Historia

Una Razón Para Seguir

Cuando tenía 5 años empecé a tener incomodidad a la hora de comer; era un pequeño fastidio que la mayoría del tiempo no me impedía realizar mis actividades comunes, tal vez en mi mente de niña, era algo que no tenía importancia. Con el tiempo me molestaba al momento de pasar la comida, he incluso tomar agua, pero de igual manera no le di importancia. Llegué a bajar de peso y fue algo que mis padres notaron, me llevaron al médico y dijo que tenía las amígdalas inflamadas, me dio unos medicamentos y me fui para mi casa. El tratamiento sirvió pero momentáneamente, se me quito el malestar y podía comer más tranquila, hasta que comencé con mucho dolor de garganta y realmente no fue algo que se hiciera raro porque me enfermaba constantemente de gripas o alergias, por lo que me dieron de nuevo medicamento y pensaron que con el tiempo se me pasaría, pero no fue así, con el tiempo empeoré; me daba mucha fiebre, el dolor de garganta era más fuerte. Retomé el tratamiento de antes porque era el que me había ayudado y volvió a servir, pero de igual manera fue momentáneo, duraba unos 4 meses bien y volvía y recaía, e incluso peor que antes, con más malestares para comer, mucho más dolor de garganta y por lo poco que podía comer el cansancio era algo de todo el tiempo; la fiebre era muy alta y llegó un punto en el que los medicamentos no servían de nada. En ese momento mis padres comenzaron a buscar alguna respuesta en muchos médicos alguna solución o algo que me ayudara a mejorar, incluso visitaron curanderos esperando hallar algo que me mejorara pero nada surgió.

Pasó el tiempo y era muy notorio que estaba empeorando y que todas las cosas que trataban no ayudaban en nada, baje mucho peso, no comía nada y estaba teniendo principios de anemia, por lo que me tenían que poner sueros constantemente. En esos días un tío de mi papá le dijo que tenía un amigo que era especialista y nos podría ayudar, su amigo me revisó y después de esto dijo que mis amígdalas estaban demasiado inflamadas igual que mis adenoides estas estaban creciendo mucho y se estaban ramificando con mi garganta, según es algo que pasa uno en un millón y que deberían agradecer que seguía con vida ya que era algo impresionante.

A causa de esto tenia infecciones seguido y tenía que vivir medicada, llego un punto en el que no podía comer alimentos sólidos y todo lo que ingería eran batidos, mi garganta se está cerrando y llego un punto en el que respirar era casi imposible igual pasar cualquier alimento. El medico nos recomendó que viajáramos a Bucaramanga a buscar algún experto que pudiera tratarme ya que tenían médicos especializados en esos temas y nos recomendó a un doctor en específico que conocía ya de mi caso y se ofreció a ayudarnos. Teníamos q llegar y preguntar por él, y así fue, viajé junto con mi mama y nos hospedamos en un hotel. Al día siguiente de esto fuimos al hospital y preguntamos por el médico, me paso a consulta y llegó a la misma conclusión que el otro médico, mis amígdalas y adenoides estaban creciendo mucho y ramificándose con mi garganta, por lo que esta se estaba cerrando y en algún punto iba a estar totalmente cerrada, no iba a poner comer nada por lo que teníamos que intervenir de inmediato.

La cirugía podía ser interna o externa la diferencia de ambas, omitiendo el nivel de dificultad, era la cicatriz a la hora de recuperarme; si la cirugía era interna no iba a tener ningún tipo de marca por esta misma, pero si al contrario, el procedimiento lo hacían externo, me quedaría una extensa cicatriz. Mis padres decidieron que fuera interno para no dejar ningún tipo de marca, aunque esto fuera un poco más complejo y costoso no querían que tuviera una cicatriz tan notoria de por vida. Después de decidir esto me pasaron a cirugía y la verdad desconozco cuanto duro el procedimiento, solo sé que duro bastante tiempo, mi mamá me esperó desde que inicio la cirugía hasta que finalizó, no me quiero imaginar el nivel de su angustia. Cuando todo terminó la hicieron pasar a donde me encontraba, me cuenta q el nivel de inflamación era tanta que casi no me puede reconocer, lo hizo fue por un lunar en mi abdomen que es muy notorio.

A mi mamá le dijeron que no podría hablar porque en la cirugía habían lastimado mis cuerdas vocales, fue algo q le afectó demasiado.

El proceso de curación fue muy cansado, no hay mucho que recuerde de eso realmente ya q estaba muy pequeña, pero algo que si recuerdo es el dolor tan insoportable a la hora de comer o tratar de hablar, me daba mucha impotencia no poder hacerlo por lo que contantemente trataba y lo logré. El doctor que estaba pendiente de mi curación no se explicaba cómo era posible y me empezó a llamar milagrito de la vida, creo que hasta algo de afecto me tomo. Pasados 3 meses pude volver a Cúcuta y seguir con mi vida con normalidad.

En la actualidad cuando siento que debería darme por vencida o me siento desmotivada pienso en que si sigo aquí después de algo como eso es porque el universo depara algo para mí y que sería muy ridículo rendirme después de haber podido sobrevivir a eso, es una motivación para seguir adelante.