Los que hemos muerto
Sin que nadie se enterara
Los que acariciamos la calva del cóndor
Los olvidados
Es urgente un decreto
Un mármol blanco hasta la nieve
Con letras negras
Secretas e imposibles
Que diga que aquí estuvieron
Que se recuerden los prodigios
A quién se lo pudo ocurrir
Reinventar a la ser humana
Había que tener la cabeza llena de imposibles
Venir de raigambre abandonada
Los atorrantes
Las fracasadas
Los inútiles
Disconformes
Las marginadas
Voy a exceptuar la flojera
Dijimos que la muerte no existe
Se retiró indignada
Fue a lloriquear con los curas
Pero no teníamos paciencia
Ni modales
Y nos dio lo mismo
A nosotros no nos venían con cosas
Desatamos las células
Se desparramaron felices
Iluminaron la piel de lo posible
Levantamos al placer que había sido derrocado
Hasta leíamos poesías nuevas en las calles
Modificamos los sustantivos
Los adjetivos eran agua
Daban vida
Asustamos las tormentas
Les robamos un rayo de luz
Nadie sabe lo cerca que estuvimos
Aunque no sepamos de qué ni de dónde
Pero no tuvimos tiempo
Nos fuimos desprendiendo de a poco
Ahora ya no hay ruedas ni ejes
Pero no alcanzamos
Fracasamos
Nos convertimos en levedad invisible
Eso sucede con los desprendimientos
Soltar nuestra historia
Guardarla en cajones santos
Hoy celebramos el silencio
Agrietamos rocas de solo mirarlas
Quienes piensan que ya no estamos
Les aviso
Somo sueños verdaderos
Promesas de pasos nuevos
Hace ya tiempo que aceptamos el destierro
Y armamos otra fiesta
Seguimos disfrutando
Andamos echados por los parques
A punta de conversas
Con una nueva amiga
Con la última ilusión en nuestras mesas
Felices con la muerte a nuestro lado.