Cuando estamos pequeños queremos crecer rápido, pero a medida que el tiempo pasa y vemos que personas que queremos se nos van, amigos que jamás pensamos perder ya no están, ahí en ese instante nos arrepentimos de haber crecido y que el tiempo pasara tan rápido.
01 de agosto del año 2004, apenas eran las 3 de la mañana cuando nací, fui el orgullo de mis padres y de muchos familiares, a medida que iba creciendo iba entendiendo mejor las cosas que me decían, había otras que no, como ir al colegio, osea para que las personas iban al colegio si se podían quedar en la casa jugando y siendo feliz, mis primeros días en el colegio fueron tensos ya que apenas entre, me quería ir, pero solo fue cuestión de adaptarme, los días de pesadilla por ir al colegio se convirtieron en días increíbles, conocí amigos que jamás voy a olvidar, compartimos muchas cosas buenas y jugamos hasta ya no poder más. A medida que fuimos creciendo fuimos experimentando más y más cosas, por parte de mi vida familiar todo era excelente todos nos llevábamos bien. Siguieron pasando los años y llegaron los sueños, esos sueños que todos tenemos cuando somos niños, los cuales nos hacen felices, el mío era llegar a ser un jugador de futbol profesional y jugar en muchos estadios repletos de gente, mis amigos también querían serlo y cuando jugábamos un partido en el colegio, nos imaginábamos en un estadio como jugadores profesionales.
Me gustaba estar con mi familia teníamos adversidades como cualquier otra, pero sabíamos salir de todas ellas, mi hermana vivía con mis abuelos me la llevaba bien con ella, compartíamos mucho y nos contábamos varias cosas.
En ese entonces solo vivía de imaginación y de sueños como cualquier niño, no había preocupaciones ni conflictos, el mayor conflicto que podamos tener cuando somos niños es que nos den de comer algo que no nos guste o no nos dejen ver nuestro programa favorito.
Los años pasan rápido y algunos de mis compañeros seguíamos estudiando juntos terminamos la primaria y estábamos muy entusiasmados por entrar a la secundaria, queríamos vivir nuevas experiencias y conocer a gente nueva, vivía cerca de mi colegio, pero por cuestiones de la vida nos mudamos mucho más lejos, aun así, seguí estudiando allí. No puedo negar que era interesante vivir una nueva etapa de mi vida en otra casa y pues tenía razón porque allí conocí amistades geniales. También jugábamos futbol, llego una etapa que no parábamos de jugar ni un día y claro estando niños se pueden jugar 3 partidos seguidos que no hay preocupaciones de cansarse, éramos muy buenos ganábamos casi siempre por no decir que siempre, hasta las personas mayores nos admiraban. Hubo partidos muy buenos otros regulares y unas cuantas peleas, pero la ley de todo jugador es: lo que pasa en la cancha se queda en la cancha.
Las 3 partes de mi vida se topaban muy bien, por parte de la familia siempre fue muy unida, donde vivía ni de hablar, todo era risas y momentos buenos y por la parte del colegio igual, ya habíamos entrado a secundaria y hasta el momento todo iba de maravillas. Jamás llegamos a pensar que momentos tan buenos se podrían acabar, pero la realidad de la vida es que en un abrir y cerrar de ojos todo se nos acaba. Todos crecimos y ya no nos impresionaban las mismas cosas, los juegos como las escondidas, metras y cosas así habían pasado a la historia de nuestra infancia. Ahora buscábamos cosas más serias, ya éramos “maduros” o bueno lo llamábamos así, algunos se empezaron a enamorar, es como esos enamoramientos bonitos que no tienen ninguna maldad.
El tiempo pasaba y cada uno se mentalizaba en otras cosas, ya los sueños no eran los mismos, todos nos enfocábamos más en la realidad. En el lugar donde vivía todos vivíamos muy cerca, era muy fácil encontrarnos y hablar, no era lo mismo de antes ahora hablábamos de cosas importantes como nuestras proyecciones en la vida, algunos ya entraban en la universidad y otros terminaban su secundaria y no se me podría olvidar de lo que más hablábamos, de nuestro amado equipo, tratábamos de no perdernos ni un partido y cuando había la posibilidad de ir al estadio a apoyarlo no lo dudábamos ni un segundo. En mi salón éramos muy buenos estudiantes, nos iba bien en todo menos en comportamiento, claro no hay que negar que las risas jamás faltaron ni tampoco unas que otras anotaciones en el observador.
La vida a veces es injusta o no entendemos los designios de Dios, lo que si pude aceptar es que hay dolores físicos, mentales, pero también dolores del alma. Esos dolores que uno jamás quisiera sentir, pero por cuestiones de la vida pasan, pensar en ese momento todavía duele, pensar en la persona que ya no está eh imaginar que jamás la volveremos a ver nos destroza el alma. Todo puede estar de mil colores en nuestra vida y de un momento a otro todo se vuelve oscuridad y tinieblas, el día más triste de mi vida fue el momento de decirle adiós a mi nona, no sé si duele no haberle dado un último abrazo, no sé si lo que de verdad duele es no haber hecho cosas que la hubiesen hecho feliz o el simple hecho de saber que jamás la volvería a ver. No quería llorar o solo no quería que me vieran hacerlo, es como la dignidad que creemos tener, pero no pude resistirme hacerlo.
A principios del año 2020 se rumoraba la llegada de un virus mortal a nuestro país, pero muchos no creímos que fuese tan real, mis amigos decían que quizás se acabaría rápido o que ni llegaría a nosotros, pero desafortunadamente el virus se apodero del mundo. Nos dieron una semana de descanso y todos estábamos contentos pero lo que no sabíamos es que era el comienzo de una nueva era. Las semanas pasaron y empezó el virus hacer sus tragedias, era como una película de terror que jamás alguien hubiese visto. Nadie podía salir de sus casas, los hospitales no aguantaban más por la cantidad de gente que entraba, los cementerios colapsaron y cosas que si no las hubiésemos vivido jamás las imaginaríamos, extrañaba ir al colegio con mis amigos, extrañaba jugar futbol con mis amigos, sentarnos hablar de la vida como lo hacíamos antes, pero ni modo tocaba esperar a que este virus se fuera de nosotros. En los colegios dieron métodos para no seguir perdiendo clase y adelantar el año escolar, empezamos a ver clases virtuales, la mayoría no estábamos satisfechos y lo único que deseábamos era vernos abrazarnos y estar un instante juntos. Muchos perdimos seres queridos por este virus, pero teníamos esperanzas que algún día que en algún momento íbamos a despertar y que toda esta tragedia terminara de una vez por todas.
Comenzamos este año y las cosas cambiaron un poco, mis amigos y yo empezamos a ir a fiestas y a conocer cosas nuevas, la pasábamos increíble, éramos el alma de cualquier fiesta a la que íbamos. Todos los lugares que cerraron por causa del virus reabrieron, restaurantes, canchas, uno que otro colegio, discotecas y muchos lugares más. Por motivos de la vida no pude seguir estudiando en el colegio, en el mismo colegio donde había estudiado toda mi vida, donde había vivido momentos geniales, donde le tenía que decir adiós a mis compañeros a mis amigos de infancia. Crearon la vacuna para este virus, muchas personas estaban de acuerdo como había otras que no, comencé a estudiar en un nuevo colegio, conocí cosas nuevas y nuevos compañeros. Mis papas me apoyaban en todo eran son y siempre serán mis mayores héroes, cuando niño pensamos que la vida es fácil y que todo es maravilloso, pero a medida que uno crece se va dando cuenta que no es así, los problemas llegan ya no le divierten ciertas cosas que antes si, todo es tan diferente como no lo imaginamos. Con mis amigos hablamos mucho de esas cosas nos sentamos en la noche hablar, solo hablar y a imaginarnos nuestro futuro, que será de nosotros el día de mañana. Mi familia me enseñó a respetar al que se lo merecía, a hablar cuando se debía y a no discutir cuando no es necesario. Les agradezco mucho ya que eso me ha servido mucho en la vida y sé que me va servir siempre. No sabemos cuánto tiempo duremos en este mundo ni cuantas cosas puedan pasar, pero lo que si se, es que la vida hay que saberla disfrutar porque no sabemos cuál sea nuestro último día.