¿Por qué es necesaria esta campaña?

Las polillas o mariposas nocturnas arrastran una serie de mitos y leyendas desde hace siglos, muchas de las cuales han llegado a nuestros días, siendo de vital importancia desterrarlas y dar a conocer los beneficios de su existencia.

Al contrario que sus parientes cercanas las mariposas diurnas, no gozan de buena fama. Hay quienes creen que pican, que se comen la ropa, los muebles, hay hasta patologías relacionadas con ellas, como es la motefobia (miedo a las polillas), y sobre ellas hay todo tipo de mitos y leyendas, quizá la más conocida de todas, la de mothman o el hombre-polilla, un ente humanoide, de gran tamaño y de aspecto parecido a una polilla.

Lejos de todas estas cuestiones, la mayoría sin base científica, las polillas son una pieza clave en los ecosistemas donde habitan, al ser consumidoras primarias en la fase larval y polinizadoras en la fase adulta. En ambos momentos vitales, además, forman parte de la base de la cadena alimenticia de todos los ecosistemas donde habitan.

Se tiene la percepción de que todas las polillas pequeñas y oscuras, de diseños y colores poco llamativos. Resumiendo, que son feas. Nada más lejos de la realidad. Dentro de las polillas se encuentran auténticas bellezas y los considerados el lepidóptero más grande de Europa y el más bonito, el gran pavón nocturno y la isabelina, respectivamente.

Arriba: Actias isabellae (foto: Roberto Gonella Gómez).

Abajo: Saturnia pyri (foto: José Manuel Moreno Benítez).

Ochlopleura leucogaster. Foto: José Manuel Moreno Benítez.

Arctia villica. Foto: José Manuel Moreno Benítez.

Mythimna l-album. Foto: José Manuel Moreno Benítez.

Euphyia frustata. Foto: José Manuel Moreno Benítez.

Watsonalla uncinula. Foto: José Manuel Moreno Benítez.


Zethes insularis. Foto: José Manuel Moreno Benítez.