulos homeopáticos solo se ingiere el excipiente (agua, azúcar o lactosa). Si existen estudios que concluyen que este tipo de disoluciones, con diluciones de hasta 400C, tienen efectos curativos debemos concluir que los trabajos realizados por homeópatas carecen de credibilidad y, por tanto, hay que rechazar las conclusiones de los estudios que han llevado a cabo con disoluciones menos diluidas, como por ejemplo, 5C; (2) la creencia generalizada, incluso de la Real Academia Española, que define la homeopatía como "Práctica que consiste en administrar a alguien, en dosis mínimas, las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían supuestamente en la persona sana síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir" es incorrecta: sobra, entre otros términos, "en dosis mínimas"; debería decir "Práctica que consiste en administrar a un paciente un producto haciéndole creer que contiene un medicamento, cuando, en realidad, es, en la inmensa mayor parte de los casos, solo un excipiente (agua, azúcar o lactosa o cualquier otra sustancia no medicamentosa) por lo que no puede tener efecto curativo alguno", (3) todos los productos homeopáticos que usan disoluciones 12C o superiores, aunque se vendan con distinto nombre, solo se diferencian, si acaso, en el excipiente ya que no hay diferentes formas de la NADA y (4) ningún estudio científico ha podido probar que el efecto curativo de algún producto homeopático sea superior al que muestra un placebo.


PARTE 3. Historia de la homeopatía.

Los productos homeopáticos se preparan mediante lo que los homeópatas llaman "dinamización" o "potenciación" que consiste en disolver una sustancia en agua o alcohol agitando vigorosamente la disolución en un proceso llamado "sucusión" que consiste en sacudir o agitar una disolución a temperatura ambiente, con una intensidad determinada con movimientos de arriba hacia abajo (una especie de ordeño), un número de veces también determinado (según los autores de 2 á 200; es decir, al gusto del artista) y un tiempo dado, para conseguir la "dinamización medicamentosa". Los sólidos insolubles son diluidos por trituración con lactosa. Para preparar los glóbulos o gránulos homeopáticos se usan pastillas de azúcar o lactosa que se empapan con la disolución homeopática.

El fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann (1755-1843), creía en las "miasmas" como "principios infecciosos" subyacentes a las enfermedades crónicas y que los remedios homeopáticos actuaban sobre ellas. El proceso de sucusión activaba la "energía vital" de la sustancia diluida y las disoluciones sucesivas incrementaban la "potencia" del remedio. Tradicionalmente, la sucusión se realizaba golpeando el recipiente que contenía la solución sobre una superficie sólida pero blanda. Se dice que Hahnemann utilizaba una Biblia para estas preparaciones y que para la mayoría de los propósitos usaba las disoluciones 30C lo que, como sabemos, solo contienen el excipiente.

Cuando Hahnemann propuso toda esta parafernalia sus teorías eran aceptables en su época (1796) ya que no se requería prueba alguna. Teorías como esta abundan como setas: cada iluminado las formulaba y si tenían seguidores que las creían duraban lo que esos creyentes. La homeopatía tiene el enorme mérito de haber llegado a nuestros días a pesar de que no existe ninguna prueba de que sus mágicas propiedades existan. Se usaba, por ejemplo, además de lo de las fantasmagóricas "miasmas", la idea de la "energía vital". Según se creía, los organismos vivos y sus componentes poseían una especie de fuerza o soplo vital de la que carecía el resto de materiales de la naturaleza que, por tanto, no estaba sujeta a las leyes fisicoquímicas generales. En 1828 Friedrich Wöhler logró sintetizar en el laboratorio un producto elaborado por los organismos vivos, la urea, calentando un compuesto inorgánico, cianato de amonio lo que demostró que tal energía no existía. Si buscan en Internet "fuerza vital" se darán cuenta de que, hoy día, en el siglo XXI, existe un inmenso número de personas que viven a costa de los ignorantes creyentes en esta inexistente energía. Todas las prácticas orientales, tan de moda, y las de naturaleza esotérica venden (en el sentido estricto de la palabra) su mercancía usando ese concepto aunque empleen otras denominaciones, como el "qi" de la medicina tradicional china.

Volviendo a Hahnemann. En su época (en 1810 aparece la primera edición de su Organon) se produce la transición de la antigua Medicina (con sus teorías de los cuatro fluidos, la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema que Hipócrates suponía determinaban el temperamento de un individuo) a la Medicina científica. En su época se estaba desarrollando el modelo atómico pero la idea de que las sustancias estaban formadas por átomos, moléculas o iones no había calado suficiente como para que Hahnemann la aplicara. Pero no es hasta 1926 que Jean Perrin calcula la constante de Avogadro de manera que Hahnemann no pudo deducir que el número de estas partículas en una muestra no era ilimitado y, por tanto, que sucesivas diluciones llevarían a disoluciones conteniendo solo el disolvente. No cabe, por tanto, condenarlo por su obra, lo que hoy nos parece una locura en su tiempo era normal. Otro juicio debe hacerse de los que, hoy día, disponiendo de un enorme volumen de información científica y habiendo adquirido en la Universidad los conocimientos necesarios para rechazar sus doctrinas, recomiendan, usan o comercian con estos preparados pseudoterapéuticos.

La elección de las sustancias usadas en homeopatía se basa en una antigua creencia que proponía Paracelso (1493-1541), que fue un famoso y muy conocido (incluso hoy día a pesar de todo) alquimista, médico y astrólogo suizo conocido, entre otras razones, porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquímicos (insisto, en otros tiempos, se creían cosas inverosímiles hoy día) y que mantenía que “Cada veneno es su propio contraveneno. Solo la dosis decide”. Esta idea la adaptó Hahnemann proponiendo que lo similar cura lo similar. ¿Por qué? Por eso mismo, porque lo dijo uno que se basó en lo que decía otro al que no debemos preguntarle por qué, porque la respuesta es la misma: porque sí. Por ejemplo, si tenemos una hinchazón como la que nos provocaría una picadura de mosquito, u otro insecto, aunque esté provocada por un golpe, podemos curarla preparando una disolución homeopática partiendo de veneno de abeja (Apis mellifica) o tarántula (Tarentula cubensis) que producen también hinchazón en el afectado. O, si tenemos problemas de insomnio, podemos usar la cafeína en forma de Cafea crudae (maceración de granos de café verde sin tostar) o Coffea tosta (maceración de granos de café torrefacto) como somnífero. Lo último es el uso de Muro de Berlín para curar "una insoportable opresión desde el exterior que causa una explosión o una implosión en el paciente; gran desesperación". Insisto de nuevo, resulta inverosímil que ideas tan disparatadas perduren hasta hoy día y que algunas sean de nuevo cuño.

Lo dejamos aquí porque el lector, a estas alturas, ya sabe que la base sobre la que se asienta la homeopatía es infundada, cuando no motivo de risa. Lo que resulta inaudito es que ese principio de similaridad no lo aplique la industria farmacéutica (tal vez es que no encuentra en ningún texto científico nada que lo justifique) ya que no resulta difícil ni caro hacerse con la materia prima adecuada para tratar cualquier enfermedad. En cambio, la alternativa científica exige el diseño y síntesis de fármacos o su extracción a partir de productos naturales, lo que no suele ahorrar la necesidad de su síntesis química. En obvio recordar que (1) una sustancia producida por síntesis química es absolutamente idéntica que esa sustancia extraída de una planta y (2) que el consumo de esa planta en lugar del fármaco carece de beneficios y, en cambio, tiene riesgos: la cantidad del producto que se ingiere no está controlada y, aún más grave, se ingieren otras sustancias que, en algún caso, pueden ser muy peligras (por ejemplo, cancerígenos). En cualquier caso se requieren costosos procesos y complicados estudios para probar que un fármaco de síntesis tiene un alto % de eficacia con muy bajo riesgo.

Muchos creyentes en la homeopatía reconocen que en las disoluciones homeopáticas no hay moléculas del principio activo (tal y como hemos demostrado incuestionablemente) pero argumentan que el agua tiene memoria y "recuerda" que estuvo en contacto con la sustancia curativa de modo que aunque no haya nada más que agua, ésta puede curar. La explicación de cómo el agua es capaz de tener memoria o almacenar la información de haber estado en contacto con la sustancia elegida se basa, según dicen, en la agitación, sin la cual al parecer nada de esto tendría efecto. Esta agitación, dicen, genera unas "microburbujas cuánticas" alrededor de las moléculas de agua, que almacenan la información.

Los que andan intentando explicar el misterio de la homeopatía inventan "palabros" que parezcan algo que solo puede estar al alcance de los iniciados. Es el caso de las "microbubujas cuánticas". No pregunten porque nadie sabe nada sobre tales engendros. A mi me ocurrió que un colega (¡de la Facultad de Medicina!) de mi Universidad y, a pesar de ello, defensor de la homeopatía, cuando manifesté públicamente que los productos homeopáticos no contenían más que el excipiente pretendió examinarme: pero ¿tú sabes algo de mecánica cuántica? Le respondí que lo suficiente para explicar la asignatura que impartía en la Facultad pero al devolverle la pregunta no me contestó, se limitó a informarme de que mis dudas sobre la homeopatía estaban resueltas por la mecánica cuántica. Todavía estoy esperando que alguien me informe de la relación entre ésta y la homeopatía.

El término microburbuja se ha usado para explicar la formación de las nubes al explotar diminutas burbujas formadas en el mar y como vehículos para la dosificación de medicamentos (no homeopáticos, por supuesto, y usados en cantidades no nulas y sin relación alguna con la mecánica cuántica) en algunos tratamientos del cáncer. Ninguna relación con la homeopatía ni la mecánica cuántica ni la memoria del agua.

Un estudio sobre la memoria del agua fue realizado por el inmunólogo francés Jacques Benveniste que preparó una disolución homeopática de anticuerpos humanos y la puso en contacto con leucocitos asegurando que estos habían respondido de la misma manera que los anticuerpos originales en una reacción alérgica. Sorprendentemente, los resultados fueron aceptados en Nature aunque la revista exigió que laboratorios independientes los repitieran antes de su publicación, de manera que al final el artículo apareció firmado también por otros centros de Francia, Canadá, Italia e Israel.

A pesar de todo, Nature anunció que observadores independientes iban a vigilar cómo se repetían los experimentos. Para ello se creó un equipo compuesto, entre otros, por John Maddox, editor de Nature, Walter Stewart, experto en descubrir fraudes científicos y James Randi, ilusionista, escritor y activista escéptico. El grupo observó irregularidades en el trabajo ya que los miembros del grupo de Benveniste sabían qué probetas contenían la disolución homeopática y cuáles servían de control con agua normal. Cuando les exigieron identificarlas con un código que sólo conocían los evaluadores, los resultados fueron desfavorables. Los supervisores publicaron duras críticas sobre la falta de rigor y objetividad de los experimentos: los investigadores tenían sesgos, cometían graves errores estadísticos, excluían datos contrarios al resultado que se buscaba y no controlaban la fuente de la sangre que se utilizaba en los ensayos.

James Randi ofreció pagar un millón de dólares si una nueva repetición del experimento tenía éxito, pero nadie ha aceptado todavía el reto. El desastre se completaba con el hecho de que dos de los coautores del artículo publicado en Nature habían sido pagados por Boiron, el mayor fabricante de productos homeopáticos. La conclusión fue que era imposible repetir los resultados por el método de doble ciego. En la Universidad de Murcia (supongo que como en otras muchas en las que hay o ha habido enseñanzas sobre homeopatía) se han recibido subvenciones de Boiron para llevar a cabo investigaciones sobre sus productos homeopáticos.

En el capítulo 4 del Libro Blanco de la Homeopatía de La Cátedra Boiron de Investigación, Docencia y Divulgación de la Homeopatía titulado Realidad Científica de la Homeopatía se recogen 8 puntos pero no hay ni una sola cita de artículo alguno que apoye lo que se dice. En su punto 5 se dice "Se han identificado 142 ensayos clínicos de mayor calidad, 23 revisiones sistemáticas en enfermedades específicas y 5 metaanálisis sobre la terapia homeopática en general con conclusiones globales favorables." No hay referencia alguna de lo que se dice pero lo peor es que los más de dos siglos de funcionamiento de esta pseudociencia pregone tan ridículo número de logros. La comparación con los millones de estudios científicos que se cogen en multitud de revistas de Medicina resulta casi una prueba de la nula realidad científica de la homeopatía. Hay que añadir que la inmensa mayor parte de los artículos publicados por homeópatas aparecen en revistas que solo publican ese tipo de trabajos. Ni uno de esos artículos aparece en las revistas científicas de mayor prestigio.

Jacques Benveniste, es uno de los 3 científicos que en el mundo ha ganado dos veces el premio Ig Nobel (1991 y 1998, Química). Los Premios Ig Nobel son una parodia estadounidense del Premio Nobel. Se entregan cada año a principios de octubre para reconocer los logros de diez grupos de científicos que «primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar». Los Ig Nobel son otorgados por la revista de humor Annals of Improbable Research y cada año recompensan las más absurdas e insólitas investigaciones científicas. Y que, además, fueron sustentadas y realizadas por sus autores completamente en serio. La justificación del premio de 1991 decía: Jacques Benveniste, prolífico proselitista y dedicado corresponsal de Nature, por su persistente "descubrimiento" de que el agua, el H2O, es un líquido inteligente (la memoria del agua) y, para su satisfacción, demostrar que el agua es capaz de recordar los acontecimientos mucho después de que se hayan desvanecido todas las huellas de los mismos. El de 1998 fue por su "descubrimiento" homeopático de que no sólo el agua tiene memoria, sino que la información puede ser transmitida por líneas telefónicas y por Internet.

Un segundo personaje ligado a la homeopatía es Luc Montagnier, Premio Nobel (este es "de verdad") de Fisiología y Medicina 2008, codescubridor del virus del SIDA junto a Françoise Barré-Sinoussi. Sus hallazgos relacionados con la memoria del agua los publicó en Interdiscip Sci Comput Life Sci (2009) 1: 81–90 donde se puede leer en la primera página Received 3 January 2009 / Revised 5 January 2009 / Accepted 6 January 2009 (January=Enero). Así cualquiera publica: ¡Siendo del equipo editorial y revisando el artículo de un día para otro! Se recibe el 3/1/09, se revisa el 5/1/09 y se acepta el 6/1/09.

Informo a quienes no están familiarizados con la publicación de artículos científicos que el tiempo que suele transcurrir entre el día que la revista recibe un artículo y el que el Editor responde al autor sobre si se lo acepta o no, suele ser mucho mayor de los 3 días que tuvo que esperar Luc. El proceso consiste en que el Editor envía el manuscrito a varios revisores que deben responder en unas semanas si recomiendan o no su publicación. Si el Editor, a la vista de los informes, decide aceptarlo suele exigir al autor que realice algunos cambios o que lleve a cabo algún estudio adicional. En el mejor de los casos, el autor lo devuelve corregido en una semana y en el peor, en unos meses. Si el Editor decide aceptar la versión corregida suele comunicárselo al autor en unas semanas (dependiendo de que haya decidido o no reenviarlo a los revisores para que opinen sobre los cambios realizados). Es decir, que el proceso puede durar 3-5 meses. En algunas áreas científicas puede demorarse mucho más. Por tanto, el artículo de Montagnier es un fraude desde su origen. Como la homeopatía.

De todos modos, los estudios que publica Montagnier no usan, en ningún caso, disoluciones de ningún producto homeopático. De hecho se concluye que "Esto abre el camino para el desarrollo de un sistema de detección de alta sensibilidad para las infecciones bacterianas crónicas en enfermedades humanas y animales". ¡Nada que ver con la homeopatía ni con la memoria del agua! Todo lo más se trata de un sistema de detección de enfermedades, no de su cura (ver siguiente párrafo).

En Nature, 35 Premios Nobel publicaron sus intentos para que no se concediera a Luc Montagnier la dirección del CIRCB, un centro de investigación sobre el SIDA. Los galardonados sostenían que Montagnier adoptaba teorías que están lejos de la corriente principal de la Ciencia, sus opiniones contrarias a la vacunación, corren el riesgo de perjudicar la investigación y el programa de atención de la salud y la reputación del CIRCB. Decían que "Montagnier ha sugerido, por ejemplo, que el agua puede retener una "memoria" de los patógenos que ya no están presentes; que las secuencias de ADN de los patógenos emiten ondas electromagnéticas que podrían utilizarse para diagnosticar enfermedades y que estimular el sistema inmunológico con antioxidantes y suplementos nutricionales puede ayudar a las personas a combatir el SIDA." Debo de decir que nunca he sabido en mi larga experiencia como investigador de otra denuncia de tantos Premios Nobel contra la labor de un científico lo que me sugiere que dicha denuncía pretendía abortar un proyecto realmente escandaloso. Recientemente Montagnier está sometiendo a niños autistas a un tratamiento antibiótico a largo plazo y participando en conferencias anticientíficas como Autism One junto con las mujeres que piensan que dar a los niños autistas enemas con cloro es una buena manera de tratar el autismo.

En resumidas cuentas, la hipótesis de la existencia de "la memoria del agua" para explicar la capacidad de curar enfermedades usando productos homeopáticas no son más que una serie de conjeturas y ocurrencias sin base experimental alguna, sin el reconocimiento de la Ciencia ni de cualquiera con un cierto sentido común. Por otra parte, el estudio de la memoria del agua sería necesario si se tratara de explicar que un producto homeopático, es decir, un preparado que no contiene ninguna sustancia activa, es capaz de comportarse mejor que un placebo. Así es que quien quiera puede seguir estudiando la memoria del agua pero cualquiera que sea el resultado no cambiará el hecho, bien establecido, de que los productos homeopáticos no superan a los placebos. Estos son sustancias que tienen el mismo aspecto, gusto y forma que un medicamento verdadero pero está hecho de productos inertes y sin ningún principio activo y que tienen una acción curativa de alguna enfermedad de escasa gravedad si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz (se trata de un acto de fe). A veces, la curación se debe a la simple recuperación natural de los pacientes.

Los defensores de la homeopatía argumentan que estos productos funcionan también con animales y que en ellos no es posible el efecto placebo. El propio Hahnemann escribió y habló sobre el uso de la homeopatía en animales. Estos estudios con animales a menudo también tienen fallos metodológicos importantes, el más básico y habitual es no usar la técnica del doble ciego. Para ello no solo el paciente no debe saber si se le está dando el medicamento real o un placebo (en el caso de los animales esto da igual ya que todavía no saben decir eso de "pues me siento mejor; esto de la homeopatía funciona") pero el que realiza el experimento tampoco debe conocerlo (para que no diga lo que la vaca no puede) para evitar sesgos inconscientes.

La postura de la British Veterinary Association sobre medicinas alternativas es que la homeopatía "no puede sustituir a la medicina convencional". Es evidente: la NADA no sirve para nada. Lo grave es que sustituya a la verdadera Medicina en cuyo caso es un auténtico peligro. La Asociación Veterinaria Australiana (AVA) acordó que sus recursos no se deberían utilizar para promover terapias que, en opinión de la Junta, no sean compatibles con los conocimientos actuales de fisiología y fisiopatología y cuya ineficacia haya quedado demostrada por el conjunto de conocimientos acumulados actualmente. La Junta acordó que las terapias veterinarias de homeopatía y homotoxicología se consideran terapias ineficaces de acuerdo con la resolución de la Junta de Promoción de Terapias Ineficaces de la AVA".

La homeopatía es “un engaño” y pone en peligro a los animales, afirman veterinarios británicos. Solicitan al Colegio de Veterinarios que incluya a los productos homeopáticos en la lista negra de la profesión. Recetar productos homeopáticos para el tratamiento de enfermedades en animales, “es un mal servicio a los animales y sus dueños”. La carta indica que la posición actual del Colegio profesional de permitir a los veterinarios la prescripción de productos homeopáticos va en contra del bienestar animal y no cumple con los estándares de calidad que requiere la práctica científica de la veterinaria. El texto de esta carta asegura que “muchas revisiones sistemáticas y meta-análisis han demostrado de manera concluyente que los tratamientos homeopáticos no tienen ningún efecto más allá del efecto placebo”. Y recuerdan que el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes llegó a la conclusión de que el sistema de sanidad pública del Reino Unido “no debe perder dinero público ni poner en riesgo vidas humanas financiando los tratamientos homeopáticos que hayan claramente demostrado que no tienen ningún efecto más allá del efecto placebo”.

El Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas concluye que no hay pruebas rigurosas que justifiquen el uso de la homeopatía en la medicina veterinaria y es particularmente preocupante cuando tales productos se utilizan con preferencia a los productos medicinales basados en la evidencia para tratar las infecciones del ganado.

De acuerdo con el hecho incontrovertible de que los productos homeopáticos no contienen otras sustancias que el excipiente (agua, azúcar, lactosa, etc.), es obvio que carecen de efectos secundarios (y primarios) por lo que pueden ingerirse cantidades mucho mayores que las recomendadas por el fabricante, salvo que la ingesta del excipiente provoque en el sujeto algún efecto nocivo, por ejemplo, si es diabético. El problema surge cuando se sustituyen tratamientos médicos con eficacia demostrada por este tipo de productos (llamarlos medicamentos es un grave error) poniendo en riesgo a los pacientes si la enfermedad es grave, como ocurre con el cáncer. Puesto que no hay descrito ningún caso de curación de un cáncer usando homeopatía (ni lo habrá, obviamente) podemos afirmar que cualquier intento de sustituir la medicina científica usada contra el cáncer u otra enfermedad por la homeopatía o cualquier otra pseudoterapia es un grave error. Según los resultados de la 'Encuesta de Percepción Social de la Ciencia 2018', un 26,3% de las personas que han utilizado la homeopatía alguna vez lo hizo sustituyendo medicamentos de base científica y tratamientos convencionales. Los siguientes casos sirven de ejemplos para saber qué es lo que NO hay que hacer. A continuación resumimos la información de casos en los que algunos enfermos de cáncer fallecieron por no seguir los tratamientos científicos sino la homeopatía u otras pseudoterapias.

La tragedia de Rosa Morillo comenzó cuando tenía 41 años y tras palparse un bulto de un centímetro en el pecho. Economista brillante, Rosa llevaba "toda la vida" interesada en pseudoterapias como la homeopatía, e incluso se había formado para practicarlas. Visitó a una ginecóloga, médica colegiada, que recomendó tratarse solo con homeopatía. Rosa fue consciente del error cometido y quiso actuar contra la doctora: "Haberle hecho caso me va a costar un pecho", reconoció a su familia. Pasó meses sin hacer nada útil para combatir el tumor. Un año después, el cáncer se había extendido a la piel, los huesos y la médula, porque Rosa no se había dado quimioterapia. Siguió manifestando preferencia por los tratamientos alternativos ("naturales") a las recomendaciones de sus médicos del Hospital de La Paz. Los médicos del hospital que siguieron su evolución anotaron también su relación con la pseudomedicina: "Inicia seguimiento por oncólogo-homeopático (Dr. Martí Bosch)". Rosa había sabido de la existencia de este médico a través de Discovery DSalud, una revista que actúa como altavoz y páginas amarillas de todo tipo de curanderos y pseudoterapias peligrosas. El naturópata le recetó siete preparados homeopáticos (para "mama", "ganglios", "piel", "huesos" y "estimulante inmunológico"), seis preparados fitoterapéuticos y cinco productos "ortomoleculares" (vitaminas), más "hidroterapia" (bañarse en agua caliente salada) y "tratamiento con oligoelementos". Entonces llegaron "unos análisis de sangre milagrosos en los que el número de glóbulos rojos había aumentado", según relata su hermana. “La vie en rouge, escribió mi hermana en su WhatsApp junto con una foto de unas células color bermellón". Un mes después, los médicos de La Paz certifican que en realidad el cáncer se ha extendido más y recomiendan quimioterapia, que Rosa vuelve a rechazar. La extensión del cáncer y el deterioro físico es tal que acepta tratarse puntualmente con radioterapia. Rosa fallece tras encadenar pseudomedicinas y tratamientos sin aval científico, aconsejados por dos médicos colegiados que recetan homeopatía a pacientes con tumores. Su familia decide denunciar su caso ante la Organización Médica Colegial. Precisamente este órgano de representación de los médicos ha lanzado un Observatorio contra las Pseudociencias donde reciben un goteo diario de denuncias de casos similares.

Lo que le ocurrió a Rosa es muy similar a lo relatado por un médico de familia de la Osakidetza vitoriana, Iñaki Aguirrezabal, que recibió a una paciente de 56 años con un tumor que había consumido por completo el pecho. "Todo era tumor, la mama izquierda había desaparecido. Hasta ella me recordaba tiempo después la cara que puse al verlo", cuenta Aguirrezabal. La paciente llevaba dos años tratándoselo únicamente con las recomendaciones de su homeópata en Francia, al que ya acudía antes del cáncer. Se arrepintió de su decisión: "Se echaba la culpa de no haber hecho algo antes y haber usado solo homeopatía", explica el médico. "Reconoció que se había equivocado, pero no culpaba a su homeópata", lamenta. El tumor del pecho respondió bien a la quimio, pero tenía metástasis y falleció pasados unos meses.

Recientemente, un oncólogo de un hospital de Gerona relataba que una mujer con el pecho "totalmente putrefacto" por haberse desatendido por completo un tumor (solo usaba pseudoterapias) moría poco después de acudir a los médicos.

Mario Rodríguez, que murió tras abandonar la quimioterapia, también llegó hasta su curandero a través de Discovery DSalud. Su curandero le obligaba a seguir un tratamiento de vitaminas y otros preparados completamente ineficaces contra la leucemia y que incluso estaban contraindicados con el tratamiento médico. Mario estudiaba para físico, nada ajeno al método científico, del mismo modo que Rosa era una persona de gran formación intelectual. Caer en el engaño no tiene nada que ver con conocimientos o inteligencia del sujeto.

Al jurista José María Illán, la prescripción de homeopatía estuvo a punto de costarle la vida. Aconsejado por una médica, Illán cambió los medicamentos para vigilar su salud cardiovascular que le había recomendado el médico por homeopatía. "A mí me hacía una receta una doctora y yo iba a la farmacia a comprarlo. Cómo iba a saber que me podía costar la vida", explica. Illán sufrió un infarto y, tras recuperarse, se le recetaron unas pastillas que ayudaran a su organismo a mantener la circulación en las arterias. Pero al cabo de un mes, comenzó a sentirse mal y, tras una revisión de los cardiólogos, le acusaron de no estar tomando la medicación porque no era normal un deterioro arterial de esa magnitud en tan poco tiempo. Él les respondió que sí se estaba medicando, pero no exactamente con la que me recetaron, sino con una alternativa de homeopatía que le recomendó su doctora. "Usted se está suicidando", le dijeron. Ahora sufre numerosas secuelas, ha tenido que ser intervenido recientemente y abandonó su profesión por incapacidad total.

Cobrar por algo que no cura es un timo, una estafa en toda regla, basada en el engaño. El presidente de la cadena de farmacias británica BOOTS admitió ante el parlamento que la homeopatía no funciona, pero aún así la siguen vendiendo. En Estados Unidos, la principal compañía fabricante de productos homeopáticos, la francesa Boiron, ha sido condenada a pagar 12 millones de dólares por publicidad engañosa y a especificar en sus etiquetas que no han demostrado que esos medicamentos* curen. Por otra parte, una demanda colectiva podría costarle a Boiron varios millones de dólares, y la causa es la falta de efectividad y eficacia de uno de sus productos estrella: Oscillococcinum. Concretamente, más 1.500 personas han interpuesto una demanda colectiva contra la compañía homeopática, después de que Alexandra Furtos, química especializada en espectrometría de la Universidad de Montreal, analizara este producto, detectando solo azúcar y lactosa en sus componentes.


PARTE 4. La homeopatía según la ley y algunas instituciones científicas

La Ministra María Luisa Carcedo pidió sin éxito en Luxemburgo lo que defiende el Gobierno de España que es que los productos homeopáticos dejen de ser considerados como medicamentos. Aunque no tuvo éxito, junto al ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, presentaron un Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias desarrollado por ambos ministerios.

En España se ha legislado sobre los productos homeopáticos. Cabe destacar algunos de los requisitos:

Artículo 3. 1. La comunicación a la que se refiere el artículo 2 deberá contener los siguientes datos actualizados:

d) Si el medicamento* homeopático reivindica indicación terapéutica o si se solicitará como «sin indicaciones terapéuticas».

¿Qué quiere decir esto? ¿que algunos productos homeopáticos pueden no tener indicaciones terapéuticas? ¿se trata de productos decorativos o para fuegos artificiales?

f) Composición cualitativa y cuantitativa. Se requiere la declaración completa y detallada de los componentes activos del medicamento, así como la declaración de los excipientes.

Si el producto es 12C o superior la composición cualitativa es NADA y la cuantitativa 100%; la denominación de medicamento es inapropiada.

En mi opinión, falta que el fabricante pruebe que su efecto es mejor al de un placebo.

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Resumen de la posición de la Real Academia Nacional de Farmacia en relación con la situación actual de los medicamentos* homeopáticos. Madrid, Junio de 2017

Para la Real Academia Nacional de Farmacia, la salud pública en general y los medicamentos en particular, son objetivos prioritarios en su actividad científica y de difusión del conocimiento. Mejorar la calidad de la terapéutica farmacológica es un objetivo común para las autoridades sanitarias, profesionales, pacientes y para toda la sociedad. Las consecuencias de una baja calidad en la terapéutica tiene un impacto clínico negativo y una importante repercusión social y económica.

La homeopatía está sometida desde hace décadas a discusión en diferentes foros, aunque solo en muy contadas ocasiones se analiza desde el punto de vista científico y de acuerdo con la situación actual del conocimiento. Los medicamentos* homeopáticos son una realidad también en los países desarrollados y deberían ser analizados bajo los mismos criterios que se aplican a otros recursos terapéuticos.

Son muchos los intereses que se mueven en el entorno de los medicamentos* homeopáticos y esta es, posiblemente, la causa del poco peso que se da a los argumentos de carácter técnico aunque nos encontremos ya en el siglo XXI. La Real Academia Nacional de Farmacia se ha visto en la necesidad de elaborar un informe en el que se analiza, desde un punto de vista científico, las características de los medicamentos* homeopáticos, especialmente los aspectos relacionados con su eficacia y seguridad. Este informe expresa la posición de los académicos de número de la Real Academia Nacional de Farmacia sobre los medicamentos* homeopáticos y consta de una introducción, 40 consideraciones y 12 conclusiones. En este documento se realiza un análisis de los resultados sobre eficacia procedentes de ensayos clínicos aislados, así como de meta-análisis realizados con productos homeopáticos recogidos en la bibliografía. Estos estudios tienen importantes limitaciones metodológicas y sus resultados no permiten concluir que los efectos de los medicamentos* homeopáticos sean diferentes del placebo. Además, se destacan los riesgos para los pacientes como consecuencia de recurrir a los medicamentos* homeopáticos en sustitución de tratamientos con evidencia científica de su eficacia clínica. Los medicamentos* homeopáticos tampoco han podido demostrar su eficacia en medicina veterinaria, donde se utilizan para distintas indicaciones tanto en prevención como tratamiento.

En el informe completo de la Real Academia Nacional de Farmacia se incluyen las opiniones de diferentes organismos públicos (OMS, NHMCR, NICE, etc.), agencias reguladoras (FDA, EMA, etc.), sociedades científicas (RCGP, RPS, etc.), etc., que han realizado análisis críticos sobre los medicamentos* homeopáticos, destacando la falta de evidencia en relación a su eficacia.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) y la Comisión Central de Deontología rechazan por inaceptables y contrarias a la deontología médica todas las prácticas invalidadas científicamente y consideran las mismas ajenas a la ciencia y profesión médicas. Entre esas prácticas se encuentra la homeopatía, la cual no ha podido demostrar hasta la fecha ninguna evidencia científica de eficacia médica fuera del efecto placebo.

La Organización Médica Colegial (OMC) ha creado un Observatorio cuyo objetivo es investigar, denunciar y hacer frente a las prácticas pseudocientíficas. La OMC ha manifestado su criterio, ‘de obligado cumplimiento para todos los médicos colegiados‘, mediante diversas declaraciones de su Asamblea General, las cuales han sido reforzadas con la creación del mencionado ‘Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias’. En la actualidad, hay un Código Deontológico que se está revisando y que ‘negará una vez más la naturaleza médica de esas prácticas y los procedimientos‘. Destaca de un modo especial la homeopatía, al reconocerla ‘sin fundamento, con altos riesgos y costes, así como generadora de confusión para muchos pacientes’, debido al empleo del concepto ‘medicina alternativa‘.

La Organización Médica Colegial no solamente rechaza estas prácticas con posiciones públicas avaladas por el Código Deontológico, de obligado cumplimiento para todos los médicos colegiados, sino que así lo viene manifestando a través de diversas declaraciones de su Asamblea General, habiendo creado además el Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias para investigar, denunciar y luchar de forma activa contra los innumerables casos de prácticas engañosas y contrarias a la medicina científica.

En el reciente Congreso de Deontología Médica se anunció que en el contenido del futuro Código Deontológico, actualmente en revisión, se negará una vez más la naturaleza médica de esas prácticas y procedimientos entre los que se destaca, entre otras, la homeopatía, reconociéndola sin fundamento, con altos riesgos y costes, así como generadora de confusión para muchos pacientes al ser calificada por algunos como “medicina alternativa”.

Es preciso aclarar que un informe recientemente emitido por la Comisión Central de Deontología, en respuesta a la consulta planteada por una asociación, ha podido dar lugar a una interpretación contraria al verdadero sentir de lo expresado anteriormente ya que dicho informe se realizó en contestación a una petición que solicitaba valorar deontológicamente la aplicación de prácticas concretas distintas de la homeopatía. En este informe la posición es clara y reiterada, yendo más allá del simple rechazo de prácticas invalidadas científicamente, también de la mala o engañosa utilización de cualquier otra práctica cuando en las conclusiones se afirma expresamente que son contrarias a la deontología médica las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las invalidadas científicamente, las carentes de base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de productos de composición no conocida.

Una vez descartadas todas las prácticas invalidadas científicamente se consideró necesario ofrecer unas condiciones exigibles para aquellas prácticas médicas que, de acuerdo a la lex artis, estén o puedan incluirse en un proceso de validación científica, es decir de investigación. Y para ello se fijan cuatro condiciones que deben cumplir todas las prácticas en cualquier proceso de validación de cualquier tipo y en todos los casos y que no deben ser consideradas aisladamente, sino con la aclaración posterior de cada uno de ellos: que no haga daño (principio de no maleficencia), que no se abandone la medicina científica (principio de beneficencia), que se informe adecuadamente (principio de justicia) y que se obtenga el consentimiento informado (principio de autonomía). Deben cumplirse todos y en todos los casos. Es obvio que en ningún caso se refiere a las prácticas invalidadas científicamente que previamente habían sido excluidas en el punto primero.

El médico que ejerza y aplique técnicas o terapias no reconocidas legalmente ni avaladas por la comunidad científica ni académica, tiene el deber de informar adecuadamente a sus pacientes de manera entendible y asumir, si es el caso, todas las obligaciones y responsabilidades jurídico legales, profesionales y deontológicas (CDM) que puedan derivarse y que marcan la actividad médica de la lex artis ad hoc y el Acto médico en sensu estricto.

La Academia de Ciencias de la Región de Murcia publicó en 2013 un comunicado contrario a la presencia de las pseudociencias en la Universidad que sirvió para que ésta abandonara tales enseñanzas. Las Universidades de Salamanca y Barcelona también acordaron en 2018 eliminar la asignatura de Medicamentos Homeopáticos del grado de Farmacia y un Master en homeopatía, respectivamente. Poco tiempo después, no se enseñaría la homeopatía en la Universidades de Valencia, Sevilla, Córdoba, Zaragoza y, más recientemente, la UNED.

El EASAC, el Comité Científico Asesor de las Academias Europeas, formado por las academias de ciencias nacionales de los países miembros de la Unión Europea, emitió el informe "Productos y prácticas homeopáticos: evaluando las pruebas y asegurando la coherencia en la regulación de las alegaciones médicas en la Unión Europea". En él se estudia lo último en cuanto a la homeopatía en Europa y, para sorpresa de nadie, probablemente tampoco de quienes la defienden, la deja muy mal parada. Las conclusiones del informe son que cualquier supuesta eficacia de los productos homeopáticos en el uso clínico puede ser explicada mediante el efecto placebo o ser atribuida a un diseño de estudio deficiente, variación aleatoria, regresión hacia la media o sesgo de publicación. De estas explicaciones el efecto placebo puede ser de valor para el paciente, pero no hay ninguna enfermedad conocida para la que exista evidencia sólida y reproducible de que la homeopatía sea efectiva más allá del efecto placebo. Se advierte de los "daños significativos" que pueden ocasionar estos productos sin evidencia científica demostrada. La institución, que agrupa a una treintena de sociedades científicas —entre ellas, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales—, sostiene que las afirmaciones de los defensores de la homeopatía, como la idea de que el agua tiene una supuesta memoria —algo que no se ha demostrado nunca— son "inverosímiles e inconsistentes".

La misma institución europea alerta de los riesgos de la homeopatía en el caso de que los pacientes dejen de lado los tratamientos avalados por la evidencia científica. Por otro lado, el Comité Científico Asesor de las Academias europeas alerta de que la utilización y la publicidad sobre los productos homeopáticos pueden "socavar la confianza de los pacientes y del público general en la naturaleza y el valor de la evidencia científica para la toma de decisiones en el cuidado de la salud y en otras prioridades sociales". El comunicado difundido por EASAC se basa en los análisis publicados anteriormente por algunas de las sociedades científicas más destacadas a nivel europeo. En sus conclusiones, el Comité alerta de que existen "potenciales problemas de seguridad sobre las preparaciones homeopáticas debido a la reducida supervisión de los métodos de producción, que requieren una mayor atención en el control de calidad y en la evaluación de efectos adversos". "La proliferación de prácticas homeopáticas sin fundamento no debería ser promovida ni en la medicina humana ni en veterinaria", exponen los expertos encargados de la redacción del informe. A su juicio, la popularidad de la homeopatía demuestra un hecho "desafortunado": que "la evidencia científica no siempre es relevante para el gestor público ni entendida por la sociedad". "No hay enfermedades en las que la homeopatía haya presentado evidencia robusta y reproducible de ser eficaz", zanjan desde EASAC. La institución europea hace suya una frase repetida en numerosas ocasiones por la comunidad científica al señalar que "no hay dos tipos de medicina, la convencional o la alternativa". "Solo hay una medicina que ha sido convenientemente examinada y otra que no", concluyen. El rechazo a la homeopatía ha ido creciendo en los últimos meses, especialmente después de que se conociera que un niño italiano había fallecido por culpa de una otitis tras ser tratado con productos homeopáticos y no con antibióticos. La Generalitat Valenciana también le ha declarado la guerra a estas prácticas.


La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) no ha aprobado ningún producto farmacológico que se comercialice actualmente y que es etiquetado como homeopático para ningún uso, y la agencia no puede garantizar que estos medicamentos cumplan con los estándares modernos de seguridad, eficacia y calidad. Además, los medicamentos no aprobados que afirman curar, tratar o prevenir enfermedades graves pueden causar que los consumidores demoren o detengan los tratamientos médicos que se han determinado que son seguros y eficaces a través del proceso de revisión

La promoción y el uso de productos homeopáticos puede ser perjudicial para la salud. Primero, al provocar retrasos en la búsqueda de atención médica apropiada y basada en la evidencia o, lo que es peor, al disuadir al paciente de hacerlo. En segundo lugar, al socavar en general la confianza de los pacientes y del público en general en la naturaleza y el valor de la evidencia científica para la toma de decisiones en el cuidado de la salud y otras prioridades sociales.

A falta también de pruebas sólidas sobre el uso de productos homeopáticos en la medicina veterinaria, es un error exigir a los agricultores ecológicos que utilicen estos productos en lugar de métodos de prevención o tratamiento para los que exista una eficacia demostrada y un modo de acción establecido.

No tenemos noticias de se haya manifestado sobre el tema la Real Academia Nacional de Medicina.

El paraíso de la homeopatía se tambalea. En Francia las pseudociencias desatan una guerra entre médicos cuya razón quizás esté en que es el paraíso de la homeopatía y sede de Boiron, la mayor empresa dedicada a la fabricación de productos homeopáticos del mundo. El Gobierno se plantea si sigue subvencionando medicamentos* homeopáticos. Los defensores de la homeopatía no están dispuestos a perder un negocio que el año pasado movió 620 millones de euros solo en este país y que emplea a 3.200 personas y exporta sus productos a 50 países. La guerra total estalló el 19 de marzo de 2018. Ese día, 124 médicos franceses firmaron en el diario Le Figaro una tribuna para advertir en contra de las “promesas fantasiosas y la eficacia no probada de las medicinas llamadas alternativas como la homeopatía” que son practicadas “por charlatanes” que gozan de la “tolerancia” de las instituciones. Reclamaron que se exija que los médicos y profesionales de la salud dejen de recomendar tratamientos homeopáticos, que la Seguridad Social no pague por ellos, que no se reconozcan los títulos de homeopatía, mesoterapia o acupuntura “como diplomas médicos” y que se informe más y mejor sobre la naturaleza de las terapias alternativas, sus “efectos perjudiciales y su eficacia real”.

Las academias de Medicina y Farmacia de Francia creen que el Sistema nacional de Seguridad Social no debe continuar subvencionando la homeopatía. En una declaración conjunta, los dos organismos se posicionan en contra de esta práctica meses antes de que el Ejecutivo decida sobre el tema. "Ninguna preparación homeopática debe ser subvencionada por Medicare (sistema de Seguridad Sanitaria francés) hasta que se haya proporcionado la demostración de un servicio médico suficiente. Ningún título universitario en homeopatía debe ser emitido por las facultades de medicina o las facultades de farmacia", han explicado.

Para justificar esta posición, las dos academias recuerdan que "los análisis rigurosos no han demostrado una efectividad" de la homeopatía, al tiempo que reconocen la existencia de un "efecto placebo" relacionado con la expectativa de que los pacientes tienen de esta práctica. La Academia Nacional de Medicina ya se había pronunciado en esta dirección, por última vez en 2004, pero es la primera vez que lo hacen los farmacéuticos. "Gracias a las academias de medicina y farmacia por esta posición inequívoca en favor de la derogación de la homeopatía", ha reaccionado el colectivo Fakemed, un grupo de profesionales creado por 124 médicos, para luchar contra la homeopatía y otras "medicinas alternativas". Según Le Monde, los sindicatos de farmacéuticos no están en contra de esta práctica por parte del sistema de salud francés. "No entraré en el debate sobre la efectividad del producto", dijo Philippe Besset, presidente de la Federación de Farmacéuticos Comunitarios (FSPF), que considera la homeopatía "esencial para el arsenal de la terapia". Business is business

La francesa Boiron, la más importante industria de la homeopatía en el mundo, está perdiendo la batalla contra la Medicina científica. La ministra de Sanidad francesa, Agnés Buzyn, ha anunciado que la Seguridad Social dejará de subvencionar el precio de los medicamentos* homeopáticos a partir del 1 de enero de 2021 (dentro de unos días) , de acuerdo con la opinión de la Alta Autoridad francesa de la Sanidad (HAS), que en un reciente informe desaconsejó la subvención de estos productos. El estudio, encargado a este organismo público independiente en agosto de 2018 por el Gobierno, hacía constar que es "desfavorable al mantenimiento de la subvención de la homeopatía", tras una evaluación científica de nueve meses. Según Buzyn, si la decisión no se aplica con efecto inmediato es para "dar tiempo a la pedagogía", acompañar a los pacientes y dar un margen a la industria para organizarse.

La HAS estudió los efectos de la homeopatía sobre 24 afecciones, como la ansiedad, verrugas plantares, oncología o infecciones respiratorias. Juzgó que "estos medicamentos* no demostraron científicamente una eficacia suficiente para justificar una subvención". Entre las razones mencionadas para su dictamen, figuraron la "ausencia de pruebas de la eficacia" o la "ausencia de un estudio sólido que permita evaluar su impacto sobre la calidad de vida del paciente". "No han probado su interés en el tratamiento de patologías frecuentes. Habría que trabajar quizás en la idea de que no siempre es necesario tomar un medicamento"*, ha defendido la ministra.

El Reino Unido ha prohibido la venta de homeopatía. "El NHS (Servicio Nacional de Salud) ha emitido una guía que deja claro a los médicos de cabecera que la homeopatía no debe ser prescrita, y para darle más fuerza legal a esto, ahora solicitaremos formalmente que el Departamento de Salud la incluya en una lista negra para que los fondos no se puedan desperdiciar de esta manera".

La “Royal Pharmaceutical Society” (RPS) no aprueba la homeopatía como forma de tratamiento puesto que no hay bases científicas ni ninguna evidencia para respaldar la eficacia clínica de los productos homeopáticos más allá del efecto placebo. Los farmacéuticos deben garantizar, siempre que sea posible, que los pacientes no dejen de tomar sus medicamentos convencionales prescritos, si están tomando o están considerando tomar un producto homeopático. Los farmacéuticos deben saber que los pacientes que solicitan productos homeopáticos pueden tener afecciones subyacentes graves sin diagnosticar que pueden requerir derivación a otro profesional de la salud. Los farmacéuticos deben aconsejar a los pacientes que soliciten un producto homeopático sobre su falta de eficacia más allá del efecto placebo.

El presidente de la asociación que reúne a los médicos de la asistencia sanitaria pública de Alemania (KBV), Andreas Gassen, considera que los seguros médicos no deberían cubrir servicios homeopáticos a sus pacientes. "No existen pruebas científicas suficientes que demuestren la efectividad de los tratamientos homeopáticos", dijo Gassen al diario "Rheinische Post". "Quien quiera utilizar medios homeopáticos, debería poder acceder a ellos, pero no a costa de la sociedad".

En Alemania se debate una y otra vez sobre la homeopatía, y sobre si todos los contribuyentes deben pagar los costes de este tipo de tratamientos. En realidad, por ley la homeopatía no forma parte de las prestaciones de los seguros médicos, pero muchos restituyen a sus asegurados los costos debido a que hay una demanda importante. Hace poco, el vicepresidente del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), Karl Lauterbach, también se ha pronunciado en contra de la inclusión de la homeopatía en los seguros médicos. "Debemos hablar al respecto en la gran coalición", dijo a principios de julio al diario "Tagesspiegel". La Comisión Federal Conjunta (GBA), que decide sobre las prestaciones obligatorias de los seguros médicos, apoya a Lauterbach.

Campaña en Italia contra la homeopatía: «No es una cura, debe ser prohibida en clínicas y hospitales» Se plantea una batalla contra los preparados homeopáticos por considerar que «son solamente costosos placebos sin ningún valor científico» Se acaba de poner en marcha en Italia la campaña «No homeopatía», un método de curación que siguen más de 9 millones de italianos. Es una batalla que une a hospitales y clínicas públicas y privadas, en las que ya no se practica la homeopatía, por considerarla una disciplina que carece de una eficacia terapéutica comprobada, con el riesgo para las personas menos informadas la utilicen en sustitución de medicinas que sí curan. Ya se han adherido a la campaña para decir «no a la homeopatía» unos 60 hospitales y clínicas, como el Instituto Europeo de Oncología y el Policlínico Gemelli, además de movimientos científicos como el Pacto por la Ciencia y la Fundación Gimbe.

La iniciativa ha partido del grupo sanitario «Lifenet Healthcare». Para coordinar la campaña han lanzado la web (no-omeopatia.it), en la que aparece una frase de la premio Nobel Rita Levi Montalcini: «La homeopatía es una no cura, potencialmente peligrosa, porque resta pacientes a la curaciones válidas» y del Comité Ético de la Fundación Umberto Veronesi: «Según las mejores evidencias disponibles y el consenso de la comunidad científica, los preparados homeopáticos son solamente costosos placebos: Por tanto, el Comité no les reconoce ningún valor científico».

Los organizadores de la campaña han explicado los motivos: «Pretendemos tutelar a las personas enfermas, para evitar que caigan en equívocos y crean que la homeopatía sea una práctica eficaz que sustituye a las verdaderas curas. No es así, como decenas de estudios comparativos han demostrado».

El famoso profesor de microbiología y virología, el italiano Roberto Burioni, ha publicado el libro «Homeopatía, mentiras, leyendas y verdad», para dar la batalla contra las falsedades de esta práctica así como contra los que desaconsejan las vacunas para los niños. Resume en una frase su opinión: «Es agua fresca. La homeopatía tiene la misma eficacia que el placebo; este es el modo científicamente correcto para decir que no tiene ninguna eficacia». En definitiva, por desorientación y desinformación, mucha gente recurre «a medicinas alternativas, cuya eficacia no está demostrada y no tienen nada que ver con la medicina, ni con la ciencia». Además recuerda el caso de un niño de 7 años que murió en Pesaro tras ser tratado con homeopatía una otitis que derivó en encefalitis. El médico fue suspendido y los padres condenados a tres meses de cárcel por negarse a que le fueran suministrados antibióticos a su hijo. Junto con el presidente del grupo sanitario «Lifenet Healthcare» lamenta que en Italia estos preparados se pueden deducir de la declaración de la renta. La fundación Gimbe estima que eso supone un derroche de 50 millones de euros en preparados homeopáticos. Se lamenta Burioni de que en un mundo dominado por la ciencia, la gente enloquece por ir a magos, echadores de cartas, quirománticos, astrólogos y curanderos. A estos personajes se dirigen cada día 33.000 italianos en busca de soluciones para sus problemas sentimentales, de salud, trabajo y familia. Y se gastan una fortuna: 4.500 millones de euros supone el negocio del ocultismo. «En el fondo —añade Burioni— la prescripción de una terapia homeopática es más similar a un horóscopo que a una receta médica».

Australia ha estudiado una posible prohibición de la venta de homeopatía en farmacias

PARTE 5. Consideraciones finales

El uso de la homeopatía es muy difícil de erradicar. Su existencia se explica como la de los videntes, los echadores de cartas, los curanderos, etc. que se aprovechan de la ignorancia de sus clientes. Los productos homeopáticos existen porque hay quienes se benefician de ello: las empresas fabricantes, los homeópatas y los boticarios (excepto los que regentan farmacias éticas). Hay que decir que muchos boticarios informan a los clientes de lo ineficaz de este tratamiento, pero lo dispensan. Otros colaboran en este negocio, anunciándolo de manera ostensible es sus boticas, a pesar de los casos en que resulta letal. A la vista de la legislación aplicable y los códigos deontológicos propios de la profesión farmacéutica, mientras no existan medicamentos* homeopáticos registrados y autorizados por la AEMPS, su prescripción y, por tanto, su dispensación en farmacias comunitarias no se ajusta a la legalidad vigente. Por otro lado, como estos productos carecen de eficacia, tampoco es ética su dispensación, ya que de hacerlo se contribuye a generar falsas expectativas de salud al paciente y, en muchos casos, a que éste abandone el tratamiento prescrito con fármacos eficaces y autorizados.

Los productos homeopáticos se venden porque

(1) Se anuncian como productos naturales (la NADA se ve que es muy natural) y eso goza de una fama inmerecida ya que muchos productos naturales son tóxicos. Por otra parte, en un texto editado por La Cátedra Boiron de Investigación, Docencia y Divulgación de la Homeopatía se dice que los productos homeopáticos "proceden de materias primas vegetales, animales, minerales o de síntesis." De modo que hay de todo, como en botica.

(2) Dicen que carecen de los efectos secundarios que pueden tener los medicamentos. Evidentemente la NADA no puede tener efectos secundarios (ni primarios), salvo que se use contra enfermedades graves, lo que puede matar al usuario si deja de utilizar los verdaderos remedios. En algún caso pueden contener impurezas tóxicas (como ocurre también en cualquier industria, pero hay que dejar constancia de ello porque cuando esas impurezas están presentes en un medicamento, los homeópatas se sienten injustamente felices). Así, la FDA analizó una serie de productos homeopáticos y los sometió a pruebas; los resultados revelaron una contaminación microbiológica desmesuradamente alta relacionada con el sistema de suministro de agua (único ingrediente de algunos de ellos) utilizado para la elaboración de los fármacos. Todos los productos industriales, medicamentos o no, son dañinos en determinadas condiciones o cantidades o para algunos pacientes; la Naturaleza es así y no podemos hacer nada para cambiarla. Lo natural es que cualquier cosa mate si se usa inapropiadamente o en cantidades superiores a las recomendadas; hasta el agua. Sin embargo, un fármaco usado bajo prescripción facultativa, tiene efectos curativos en la inmensa mayor parte de los casos y si se observa algún efecto negativo el médico debe saber como remediarlo.

(3) Los homeópatas atienden a los enfermos mucho mejor que los médicos, como ocurre en cualquier tipo de medicina privada y en cualquier negocio; forma parte de su filosofía: dicen que tratan al enfermo y no a la enfermedad: les dan conversación, resultan simpáticos, cercanos, familiares, lo que favorece el efecto placebo, único posible en esta terapia y, además, así mejora el negocio: fidelizan a los pacientes. Para los que esto sea esencial, e irrelevante la curación, está recomendado siempre que se tenga en cuenta lo que se dice en el punto anterior. Los verdaderos médicos se ven obligados a atender a muchos pacientes en un corto periodo de tiempo, no por su voluntad sino porque el Estado no invierte más en contratar más médicos y porque los pacientes que confían en la medicina científica son, afortunadamente, muchísimos más. A pesar de todo, curan realmente a muchísimos pacientes, cuando es posible y no cometen algún error lo que es inevitable en cualquier actividad humana,

(4) Se escudan en la garantía que ofrecen algunos homeópatas, por el hecho de ser médicos, y en que los expenden algunos boticarios sin prejuicios que no advierten de su inutilidad y riesgo

(5) Su uso está promovido por países poderosos como Francia o Alemania donde están las industrias más importantes de modo que gozan de una magnífica protección política, principalmente en la UE,

(6) Se trata de unas industrias donde la materia prima (la NADA) resulta muy barata y los gastos de investigación se limitan a subvencionar a los "científicos" que se prestan a hacer propaganda haciendo pseudoestudios sobre sus inútiles preparados. Los resultados se publican en revistas de poca monta en las que solo se publican remedios esotéricos. Por ello se trata de industrias en las que casi todo es beneficio. Contrasta con las enormes inversiones que realiza durante muchos años la industria farmacéutica para conseguir poner en el mercado un medicamento con el riesgo de que finalmente no sea todo lo efectivo que se esperaba o salga antes a la venta un producto mejor. Produce ternura el desparpajo de los homeópatas cuando critican a la industria farmacéutica por sus grandes beneficios. Casi tanta como en su empeño en criticar a la Ciencia, a los científicos y ¡al método científico! su bestia negra junto a los estudios de doble ciego.

(7) Se cree que los tratamientos homeopáticos son más baratos que los científicos. Sin embargo, un estudio comparativo durante 33 meses entre dos grupos de pacientes mostró que el tratamiento homeopático es más costoso que los hechos con medicinas y

(8) teniendo en cuenta que la Ciencia demuestra fehacientemente que los productos homeopáticos carecen de principio activo alguno y que la Ciencia nunca ha demostrado que los principios y métodos usados en homeopatía tengan base o eficacia alguna habrá que concluir que la homeopatía carece de valor terapéutico y se trata de un verdadero fraude.

*** 11/10/20

PROPUESTA

De acuerdo con todo lo anterior propongo que, para cumplir con el compromiso ético de los farmacéuticos de velar por la salud de sus clientes y hasta que llegue el necesario momento de la ilegalización de la venta de productos homeopáticos, los que todavía no han renunciado a ella entreguen al comprador un folleto indicándole que en esa farmacia, o en cualquier otra, los productos homeopáticos que adquiere no curan ninguna enfermedad y que le conviene consultar con su médico no homeópata para que le aconseje sobre la conveniencia de seguir ese tratamiento o no ya que puede irle la vida en ello.



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Para que el lector sepa de quienes hablamos ésta es una lista, por orden alfabético, de las empresas españolas más importantes que fabrican productos homeopáticos: B. BRAUN MEDICAL S.A.: Jaén; BOIRON SOCIEDAD IBÉRICA DE HOMEOPATÍA S.A.: Madrid; HELIOSAR SPAGYRICA S.L.: Toledo; HOMEOLAB S.L.: Madrid; IBÉRICA DE HOMEOPATÍA S.L.: Zaragoza; LABO´LIFE ESPAÑA S.A: Baleares; LABORATORIOS BIÓTICA S.L.L.: Sevilla; LABORATORIOS HOMEOPÁTICOS PRAXIS S.L.: Zaragoza; LABORATORIOS OVEJERO S.A.: León; LABORATORIOS RODAS S.A.: Valencia; LABORATORIOS TEGOR S.L.: Vizcaya; PHYTO ESP S.L.: Zaragoza; SORIA NATURAL S.A.: Soria. De los extranjeros destacan en Francia, Boiron; en Alemania, Heel y Dhu.

Algunas páginas en Internet informan ampliamente sobre diferentes aspectos de la homeopatía:

---La industria de la homeopatía: un ‘lobby’ de buen rollo

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* IMPORTANTE: DONDE ARRIBA DICE MEDICAMENTO HOMEOPÁTICO DEBE SUSTITUIRSE POR PRODUCTO HOMEOPÁTICO

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Aunque el siguiente artículo no cite a la homeopatía considero que lo que dice se refiere también a ella


CARTA ABIERTA A LOS IMBÉCILES.

Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.

El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:

1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.

2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.

3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.

Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente distinta a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.

Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.

Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.

Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.

Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.

Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.

Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.

Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.

No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.

Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando erais estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.

Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.

Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.

Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.

Firmado:

Médico del Servicio Andaluz de Salud.

Colegiado en Málaga 4787.

12 de agosto a las 13:26 ·

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Para que nadie pueda decir que no he tenido en cuenta la opinión de los partidarios de la homeopatía incluyo esta hermosa carta


PEDRO COSTA MORATA (1947) 02.04.2018

Premio Nacional de Medio Ambiente en 1998. Ingeniero técnico de Telecomunicación, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid. En 2011, encabezó la candidatura al Congreso de los Diputados en la lista de Izquierda Unida-Verdes de la Región de Murcia como independiente.

"Quiero aprovechar la ocasión que me brinda el conflicto surgido no hace mucho entre el Colegio de Médicos de Murcia y la Asociación Murciana de Homeopatía para definirme en defensa de la medicina natural, que incluye la homeopatía, y en desacuerdo con la burocratización e industrialización de la medicina: médicos, medicamentos, terapias e instituciones. Leí en su día la Némesis médica (1975), de Iván Illich que me sirvió de mucho, como todas sus obras y su propia vida, así como su enfrentamiento con la muerte; en esa obra, Illich incluía a la medicina como una de las grandes instituciones de control social, junto a la religión y el derecho. Al entrar en esta polémica apelo a los principios fisiológicos y psicológicos del ser humano, no siempre bien conocidos, y al análisis radical de la institución médico-medicinal.

Por todo esto, no entro en la crítica concreta de esas dos instituciones ni de sus prácticas o ideologías colectivas, que no conozco con la suficiencia necesaria. Lo que pretendo es una defensa del conocimiento no convencional y al mismo tiempo un cuestionamiento de las pretensiones de la ciencia cuando se hace exclusivista y se pretende intocable. Visto el revuelo ocasionado, las opiniones vertidas desde el establishment y la persistente polvareda que se levanta en todo el mundo que se considera desarrollado, quisiera favorecer el debate general, abierto y libre, para que –afrontando el poder de la ciencia institucional y su empeño en eliminar rivales– se pongan en evidencia las numerosas desviaciones que la medicina ha vivido desde hace siglos, y en especial desde el racionalismo del siglo XVII y sus excesos condenando ciertas sabidurías populares como brujería. Niego, por concretar, que las 'pseudociencias' a las que alude el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, XXXXXXXX representando, no a la Universidad murciana sino a la Academia de Ciencias de Murcia, «no tengan base fundamentada y consistente y, por tanto, su eficacia no está probada», ya que se trata de una aserción llamativamente osada y desprovista de lógica. Además, se equivoca cuando califica de 'tradicionales' a las ciencias estudiadas en las Facultades: en la polémica que nos ocupa, lo 0 'tradicional' que nos interesa reivindicar corresponde al conocimiento, más o menos ordenado, de lo que ha ido quedando fuera de las enseñanzas establecidas.

El conocimiento tradicional, pues, no incluye a la ciencia convencional –precisa, encorsetada, metódica– ni la necesita: es empiria (ensayo y error), producto de siglos de observación y experimentación, con resultados más que consolidados y paciente y contundente transmisión oral. En los ataques a la homeopatía se percibe una resistencia –y es verdad que algo forzada– a reconocer relaciones no percibidas en torno a la naturaleza y la psiquis humana? lo que constituye exhibición de ignorancia y espíritu acientífico. El caballero de Lamark viene en mi ayuda, en estos días de lectura apasionada del etólogo, ecólogo y ecologista militante Pierre Jouventin (L'homme, cet animal raté, 2016), para que nos recuerde que «el hombre es un ser de alguna forma incomprensible? que no llegará verdaderamente a conocerse hasta que la naturaleza misma no le sea conocida mejor».

Eso es, justamente, la sensación que nos asalta cuando contemplamos de cerca esas culturas marginales y su profunda imbricación en la naturaleza. ¡Cuánto mejor nos iría si tomáramos en serio la sabiduría las culturas indígenas supervivientes, o si al menos estudiáramos con lealtad la antropología que describe todo esto, sin temor a entrar en espacios que la ciencia rechaza pero que son sugerentes y capaces!

Y tampoco podemos negar que, al tiempo que menospreciamos y hasta condenamos esos saberes, desde nuestro lado 'desarrollado y desprejuiciado' se asiste a un inmenso saqueo, físico y moral, del patrimonio de otras culturas que han obtenido beneficios permanentes y consolidados del conocimiento botánico-medicinal y de su aplicación a dolencias y enfermedades. Este conocimiento, tan sólido y eficaz, ahora llamado etnobotánico, aun subyace en muchos murcianos y otros grupos humanos del mundo avanzado, aunque hayamos destrozado nuestra flora asistencial, disponible y a mano hasta el punto de que muchas veces bastaba con dar una vuelta a la casa –casas vivas, ahora abandonadas y en ruinas, entre huertos y bancales ahora requemados y perdidos– y recoger del suelo generoso lo que necesitábamos para aliviar afecciones ordinarias.

Los tiempos se han inclinado por la entrega a la medicina química, en curiosa mezcla de superstición y arrogancia cientificistas. La obsesión por la 'solución química', fría, expeditiva, facilona y tantas veces irresponsable, carcome a buena parte del estamento médico y de su cobertura, que es industrial y productivista. Y por eso se muestra incapaz de afrontar las bases y las raíces del malestar humano, algo mucho más comprometido y difícil que echar mano del prontuario o escuchar al mercader. E incluso se llega a confundir la 'medicina preventiva' con la 'medicación preventiva'.

Despreciar la vida y el mundo natural que nos rodean con su potencia protectora hacia los humanos, confiando más en los productos de laboratorios codiciosos, debiera incomodar a la multitud de profesionales negacionistas de esta medicina amable y contrastada, y sentirse obligados a usar mejor su intelecto y responder con más humanidad a las sabidurías no estandarizadas ni crematísticas.

Los diversos Colegios de titulados –a más de representar fieramente intereses corporativos no siempre fáciles de justificar por cuanto su objetivo y sus esfuerzos tienen que ver con la exclusividad y la avidez monopolístico-profesional (y no excluyo el mío, de profesionales de las Telecomunicaciones, al que pertenezco desde que acabé mi carrera), se enraízan en la deriva burocrática de la ciencia o la técnica institucionales, y por eso han de enfrentarse a frecuentes y bien fundados ataques desde diversas esquinas críticas de la sociedad, como el ecologismo y el naturismo."

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Todavía queda mucho camino que recorrer para erradicar la ignorancia mientras que sus adalides sean gentes cultivadas


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***19/10/20

Primer manifiesto internacional contra las pseudoterapias (las referencias que no están en castellano se pueden traducir fácilmente abriéndolas con Google Chrome)


Seamos claros: las pseudociencias matan. Y no solo eso, sino que son practicadas con impunidad gracias a leyes europeas que las protegen.

Matan a miles de personas, con nombres y apellidos. Como Francesco Bonifaz, de 7 años, a quien su médico le dio homeopatía en lugar de antibióticos. Murió en Italia [1]. Como Mario Rodríguez, de 21 años, que fue tratado con vitaminas para su cáncer. Murió en España [2]. Como Jacqueline Alderslade, de 55 años, cuyo homeópata le dijo que dejara su medicación para el asma. Murió en Irlanda [3]. Como Cameron Ayres, de 6 meses, cuyos padres no quisieron darle “medicina científica”. Murió en Inglaterra [4]. Como Victoria Waymouth, de 57 años, a ella le recetaron un medicamento homeopático para tratar sus problemas cardíacos. Murió en Francia [5]. Como Sofía Balyaykina, de 25 años, que tenía un cáncer curable con quimioterapia, pero le recomendaron un “tratamiento alternativo” de picaduras de mosquitos. Murió en Rusia [6]. Como Erling Møllehave, de 71 años, en su caso un acupuntor le atravesó su pecho con una aguja y dañó su pulmón. Murió en Dinamarca [7]. Como Michaela Jakubczyk-Eckert, de 40 años, cuyo terapéuta le recomendó la Nueva Medicina Germánica para tratar su cáncer de pecho. Murió en Alemania [8]. Como Sylvia Millecam, de 45 años, su sanadora de la Nueva Era le prometió curar su cáncer. Murió en los Países Bajos [9].

La directiva europea 2001/83/CE ha permitido —y aún permite— que cientos de miles de ciudadanos europeos sean engañados a diario [10]. Se les ha ofrecido a importantes lobbies la posibilidad de redefinir qué es un medicamento, y ahora venden azúcar a personas enfermas y les hacen creer que puede curarles o mejorar su salud. Esto ha ocasionado muertes, y lo seguirá haciendo, hasta que Europa admita una realidad indiscutible: el conocimiento científico no puede doblegarse ante los intereses económicos de unos cuantos, máxime si eso implica engañar a pacientes y vulnerar sus derechos.

Europa se enfrenta a otros problemas de salud pública muy serios. La medicalización excesiva de la población, la generación de bacterias multirresistentes o los problemas de financiación de los sistemas públicos de sanidad ya son demasiado graves como para añadir, además, la presencia de gurús, falsos médicos o incluso médicos titulados que dicen poder curar el cáncer (o cualquier otra enfermedad) manipulando chakras, comiendo azúcar o aplicando “frecuencias cuánticas”. Europa no solo debe detener el fomento de la homeopatía, sino que debe luchar de forma activa por erradicar las estafas de salud pública que implican las más de 150 pseudoterapias presentes en nuestro territorio. La vida de miles de ciudadanos depende de ello. De hecho, según estudios recientes [11], el 25.9% de los europeos han utilizado pseudoterapias en el último año, es decir, 192 millones de pacientes engañados.

Existe la creencia de que hay un conflicto entre la libertad de elección de un tratamiento médico y la eliminación de pseudoterapias, pero no es cierto. Según el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a la asistencia médica. Mentir a los enfermos para venderles productos inservibles que pueden matarlos incumple el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz sobre su salud. Así que, aunque un ciudadano tiene derecho a renunciar a un tratamiento médico estando correctamente informado, también es cierto que nadie tiene derecho a mentirle para obtener lucro económico a costa de su vida. Solo en un mundo donde consideráramos que mentir a un enfermo para obtener su dinero fuera ético, podríamos permitir que se siguiera vendiendo homeopatía —o cualquier otra pseudoterapia— a los ciudadanos.

El peligro de las pseudociencias no solo está en la sustitución de tratamientos efectivos por otros engañosos. Además, existe un obvio retraso en la atención terapéutica en todos aquellos enfermos que, ante los primeros signos de una enfermedad, reciben productos falsos en lugar de medicamentos. Muchas veces, cuando llegan a la medicina, ya es demasiado tarde. También, varias de estas prácticas tienen efectos graves por sí mismas y pueden producir daños, e incluso la muerte, debido a sus efectos secundarios.

Muchos pseudoterapeutas argumentan que las prácticas de “la otra medicina” también tienen efectos secundarios, y es verdad. Pero la diferencia es que las pseudoterapias no pueden curar o mejorar una enfermedad, asumiendo el paciente un riesgo a cambio de promesas que, con todo el peso de la evidencia científica, son un engaño. Mentir a un enfermo no es otro tipo de medicina, es mentir a un enfermo.

Cada país tiene que enfrentarse al problema de las pseudoterapias a su modo. Sin embargo, no es admisible que las leyes europeas amparen la tergiversación de la realidad científica para que miles de ciudadanos sean engañados, e incluso mueran.

Así pues, los firmantes de este manifiesto declaran que:

1. El conocimiento científico es incompatible con los postulados de las pseudoterapias, como el caso de la homeopatía.

2. Las leyes europeas que protegen y amparan la homeopatía son inadmisibles en una sociedad científico-tecnológica que respeta el derecho de los pacientes a no ser engañados.

3. La homeopatía es la pseudoterapia más conocida, pero no es la única, ni tampoco la más peligrosa. Otras como la acupuntura, el reiki, la Nueva Medicina Germánica, el biomagnetismo, la iridología, la terapia ortomolecular y un largo etcétera, están ganando terreno y causando víctimas.

4. Hay que tomar medidas para frenar las pseudoterapias porque no son inocuas y producen miles de afectados.

5. Europa debe trabajar en la dirección de crear leyes que ayuden a detener este problema.

No es coherente que desde Europa se eleve la preocupación por el fenómeno de la desinformación y a la vez se ampare uno de sus tipos más peligrosos: la desinformación en temas de salud. Por todo ello, las personas que firman este manifiesto animan a los gobiernos de los países a los que pertenecen a poner fin a un problema que utiliza falsamente el nombre de la ciencia y que ya le ha costado la vida a demasiada gente.