Áreas de interés
Áreas de interés
Fundamentales para conocer el estado de conservación de las especies, básico para definir prioridades y medidas para su conservación y gestión, detectar declives poblacionales, etc.
Los perros eco-detectores son capaces de encontrar sus indicios con más efectividad que los humanos, por lo que son una inestimable ayuda para el estudio del estado de las poblaciones silvestres.
La detección y alerta temprana es un componente clave para la prevención y el manejo de especies exóticas invasoras recién llegadas o que expanden su área de distribución a zonas sensibles a su presencia. El empleo de perros eco-detectores es un gran avance en la gestión eficaz de las EEI, no solo para el estudio de la evolución de sus poblaciones, sino como elemento clave en los programas de alerta temprana y en la detección de especies crípticas.
Aprovechar las energías no está exento de impacto ambiental. Los impactos generados sobre la avifauna y los quirópteros, principalmente, debe ser estudiado y evaluado a fin de minimizarlo en la medida de lo posible.
Los perros eco-detectores disminuyen el esfuerzo y maximizan la eficacia de los muestreos, imprescindibles para evaluar el impacto real generado por estas infraestructuras.
El campo de la bioseguridad está en auge, siendo indispensable establecer protocolos, tecnologías y prácticas para evitar el riesgo para la salud y el medioambiente derivado de la exposición a agentes biológicos causantes de enfermedades infecciosas, tóxicas o alergias. La eco-detección ya ha sido empleada con éxito en otros países, destacando como una metodología de elevada eficacia en este campo.
El uso ilegal de cebos envenenados es un problema muy relevante para la conservación de nuestra fauna, afectando especialmente a especies amenazadas o en peligro.
Los perros eco-detectores son una inestimable ayuda para poder encontrar estas trampas mortales, y eliminarlas del medio natural.
Multitud de semillas, animales y/o patógenos, llegan como polizones de mercancías, ya sea de forma intencional como accidentalmente. Detectarlos in situ en controles fronterizos o barreras zoo-fitosanitarias es clave para evitar futuros daños a la economía y proteger la salud, no solo humana, sino también animal y vegetal.