Todo comenzó un lunes, 15 de agosto, una tarde en 2015, me encontraba en casa sola, no tenía nada que hacer ni con qué distraerme, decidí salir un rato al parque, era mi única opción, en el camino, me topé con Daniela, una de mis mejores amistades, teníamos muchos años de conocernos, desde los seis años, conocía a toda su familia ya que convivía mucho con mi amiga, pero ese día iba con un primo que nunca en mi vida lo había visto, muy apuesto, demasiado, era el hombre más simpático que había visto, me causó curiosidad conocerlo y también intriga porque nunca había escuchado de él, Daniela me llamó, a mi suerte, quería presentarme a su primo, fue el momento más vigoroso, su nombre era Sebastián, recuerdo este momento como si hubiese Sido hace poco, Sebastián , un joven de cabello rubio, ojos claros, de estatura alta, robusto, se notó mi interés por él al instante, al igual que el interés de él por mí, una sensación hacia él muy particular, nunca la había sentido antes, estuvimos sentados esa tarde en el parque hasta que oscureciera, conocí mucho de él y de su familia, no vivía en el país, por eso no sabía nada sobre él, una persona muy interesante, lo poco que conocí, se veía que era todo ese tipo de hombre que quisiéramos tener todas las mujeres, su encanto me atrapó, Sebastián iba cada tarde con Daniela, su prima, al parque, al igual yo, sabía a la hora exacta que iban ellos y yo también salía, cada vez mi interés por Sebastián crecía más y más, quería conocerlo totalmente, quería saber cuáles eran sus virtudes y sus defectos, quería que se enamorara de mi, así como yo lo estaba de él.
Pasaron dos meses, ya estaba perdida por él, soñaba con tener una familia con él, no podíamos ser más que amigos ya que mis papás no me dejaban tener un novio, decían que estaba muy joven para eso, que me preocupara por otras cosas, para ese entonces tenía 14 años, todo el tiempo que estuve saliendo al parque era sin permiso de mis papás ya que no me dejaban salir, aprovechaba que ellos trabajaban para hacerlo, mis papás eran muy estrictos, si me veían saliendo me iban a dar un castigo horrible, una semana después mi mamá quedó sin trabajo, la empresa a la que trabajaba quebró, también decidieron que mi mamá ya no trabajaría más, que se dedicaría a su hogar, estaba triste y alegre a la vez, no vería a Sebastián por las tardes, pero feliz porque pasaría más tiempo con mi mamá, intenté comentarle a mi mamá de mi amistad con Sebastián , a lo que ella se negó rotundamente, me dijo que a esa edad lo que los jóvenes querían era divertirse con las mujeres, yo sabía que no era así, Sebastián no era ese tipo de hombre, sentía que lo conocía muy bien como para que fuera así, sabía que Sebastián iba a quedarse aquí por mucho tiempo, así que estudiaría en este país ahora, tenía clases al día siguiente, nuevamente la suerte estaba conmigo, Sebastián ingresó a estudiar en el mismo colegio en dónde estudiábamos Daniela y yo, no sabía por qué Daniela no me lo había dicho, pero eso no me importó, estaba feliz porque lo seguiría viendo, Sebastián era dos año mayor que yo, así que iría dos año más adelantado, nos veíamos todos los recreos, sentía que estaba en la mejor etapa de mi vida, era realmente feliz, a pesar de que no lo pudiera ver también en las tardes, si no estaría muchísimo más feliz, seguía insistiéndole a mi mamá de mi amistad con él, pero seguía sin aceptar, poco tiempo después Daniela se enfermó, dejó de ir por un tiempo a clases, así que en los recesos estábamos solo Sebastián y yo, cada vez que estaba sola con él me sentía muy nerviosa, se me cortaba la voz y la respiración al hablar, él se daba cuenta que estaba muy nerviosa y me decía que me calmara, que yo también provocaba lo mismo en él, que no era sólo yo la que me colocaba así, no entendía como una persona podía hacer que mi felicidad fuera tan grande, ese mismo día pedí permiso para que a visitar a Daniela , la escuela donde estudiaba quedaba a algunas cuadras de la casa de Daniela, así que me fui caminando con Sebastián , era sorprendente lo bien que nos llevábamos, era una conexión muy grande, al llegar allí, estaban los papás de él, moría de vergüenza al estar ahí, pero eran unas personas muy agradables y nobles, Daniela ya se encontraba mucho mejor, así que pronto volvería a estudiar, ese día la pasé muy bien, hasta el momento era uno de los mejores días que había tenido en mi vida, al llegar a casa estaban mis papás sentados en la mesa, con una cara de preocupación muy grande mi papá también había perdido su empleo, nunca supe por qué fue, lo único que sabía era que nos teníamos que mudar a donde mi tía Claudia, era a dos horas de camino de dónde vivíamos, ese día sentí que me arrancaron algo de mí, me quitaron mi felicidad, ahora sí ya no podría ver a Sebastián, no sabía cómo explicárselo y tampoco sabía si le iba a afectar de la misma manera que a mí, al día siguiente era mi última oportunidad de verlo, lastimosamente no fue a la escuela, no sabía que había pasado con él, no sabía por qué no había ido, él nunca faltaba, me destrozó el corazón no verlo, y ahora? Cómo me iba a despedir? Cómo iba a decirle que era la última vez que lo iba a ver? Que estaba perdidamente enamorada de él? Todas esas preguntas pasaban por mi cabeza y no tenía respuesta alguna, no me pude concentrar en la clase pensando en eso, en él, en nosotros, decidí ir a la casa de él después de salir de clases, sabía el regaño que me esperaba, pero iba a valer mucho la pena, por despedirme iba a soportar cualquier cosa, llegue a la casa de él para encontrarme con una de las peores noticias, Daniela , la persona que conocía desde muy niña había acabado de morir, no sabía cómo reaccionar, estaba muy sorprendida con la noticia, nunca me imaginé que eso fuera a pasar, no era una enfermedad tan grave, solo parecía una gripa, estaba demasiado confundida, no podio hablar bien con Sebastián , no sabía cómo decirle que me iba a otro lugar, no sabía cómo lo iba a tomar él, no me quería ir yo tampoco, quería al menos despedir a mí amiga, pero sabía que si se lo comentaba a mis papás no iban a aceptar, no les iba a importar, cuando llegó el momento de hablar con Sebastián sobre el tema, no sabía cómo decirle, ni yo me quería ir, veía lo destrozado que estaba él, no sabía si mi noticia le iba a causar más dolor o no le iba a importar, al final le dije que me iba, me dijo que no lo dejara solo, que necesitaba de mí, de mi compañía, que su prima le iba a hacer mucha falta y yo podía darle ánimos y felicidad, esas fueron las mejores palabras que había escuchado en mi vida, a pesar de lo triste que estaba, me alegraron demasiado, cuando vi la hora, era demasiado tarde, mis papás debían estar muy enojados, y estaba oscuro, Sebastián dijo que me acompañaría y no me permitió negarme, cuando llegamos a casa mis papás pensaron lo peor, dijeron que yo me había escapado con él y mi mamá me dijo que ella ya me lo había advertido, que todos los jóvenes querían lo mismo y como yo era tan tonta dejé que de aprovecharan de mi, al día siguiente nos fuimos, no me dejaron explicar lo que pasó, ni entendieron el dolor que sentía, cuando llegamos a casa de mi tía me castigaron, me dijeron que no iba a estudiar más primero porque no tenían el dinero suficiente y segundo porque no me podían dejar sola, me mantuvieron como una presa, nunca me dejaron llamar a Sebastián, no me dejaban sola, cada día que pasé en ese martirio pensaba en él, en que algún día volvería a verlo, soñaba con ver esos ojos claros con los que estaba perdida, mis papás consiguieron trabajo, no ganaban lo mismo que antes, no teníamos las mismas comodidades, pero ya estábamos mejor, no hallaba el momento en que mis papás ya tuvieran el dinero suficiente para irnos a dónde vivíamos, a pesar de que pasaba el tiempo, nunca me dejaron salir, me mantenían como a un perrito, al que no se le podía soltar la correa porque iba a salir corriendo, lo único que aún me mantenía feliz era pensar en Sebastián, ya dudaba en sí él todavía me quería.
Pasaron dos meses más, ese medio año que vivimos allí se me hizo eterno, por fin regresaríamos, las cosas iban a estar como antes, mis papás iban a trabajar los dos entonces podría salir, en eso pensaba siempre, lo volvería a ver, por fin, después de tanto tiempo, esa mañana en el camino del viaje no deje de pensar en que lo volvería a ver, en sí había cambiado, en sí tendría esa misma sonrisa al verme así como desde la primera vez que nos vimos.
A la casa en la que nos mudamos era mucho más cerca de la casa de él que la anterior, pensaba en que lo vería pasar, nos podríamos ir juntos a la escuela, podríamos hablar más, y quizá mis papás lo aceptarían, creí que el mundo iba a ser color de rosas con el regreso, pensé en lo mejor que me podría pasar. Así fue, cuando la vi sentí que algo volvió a mi, sentí que volvía mi alegría, mis ganas de vivir en ese entonces, mi felicidad hecha persona, a pesar de que solo lo vi pasar, pensaba en cuando le volviera a hablar, cuando lo saludara y le dijera que volví. Al día siguiente en la mañana mis papás se fueron a trabajar, y aproveché mi tiempo para ir a su casa, cuando lo vi, corrí hacia él, quería abrazarlo, quería decirle lo mucho que lo extrañé, que nunca deje de pensar en él, él me miró con cara de sorpresa, no creía que estuviera ahí, me dijo que me había extrañado mucho, que siempre esperó mi llamada, le comenté todo lo que pasó, le dije que mis papás no me lo permitieron, que me prohibieron muchas cosas, pero que aún así no me olvidé de él, él me confesó que estaba enamorado de mí, que quería estar conmigo antes cualquier cosa, que todo esté tiempo se pudo dar cuenta de lo mucho que me quería. Me sentí en las nubes. Jamás me habían dicho ese tipo de cosas, ese es y fue mi amor más profundo, vivimos un amor oscuro, lleno de adversidades, estuvimos mucho tiempo a escondidas, 8 años para ser exacta, después de tanto tiempo mis papás se dieron cuenta que yo también merecía hacer mi vida con base a mi felicidad, fue muy, muy feliz. Nos casamos,. acabo nuestra hermosa historia de amor la verdad me hace falta mucho por contarles, pero quizá sea para otro momento, solo querían que tuvieran idea de cómo se siente el amor verdadero.