ÁNGELUS Y ORACIONES MARIANAS

Ángelus

El ángel del Señor anunció a María.

Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

Dios te salve, María...

He aquí la esclava del Señor.

Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María...

Y el Verbo de Dios se hizo carne.

Y habitó entre nosotros.

Dios te salve, María...

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos

Oh Padre, Infunde en nuestra alma tu gracia. Tú, que en la anunciación del Ángel nos has revelado la encarnación de tu Hijo, por su pasión y su cruz condúcenos a la gloria de la resurrección. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.


Regina Coeli (SOLO PARA EL TIEMPO PASCUAL)

Reina del cielo alégrate; aleluya.

Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.

Ha resucitado según su palabra; aleluya.

Ruega al Señor por nosotros; aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.

Oremos

Oh Dios, que en la gloriosa resurrección de tu Hijo has devuelto la alegría al mundo entero, por intercesión de la Virgen María, concédenos disfrutar de la alegría de la vida eterna. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.



ORACIONES MARIANAS

Ave María

Dios te salve, María,

llena eres de gracia;

el Señor es contigo.

Bendita Tú eres

entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén


Salve Regina

Dios te salve, Reina

y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra;

Dios te salve.

A ti llamamos

los desterrados hijos de Eva;

a ti suspiramos, gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros esos tus ojos

misericordiosos;

y después de este destierro,

muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

¡Oh, clementísima, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!


Bendita Sea Tu Pureza

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Consagración a la Santísima Virgen María

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía!

Yo me ofrezco enteramente a tí,

en prueba de mi filial afecto

te consagro en este día:

mis ojos, mis oídos, mi lengua,

mi corazón, en una palabra,

todo mi ser.

Ya que soy todo(a) tuyo (a)

¡Oh Madre de bondad!

Guárdame y defiéndeme

y utilízame con instrumento

y posesión tuya. Amén.


Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien, líbranos de todo peligro,

¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita.


Acordaos

Acordaos,

oh piadosísima Virgen María,

que jamás se ha oído decir

que ninguno de los que han acudido

a tu protección,

implorando tu asistencia

y reclamando tu socorro,

haya sido abandonado de ti.

Animado con esta confianza,

a ti también acudo, oh Madre,

Virgen de las vírgenes,

y aunque gimiendo

bajo el peso de mis pecados,

me atrevo a comparecer

ante tu presencia soberana.

No deseches mis humildes súplicas,

oh Madre del Verbo divino,

antes bien, escúchalas

y acógelas benignamente. Amén


Magnificat

Proclama mi alma

la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador;

porque ha mirado la humillación

de su esclava.

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho

obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.