Siempre me gustó la música, desde pequeña me sentía atraída a ella. Amaba cantar, hacer ritmos con mi boca, o imaginar que tocaba algún tipo de instrumento.
Cuando tuve la edad suficiente (Aproximadamente a los 6 años) comencé a crear mi camino en la música. Aprendí a tocar violín.
Estuve al menos tres años enfocándome en aprender solo un instrumento mientras aprendía algo de música en la escuela (como leer partituras, lo básico de teoría musical y algunas cosas teóricas de otros instrumentos) y luego decidí ampliar un poco mi conocimiento, pues aprendí a tocar flauta dulce, zampoña y xilófono.
Lamentablemente decidí dejar el violín por un tiempo.
Me mantuve así por dos años hasta que a los 12 años conocí a un profesor que quiso sacar a la luz mi potencial. Me enseñó lo básico de guitarra, charango y piano. También me ayudó a reforzar la lectura, la teoría y el oído.
Ese mismo año me instó a volver a tomar clases de violín, por lo que me pasó su propio violín con tal de que le pusiera todo el empeño posible.
Esos años fueron entretenidos y claramente me hicieron crecer como persona y como músico. Me llevó a dar conciertos a otras escuelas con tal de que venciera el miedo y la timidez, me hizo dar mini conciertos en el colegio, tratando de no dejar ninguna área del arte fuera, pues hicimos presentaciones que implicaban cantar, bailar, participar en una banda, dirigir un coro, dirigir un "desfile de circo", mostrar arte y colores, teatro, incluso dar clases básicas de música a niños de 7 años. Esto marcó un antes y un después en mi vida.
Cuando se acercaba cada vez más el final de mis estudios en la media y con ello la decisión de qué estudiar en el futuro, fueron todas esas cosas que aprendí las que me llevaron a decidir finalmente por licenciatura en música. Además de eso, aquel profesor que realmente ejerció su profesión, estudió la misma carrera en la misma universidad en la que he decidido guiar mi camino hacia un músico mejor y una persona mejor.